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OFENSIVA ALIADA CONTRA SERBIA

Belgrado, incapaz de demostrar que las bombas de la OTAN causan víctimas civiles

Las autoridades yugoslavas fracasan a la hora de desmentir la precisión de los ataques

El régimen de Belgrado repite la acusación de que los bombardeos causan víctimas civiles y que la OTAN no sólo trata de destruir objetivos militares. Pero, a pesar de la obstinación de las autoridades yugoslavas en no facilitar cifras de bajas, todo indica que, hasta ahora, los bombardeos de la OTAN han sido muy precisos y han causado un mínimo de bajas civiles. El ataque contra el Ministerio del Interior, en el centro de Belgrado, la madrugada de ayer, permitió ver de primera mano sus efectos: el edificio quedó destrozado, pero, al parecer, no hubo víctimas.

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Se puede constatar que las autoridades de Yugoslavia son muy previsoras y los objetivos de las bombas se encuentran vacíos de antemano. Al tiempo, no cabe duda de que los misiles atinan con precisión casi milimétrica en los objetivos fijados. Las bombas cayeron sobre los edificios del Ministerio del Interior, de Serbia y Yugoslavia, y las clínicas universitarias, cien metros detrás del casi destrozado Ministerio serbio del Interior, apenas sufrieron la rotura de unos pocos cristales. Casi al lado de los edificios bombardeados, en la calle de Kenz Miloseva, a unos cien metros en la misma calle, se encuentran las embajadas de EEUU y de Alemania, que no sufrieron más desperfectos que los causados días atrás por actos de vandalismo.El primer día de bombardeos se comunicó que habían causado la muerte de 10 militares. Después, las autoridades yugoslavas impusieron un cerrojo informativo con el argumento de que "ningún país serio facilita las cifras de bajas". Tras unos primeros días en que la información se encontraba en manos del Ministerio federal de Información, los militares tomaron la batuta. Ahora ellos se encargan de acreditar a la prensa, repartir información, organizar excursiones y autorizar desplazamientos de periodistas, que siempre se mueven al filo de la expulsión.

Para probar las acusaciones de que la OTAN bombardea objetivos civiles, los encargados de prensa en el Estado Mayor del Ejército yugoslavo organizaron hace unos días una visita a la fábrica Sloboda (Libertad), en Cacak, unos 150 kilómetros al sur de Belgrado, destruida por completo por las bombas. Las autoridades aseguran que la fábrica es un objetivo civil, porque allí sólo se producían electrodomésticos como secadores de pelo, cocinas o aspiradoras. Las consecuencias del bombardeo son que 5.000 trabajadores se quedaron sin trabajo.

El viernes pasado se organizó a toda prisa un viaje para que los periodistas pudiesen ver que la OTAN mata a inocentes. Tras recorrer 350 kilómetros hacia el sur, por la casi desierta autopista hasta Nis, la segunda ciudad de Yugoslavia, la carretera se desvía hacia Kosovo. A sólo 30 kilómetros de Podujevo, zona de combates entre el Ejército de Yugoslavia y el llamado Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) en los días anteriores a los bombardeos, y a 65 de Pristina, la capital de Kosovo, se encuentra la pequeña ciudad serbia de Kursumlija. Por una estrecha carretera, que al final hubo que recorrer a pie durante dos kilómetros, se llega a la cima de una colina, donde una casa se encontraba destrozada por completo. En la madrugada del viernes se escucharon cuatro detonaciones en esa colina, donde vivían los hermanos Stepanovic, agricultores y pintores de brocha gorda. Las bombas mataron a Vucina, de 44 años, y dejaron muy malherido a Veroljub.

Dragan Lukic, de 47 años, vecino de los hermanos, explica que oyó la explosión y acudió a la colina. El hermano herido gritaba "Me ahogo. ¡Quítame esto de las piernas!". Con sus manos, Lukic intentaba liberar al herido, pero no pudo y tuvo que bajar al pueblo en busca de ayuda. Luego encontraron destrozado el cuerpo de Vucina, que esa misma tarde velaban abajo, en el pueblo. Presa de gran excitación, Lukic dirige un mitin a los periodistas y pide que paren las muertes.

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La desgracia alcanzó a esos infelices. Pero el recorrido de 350 kilómetros en un autobús con 50 periodistas a bordo para mostrar un muerto pone de manifiesto la dificultad de Belgrado en demostrar que las bombas de la OTAN se dirigen contra civiles.

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