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Podemos propina el “rapapolvo” más duro a Bolaños por la falta de explicaciones del ‘caso Pegasus’

El escándalo del espionaje ilegal opaca la presentación en el Congreso de todo el plan normativo y legislativo para 2022 y distancia al PSOE de sus socios

Javier Casqueiro
Sesión de control al Gobierno con la ministra de Defensa, Margarita Robles (de espaldas) y el de Presidencia, Félix Bolaños.
Sesión de control al Gobierno con la ministra de Defensa, Margarita Robles (de espaldas) y el de Presidencia, Félix Bolaños.Claudio Alvarez

No parecieron socios ni miembros del mismo Gobierno. Unidas Podemos propinó este miércoles, en una larga comparecencia del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, ante la comisión más relevante del Congreso, lo que muchos grupos de la oposición y aliados del Ejecutivo del PSOE definieron como el “peor rapapolvo” de todos los que tuvo que soportar el coordinador político del Ejecutivo por la gestión del caso Pegasus, el presunto espionaje ilegal a líderes independentistas vascos y catalanes. El presidente del grupo parlamentario de Unidas Podemos, Jaume Asens, lo catalogó como “un escándalo mayúsculo, muy grave y el mayor de los últimos años” y le requirió a Bolaños una serie de explicaciones y aclaraciones que el ministro no aportó. Pegasus opacó totalmente la pretensión de Bolaños de ensalzar el cumplimiento en un 94% de los planes legislativos prometidos para 2021 y relegó al olvido su exposición sobre las previsiones para 2022.

La comparecencia del ministro de Presidencia ante la comisión Constitucional del Congreso la había demandado el propio Bolaños para exponer, fundamentalmente, el llamado Plan Anual Normativo de 2022. En el punto décimo del orden del día se incluyó como asunto de actualidad lo referido al caso Pegasus. El titular del departamento de Presidencia y Relaciones con las Cortes intentó cumplir su cometido con una extensa exposición de todo lo ejecutado, tramitado y proyectado por el Gobierno en sus objetivos de “mejorar y dar solución a los problemas de la gente y hablar de las cosas del comer”. Casi ningún grupo, excepto de nuevo el PNV, le preguntó luego o se interesó por algún aspecto de esas proyecciones. Todos se centraron en interrogar al ministro por pormenores y detalles del caso Pegasus y sobre todo por conocer las razones por las cuales el Gobierno cesó este martes a la directora del CNI, Paz Esteban.

Bolaños comprendió finalmente que tendría que hablar de Pegasus y lo hizo, pero no respondió a cuestiones concretas ni aportó ningún dato nuevo sobre el escándalo que tanto daño político está produciendo al Ejecutivo, especialmente entre sus socios de legislatura. Esa distancia, que está introduciendo ahora factores de inestabilidad en teoría a medio mandato, no se acortó este miércoles tras la intervención de Bolaños.

La práctica totalidad de los portavoces de todos los grupos que participaron en la comisión Constitucional fueron duros con el Ejecutivo, pero el más implacable y menos confortable fue Unidas Podemos, que cogobierna con el PSOE. Jaume Asens empezó por destacar la gravedad del escándalo y señaló que, pese a que en teoría ahora tocaba una fase de esclarecer lo que había ocurrido, salía de la sesión parlamentaria “con más dudas”. El presidente de Unidas Podemos en el Congreso preguntó a Bolaños específicamente qué había pasado con Pegasus, por qué se hicieron esas escuchas y quién las hizo. Y luego reconoció que su partido todavía no lo sabe.

El dirigente de Unidas Podemos le marcó una serie de objetivos a Bolaños y, por tanto, a sus socios socialistas de coalición en el Ejecutivo: “Limpiar las cloacas del Estado que dejó el PP; derogar la ley de secretos oficiales vigente y franquista; desclasificar los documentos aportados por la directora del CNI para justificar los espionajes legales y adoptar medidas para que el caso no se vuelva a repetir en el futuro”. Asens incidió mucho ahí en que, para que España sea tomada por una democracia de primera, el Gobierno debería comprometerse a no volver a utilizar nunca más Pegasus. Y concluyó, basándose en informaciones periodísticas, que como Pegasus se origina a partir de un programa proporcionado a los Estados por una empresa israelí (NSO) el Gobierno español debería llamar a consultas al embajador de Israel para saber si alguna de la información obtenida por ese conducto acabó en los empleados de esa firma o llegó incluso al ejecutivo de ese “país extracomunitario”.

Tras las dos horas que duró la intervención inicial del ministro sobre la intensa y extensa actividad legislativa del Gobierno y la primera ronda de preguntas de toda la exposición solo sobre el escándalo del espionaje ilegal, Bolaños pronunció ya en la réplica por primera vez “caso Pegasus”. Y lo hizo para subrayar lo que luego se convirtió en el lema de todas sus respuestas sobre el tema que retrató como de “actualidad inmediática”. El ministro recalcó así que el CNI “se dedica a salvar vidas y proteger a todos y así seguirá siendo” y reafirmó que hace su trabajo “con arreglo a derecho y con todas las garantías”. La mayoría de los grupos incidieron mucho en querer saber entonces por qué se había cesado a la directora de ese centro de inteligencia si todo se había hecho bien y solo obtuvieron una respuesta genérica: “Ahora se abre una nueva etapa en el CNI para reforzar sus capacidades en materia de ciberseguridad y afrontar con más garantías las brechas observadas”.

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La portavoz de la CUP, Mireia Vehí, tachó el cese de Paz Esteban al frente del CNI y su relevo por Esperanza Casteleiro como “una cortina de humo” y “casi como un premio por una mala práctica”. Mertxe Aizpurua, de EH Bildu, lamentó que el ministro no hubiese “despejado las incógnitas” del caso “con sus silencios” ni se hayan depurado aún responsabilidades políticas. Edmundo Bal, de Ciudadanos, como hicieron desde el PP las diputadas Edurne Uriarte y María Jesús Moro, y otros grupos de la derecha y la extrema derecha, reprocharon a Bolaños su “autocomplacencia” sobre la labor del Gobierno y su “falta de explicaciones” y entreguismo en el caso Pegasus para cumplir con las exigencias de los independentistas para continuar en La Moncloa y poner así en riesgo “los cimientos” estructurales del Estado.

La mosca de la Sinfonía n.º 2 de Mahler

Una mosca, incómoda y persistente, se coló este miércoles en la sala Constitucional del Congreso donde se celebró la comparecencia del ministro de Presidencia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños. Y la mosca se cebó especialmente con el ministro y con el portavoz de Vox, José María Sánchez, que mantuvieron durante toda la sesión un enconado duelo dialéctico y contra el insecto. En la primera intervención del diputado de ultraderecha, en la que aclaró de entrada que no le interesaba nada ni le importaba “lo más mínimo” lo que el ministro pudiera decir, la mosca le acosó tanto que el diputado de Vox planteó al presidente de la comisión, el socialista Patxi López, si podía hacer algo. López replicó: “Esta presidencia no puede evitar la libertad de revolotear”. El ministro tuvo que detener más tarde una de sus exposiciones cuando la mosca voló a su alrededor y López bromeó ahí con que ni la sinfonía n.º 2 de Gustav Mahler, conocida como Resurrección, parecía poder apaciguar los ánimos del insecto, en alusión a que el portavoz socialista, Odón Elorza, había reclamado más “calma, humildad, generosidad, diálogo y sensibilidad democrática” en las crispadas alocuciones políticas tras haber disfrutado el pasado fin de semana en San Sebastián de la interpretación por el Orfeón Donostiarra de la obra del compositor austro-bohemio.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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