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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Aparicio Bernal y la biografía de Suárez

Mucho le agradeceré publique en EL PAIS esta rectificación a las afirmaciones, inexactas, que con el libro publicado por don Gregorio Morán, titulado Historia de una ambición, ya que las menciones que me dedica contienen palmarias falsedades.Me define como «un hombre de procedencia demócrata-cristiana, levantino y amigo de las transacciones, ya fueran políticas o económicas». Nada de ello es cierto. Nada he tenido que ver nunca con el grupo político democrata-cristiano, aunque goza de todo mi respeto; tampoco soy levantino, sino madrileño, aun cuando me hubiera gustado haber nacido en aquella zona; y, por lo que respecta a las transacciones políticas y economicas, las primeras pueden ser útiles en algunos casos, en relación con las segundas, cualquiera que haya conocido mi actuación en diferentes funciones podrá ser testigo de que he perseguido cualquier clase de corrupción, acordado sanciones personales y promovido la intervención de los tribunales cuando se ha apreciado el indicio de cualquier acción delictiva.

Es también falso que yo haya dejado RTVE con un déficit de 5.000 millones de pesetas. El propio presupuesto de este organismo ascendía a menos de la mitad de esa cifra y quedó cerrado sin déficit a mi marcha de él.

En cuanto a mí supuesta « manga ancha» y a la afirmación injuriosa de que «dejé hacer a mis ayudantes para bien y para mal» -mis llamados «aúdantes» han sido personas de gran prestigio y respetabilidad política, que han desempeñado posteriormente los más importantes puestos en el Gobierno y en la Administración, y ninguno de ellos se hubiera permitido a sí mismo, o tolerado a cualquiera de sus compañeros, la menor irregularidad. Mi carta circular, a la que el señor Morán se refiere prohibiendo aceptar regalos de Navidad a los jefes de RTVE no es sino la expresión del espíritu de un equipo en el que se exigía, con rigor, la máxima escrupulosidad en la gestión.

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