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Un comité de expertos en campos electromagnéticos ratifica que el 5G es inocuo

Un informe evalúa las evidencias y concluye que la nueva tecnología de telefonía no entraña riesgo para la salud

Una antena de telefonía 5G
Una antena de telefonía 5G.

El despliegue de la red 5G no supondrá un aumento en el riesgo para la salud de las personas. A esta conclusión ha llegado el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (Ccars) tras evaluar las evidencias científicas disponibles hasta la fecha. En un informe publicado esta semana, titulado 5G y salud, el grupo independiente de investigadores médicos, físicos e ingenieros —coordinado por el Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT)— asegura que “la población en general puede estar tranquila sobre las supuestas implicaciones que la radiofrecuencia emitida por esta tecnología podrían tener para la salud”.

La red de telefonía móvil 5G solo ha llegado en su fase de prueba a algunas localidades y dispositivos, pero se espera que acabe por sustituir a la actual tecnología 4G. Con respecto a esta, la nueva red reduce el consumo de potencia por cada gigabyte de información transmitida y reduce la latencia, o el tiempo de espera, en las interacciones.

Las ondas son más energéticas que en la red 4G, pero no llegan a tener energía suficiente para dañar las moléculas de ADN

Para ello, emplea campos electromagnéticos de mayor frecuencia, sin salirse del espectro conocido como radiación no ionizante. Esto significa que las ondas son más energéticas que en la red 4G, pero no llegan a tener energía suficiente para dañar las moléculas de ADN y así provocar cáncer. Serán necesarias más antenas de menor potencia para lograr la misma cobertura que la actual red 4G, porque, a mayores frecuencias, la profundidad de penetración de las ondas disminuye. La presencia de más antenas (y más cercanas a las personas), ha suscitado la preocupación de que la red 5G pueda tener consecuencias para la salud.

El informe responde a estas preocupaciones. “Como es una tecnología nueva, es lógico que en algunos sectores sociales se genere un problema de percepción”, dice Francisco Vargas, médico epidemiólogo y director científico del Ccars. Según Vargas, los únicos efectos biológicos probados de la radiación no ionizante son “térmicos”, es decir, el calentamiento de la materia biológica por absorción de la energía radiada. Este calentamiento “es mínimo o despreciable a los niveles de exposición personal habituales”, según el informe.

No hay evidencias de cáncer

El texto reconoce que la posibilidad de riesgos “no térmicos” o no relacionados con el calentamiento de los tejidos es una cuestión controvertida. La Agencia Internacional para la Investigación de Cáncer (IARC) clasificó los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (no ionizantes) como “posibles carcinógenos” porque “hay evidencia que no llega a ser concluyente de que la exposición puede causar cáncer en humanos”.

Sin embargo, el nuevo informe no encuentra evidencias para alentar estas preocupaciones. “Los únicos efectos demostrados de la exposición a estas ondas son efectos térmicos. Los efectos no térmicos no se han demostrado”, repite Vargas a EL PAÍS. Los autores del informe destacan que se trata de “un documento vivo” que “tendrá que revisarse a la luz de la evidencia científica”.

El calentamiento de la materia biológica por absorción de la energía radiada “es mínimo o despreciable a los niveles de exposición personal habituales”, según el informe

Con respecto a los riesgos térmicos (calentamiento de la piel o del tejido biológico), los científicos consideran los niveles de referencia fijados por la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (Icnirp), un organismo reconocido por la Organización Mundial de la Salud y consultado por la Comisión Europea. Icnirp establece los límites de exposición seguros para todas las ondas electromagnéticas no ionizantes —y en esta categoría caen las ondas de radiofrecuencia propuestas para la red 5G— en base a las evidencias sobre el riesgo térmico, siempre añadiendo un margen de seguridad al umbral mínimo reconocido como dañino.

Exposición a las ondas de radio en España

El informe revisa varios estudios sobre la exposición a campos electromagnéticos de radiofrecuencia en España: todos ellos registran niveles de exposición muy por debajo de los límites recomendados. De hecho, la mayoría de los estudios y sistemas de vigilancia registran exposiciones que están cientos o miles de veces por debajo las recomendaciones de la Icnirp. La Unión Europea adoptó estos niveles de referencia a través de la Recomendación del Consejo de 12 de julio de 1999 (1999/519/EC). En España, los límites se adoptaron a través del Real Decreto 1066/2001, de 28 de septiembre.

El 5G se está desplegando en dos fases: la primera opera en bandas de frecuencia que ya están asociadas a las redes móviles. La siguiente usará bandas milimétricas (ondas de mayor frecuencia) que hasta ahora no se habían empleado en la telefonía. Todas ellas están contempladas por la legislación actual, que los autores consideran adecuada para “garantizar la salud pública respecto a las emisiones electromagnéticas”.

Una de las características principales del 5G es que las antenas se orientan selectivamente en función de la demanda. “Está pendiente decidir un sistema de medición de la exposición que sea fiable y adecuado a esta tecnología”, explica Vargas, “pero los límites que hay que cumplir son los mismos que ya establece el Real Decreto”. “El Ccars continuará realizando un seguimiento de los resultados de los estudios que se vayan publicando sobre los niveles reales de exposición de la población”, concluye.

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