_
_
_
_
_

“¿Estáis locos? ¿Abrir una tienda de helados en San Sebastián?” Loco Polo desafió a los bancos, factura 2,8 millones y vende hasta en Omán

La empresa reinventa el postre frío, tiene 11 tiendas y ha sido casi todos los años rentable desde su lanzamiento en 2017

Oier Almandoz e Íñigo Galdona (derecha), creadores de Loco Polo.
Oier Almandoz e Íñigo Galdona (derecha), creadores de Loco Polo.

Uno tras otro, ocho bancos les dijeron que era “una locura” montar una tienda de polos helados en San Sebastián. “Y con el noveno, al final nos plantamos. Le dijimos que nos tenía que dar el dinero, y a base de ser un poco cabezones lo conseguimos”, cuenta Íñigo Galdona, cofundador de Loco Polo. Así abrió sus puertas en 2017 el primer local de esta cadena que hoy cuenta con once tiendas y que factura 2,8 millones de euros.

Antes de materializarla con aquella primera apertura, Galdona llevaba más de dos años dándole vueltas a la idea, que había visto en Brasil a través de internet. Tenía claro que su cómplice para esta aventura tenía que ser su amigo de la infancia Oier Almandoz. “Éramos dos perfiles muy diferentes que nos complementábamos muy bien. Así como a él se le da mejor la parte operativa y productiva, a mí se me da mejor un poco lo que es estrategia, el producto y comercialización”, comenta el cofundador por videollamada.

Esta no era la primera vez que Galdona emprendía. Tras acabar sus estudios montó un pequeño negocio de eventos y, después, la sede barcelonesa de un restaurante de San Sebastián. “Y de ahí transformé la agencia de eventos en una agencia de viajes gastronómicos, orientados a la alta cocina”, relata. No fue el descontento o el fracaso lo que lo llevó a su siguiente proyecto, sino el deseo de ir más allá. Estaba, dice, muy contento con la agencia, que era un negocio rentable, pero el de los polos era más escalable. “Teníamos claro que nos metíamos a esta aventura con la idea de crecer a futuro y a día de hoy estamos peleando por hacer ese sueño realidad”.

Creatividad y errores

Construyeron Loco Polo a base de creatividad y muchas horas de prueba y error. “Problemas no creo que tuviéramos muchos. Torpezas todas las del mundo. Nos equivocábamos un montón. De hecho, si miras los primeros polos eran ridículos”, rememora Galdona. Tras contratar a un experto en heladería y pastelería para que les enseñase, comenzaron a hacer tiradas de cuatro a ocho polos para aprender. “Cuando tienes que hacer, de repente, de un mismo sabor, 500 polos, no sabes por dónde empezar porque, aunque sea lo mismo, la receta sea igual y demás, la forma de producirlos no es lo mismo”.

Para evitar el previsible frenazo de ventas en épocas frías también se han atrevido con la repostería y sirven café.

Galdona se considera un tipo “bastante pesado y muy preguntón” y recuerda aquel dicho de que preguntando se llega a Roma. En Italia, señala, aún no han desembarcado, pero sí en España, Francia y Omán. “Para nosotros fue una aventura total mandar un contenedor de polos a Omán desde San Sebastián. Es todo un reto”, asegura este donostiarra de 36 años. Sus polos se elaboran en un obrador en la ciudad y se envían a los puntos de venta con mayor o menor frecuencia dependiendo de la capacidad de almacenaje de cada uno.

La compañía, con un equipo que varía en número y que este verano estaba en torno a las 90 personas, ha sido rentable desde sus inicios, salvo el primer año de la covid-19, cuando aprovecharon para mejorar procesos y recetas y dedicarle tiempo a las cosas que el día a día había ido desplazando. Hasta este año han operado con recursos propios, lo que, dice Galdona, limitó su crecimiento y operativa. La reciente entrada de un inversor extranjero les ha permitido reforzar el proyecto, tanto en personal como en maquinaria y comunicación. “El objetivo este año es darle forma a todo lo que tenemos pendiente desde hace seis años para ya el año que viene empezar a crecer de verdad”, asegura.

Además de tiendas, tanto propias como franquicias, cuentan con alrededor de ocho puestos efímeros y unos 200 pequeños espacios en forma de neveras colocadas en establecimientos como chiringuitos de playa o campings. Sobre lo que viene, Galdona habla, entre otros aspectos, de Loco Bom, un bombón de polo, con palo y que se conserva hasta cuatro horas fuera del congelador. Esta, dice, es la apuesta más fuerte de la compañía en lo que a inversión e ilusión se refiere y creen que les permitirá desligarse de la estacionalidad: “Vamos a vender más en invierno que en verano este producto”, comenta. “Si lo hacemos bien, va a hacer mucho ruido”.

Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_