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24 horas en Mundaka a merced de las mareas

Este es un templo al mar hecho pueblo, y todos los planes en esta villa vizcaína huelen a salitre. Su puerto, sus miradores y playas y la cercana ermita de San Juan de Gaztelugatxe lo convierten en un destino perfecto para una escapada

Vista de la localidad de Mundaka (Bizkaia).
Vista de la localidad de Mundaka (Bizkaia).jon chica parada (getty images)

Situado en el prodigioso entorno de la reserva de la biosfera de Urdaibai, este es un templo al mar hecho pueblo. Sus edificaciones se han ido colocando a distintas alturas, siempre mostrando su arquitectura tradicional al Cantábrico, con el puerto como epicentro de Mundaka. En esta villa vizcaína mandan los flujos de la luna, que cambian radicalmente el paisaje, aunque ahora el horizonte no lo dominan los pesqueros, sino las tablas de surf.

DEL HAMBRE

10.00 Desde la ermita

La mejor manera de contemplar el imponente protagonismo del mar en Mundaka es recorriendo el sendero que lleva hasta la ermita de Santa Catalina. Situada sobre un promontorio, fue refugio de la cofradía de pescadores, hospital en época de epidemias y polvorín. No se sabe qué es mejor, si la vereda que serpentea al borde de los acantilados hasta llegar a ella o las vistas que aguardan, con la desembocadura de la ría, el peñón de Ogoño y la vecina isla de Izaro.

La senda costera que lleva a la ermita de Santa Catalina, situada sobre un promontorio.
La senda costera que lleva a la ermita de Santa Catalina, situada sobre un promontorio.Ángel Villalba (getty images)

11.00 De redes y ‘pintxos’

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Toca recorrer el pueblo empezando por su puerto. El escenario es de lo más completo: los sólidos diques que buscan contener el Cantábrico, las embarcaciones ordenadas en hileras y las coloridas fachadas de sus edificios. Es el momento de tomar un pintxo y desayunar en alguna de las terrazas, entre las que destacan, por su privilegiada ubicación, la del bar Los Txopos (Kepa Deunaren Kalea, 1) o la del hotel El Puerto (Portu Kalea, 1). Si se prefiere una buena tortilla a las bonitas vistas, mejor esperar y hacer una parada en el Bar Atxurra (Goiko Kalea, 44).

12.00 En el casco viejo

Visitado el puerto, que también sirve para el reposo de bañistas en verano, toca volver la vista a tierra. Aquí mismo se encuentra la biblioteca, antiguo hospital de peregrinos; el Casino, que antes de incorporar su peculiar mirador pertenecía a la cofradía de pescadores, y el Ayuntamiento. Al adentrarse entre las callejuelas surge la característica fachada azul del Palacio de la Cruz o Casa Simitur, debidamente custodiada por la Cruz del Calvario, un crucifijo monumental de casi 4,5 metros de alto que data de 1611.

13.00 Los mejores miradores

Aquí es difícil pasar mucho rato sin ver el mar, y hay miradores en los que el horizonte se convierte en espectáculo. El primero es el muelle Txorrokopunta, con sus impresionantes vistas de la playa de Laida, al otro lado de la ría y cuya arena, dependiendo de la marea, puede llegar casi a besar la orilla de la playa de Laidatxu, esta sí, perteneciente a Mundaka. Otro de los puntos estratégicos está junto a la iglesia de Santa María, de estilo gótico y portada renacentista: el mirador de la Atalaya presume de ser el lugar idóneo donde admirar la famosa ola izquierda de Mundaka.

Un surfista toma una ola en Mundaka, uno de los enclaves más famosos del mundo para los aficionados a este deporte.
Un surfista toma una ola en Mundaka, uno de los enclaves más famosos del mundo para los aficionados a este deporte.Víctor Fraile Rodríguez (getty images)

14.00 Comida con vistas

Si no se quiere salir del pueblo para comer, lo mejor es ir al citado Casino (Kepa Deunaren Kalea, 1), especialmente si se consigue sitio junto a las ventanas. Otra opción es dar un paseo y alcanzar la playa de Laidatxu para contemplar cómo el Cantábrico entra con cautela en esta pequeña cala. Después, seguir hacia el mirador de Portuondo hasta el asador del mismo nombre (Portuondo Auzoa, 5), donde la calidad del pescado compite con las formidables vistas.

16.00 De paseo por la ría

Si Mundaka se debe al mar, habrá que acudir a él para profundizar en la idiosincrasia del lugar. Dependiendo de los arrestos de cada uno, se puede optar por hacerlo desde una tabla (de surf o paddle surf) o desde un barco. Con la primera opción, y si la marea está baja, se puede incluso cruzar la ría y reposar en el arenal de Laida, una de las playas más espectaculares de la reserva de la biosfera de Urdaibai. Si se prefiere el barco, varias compañías ofrecen travesías por la ría, visitando la isla de Izaro y las cuevas del cabo Ogoño.

El camino que lleva a la ermita de San Juan de Gaztelugatxe.
El camino que lleva a la ermita de San Juan de Gaztelugatxe.Eloi Omella (getty images)

18.00 Visita a Gaztelugatxe

Es obligado ir a la cercana ermita de San Juan de Gaztelugatxe, que se alza en una península unida a tierra por un angosto camino sobre acantilados que concluye en casi 250 escalones. Desde su aparición en Juego de tronos y su éxito turístico, hay que reservar entrada (gratuita) en temporada alta. Eso sí, para contemplar el mejor atardecer conviene alejarse un poco, hasta el cabo Matxitxako. Son especialmente buscados sus ocasos al principio de la primavera, cuando el sol baja tras las escaleras que unen a tierra la ermita.

21.00 A por la mejor chuleta

De vuelta a Mundaka, y aprovechando el paso por Bermeo, es buena idea detenerse en el asador Almiketxu (Barrio Almike, 8) y debatirse entre el excelente pescado a la brasa y el chuletón, digno merecedor del premio al mejor de Bizkaia en 2020.

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