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El biólogo López Barneo recibe una ayuda de 150 millones para investigación

La Fundación March falla la primera edición de una beca dotada como un premio Nobel

No es frecuente encontrarse con un grupo de científicos españoles dando saltos de alegría. Ayer, en Sevilla, el investigador José López Barneo y su equipo celebraron por todo lo alto los 150 millones de pesetas de la Ayuda a la Investigación Básica que, en su primera edición, les concedió la Fundación Juan March. El jurado consideró meritorios los trabajos realizados sobre la caracterización funcional y molecular de los sensores de oxígeno en el cuerpo carotídeo, que han derivado en un esperanzador tratamiento experimental de la enfermedad de Parkinson.

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No es Navidad, pero les ha tocado el Gordo. Los 150 millones de pesetas -dotación equivalente a la del Premio Nobel del pasado año- que la Fundación Juan March ha decidido conceder anualmente como Ayuda a la Investigación Básica, para investigadores menores de 50 años, han recaído, en su primera edición, en José López Barneo, catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla. Ayer por la tarde los miembros de su equipo, formado por 16 personas, brindaban, todos, con ron venezolano (una de las investigadoras, Miriam Echevarría, es de este país) servido en probetas, mientras se frotaban los ojos y daban saltos de alegría en el angosto cubículo en el que trabajan, entre paneles de muestras, jaulas con ratas y archivos de pruebas."Me abruma la responsabilidad", afirma López Barneo. "El premio nos ha sido concedido por el currículum investigador del equipo", precisa. Y la Fundación Juan March aclara que la ayuda, que no es un premio ni el reconocimiento a una vida de trabajo, está destinada este año a apoyar "una investigación original y creativa en el campo de la biología". La realidad es que José López Barneo nacido en Torredonjimeno (Jaén), en 1952, lleva más de dos décadas investigando el funcionamiento de determinadas células que ha derivado -últimamente con éxito- en nuevos métodos terapéuticos para paliar los efectos de la enfermedad parkinsoniana. Un tratamiento que, básicamente, consiste en el autotrasplante de las células del cuerpo carotídeo -glándulas situadas a ambos lados del cuello que se ocupan de medir la cantidad de oxígeno que circula por la sangre- al cerebro para sustituir, de esta forma, aquellas células que han perdido la capacidad de producir dopamina; lo que produce los síntomas del Parkinson.

Alegría contenida

Resulta raro encontrarse con un grupo de investigadores celebrando una ayuda económica. López Barneo y los médicos, biólogos, farmacéuticos y físicos que trabajan con él no salían ayer de su asombro. Juan José Toledo, profesor de fisiología y con 13 años investigando codo con codo con Barneo, aseguraba que "ahora podremos comprarnos tecnología punta sin temor a que se nos acabe el presupuesto".De momento, con los 150 millones de la ayuda -"que no es dinero para uso particular", puntualiza López Barneo- van a crear dos becas para investigadores; además podrán comprarse una máquina de 40 millones de pesetas para sus experimentos -"que la necesitamos", dice Juan Ureña, físico, otro de los miembros del equipo-; y, lo más importante, planificar su trabajo para los próximos cinco años.

Y junto a los avezados investigadores, las becarias; algunas llevan sólo unos meses trabajando con López Barneo. Acaban de terminar la carrera de biología y van a hacer con él su tesis. "No entiendo nada. Estoy anonadada", dice Raquel del Toro, de 23 años, que, no obstante, se atreve a opinar: "Ahora podremos comprarnos de todo, pero no tenemos sitio para ponerlo".

La Fundación Juan March tiene tras de sí una larga labor de apoyo a la biología, sobre todo patrocinando reuniones de alto nivel. El jurado de esta ayuda, reunido ayer en Madrid, estuvo compuesto por Miguel Beato, José Antonio Campos Ortega, Gregory Gasic, el premio Nobel César Milstein, Margarita Salas y Ramón Serrano.

La larga trayectoria investigadora de López Barneo ya había sido premiada con anterioridad. En 1993 le fue concedido el premio Rey Juan Carlos I para jóvenes investigadores y en 1998 obtuvo el premio Jaime I de Investigación Científica.

"La investigación científica en España está muy mal", afirma este científico, que es catedrático en Sevilla desde 1985, con rotundidad. "El sistema español es embrionario, es ridículo. Para pegar un salto cualitativo, para hacer descubrimientos importantes, hacen falta instituciones fuertes, centros que hagan buena ciencia, que en España apenas hay. El número de investigadores es bajísimo. Se dio un impulso bueno para normalizar el sistema en los años ochenta, pero a partir de 1991 estamos parados, lo cual, en un sistema tan pequeño, es un retroceso". Por eso la apuesta de la Fundación March por un científico, con un procedimiento que le da bastante libertad, le parece un cambio interesante, un paso hacia ese salto cualitativo que ve necesario.

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