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El trabajo oculto detrás de la piragua

El K4-500 liderado por Saúl Craviotto es el único barco que ha incorporado la tecnología de la mano de un informático que, de momento, no está en nómina de la Federación

David Calvente (I) muestras las imágenes de la salida a Saúl Craviotto.Vídeo: ELEONORA GIOVIO / PACO PUENTES / VIRGINIA MARTÍNEZ
Eleonora Giovio

El K4-500 que luchará por el oro olímpico en Tokio está compuesto por cuatro piragüistas (Saúl Craviotto, Cristian Toro, Marcus Cooper y Rodrigo Germade); pero en realidad es un equipo de seis. Lo dirige, incansable, Miguel García, el entrenador. David Calvente se unió a ellos antes de los Juegos de Río: del K2-200 de oro de Craviotto y Toro –distancia que no será olímpica en Tokio- ha pasado ahora al K4-500.

Este informático de 48 años es el que se encarga del trabajo oculto, el que no se ve y que permite arañar centésimas valiosas en una prueba y en una distancia en la que la salida y la técnica de palada son fundamentales. “En un momento en el que intentábamos mejorar por muchas vías la técnica de la salida y la general del equipo y no teníamos manera de medir y cuantificar esa mejora, apareció la pala, nuestra herramienta, esa gran desconocida. Yo puedo clavar la punta con un zapato, pero si la clavo con un martillo la voy a clavar mejor y de una forma más sencilla. Nosotros estábamos utilizando la pala como un zapato”, es la metáfora que emplea García. “Había muchas cosas de la técnica que hacíamos de forma correcta, pero sin un fundamento teórico. David tuvo la inquietud de buscar el porqué de las cosas”, añade. Además de los estudios y análisis sobre la técnica de palada, fabricó una máquina específica para mejorar ambas cosas. También ha incorporado asientos giratorios y desarrollado una serie de software, aparatos y aplicaciones que puede controlar y activar desde el agua o desde China.

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“La salida en Río fue clave, la mejoramos muchísimo con el trabajo de David”, afirma Craviotto a orillas del Guadalquivir, donde están concentrados en los meses invernales. En mayo de 2016 se lo jugaron todo en el clasificatorio de Duisburg. Sólo valía ganar para obtener la plaza olímpica. La ganaron y en menos de cinco meses consiguieron un barco ganador que arrasó en Río. “Después de muchos análisis determinamos que había una manera óptima de hacer la salida, pero íbamos contrarreloj y necesitábamos un sistema que explicara fuera del agua el concepto que permitiera al palista sentir lo que queríamos nosotros y que además hubiera una transferencia inmediata al agua. Diseñamos una máquina de unos seis metros con unos railes sobre un soporte en el que colocamos la piragua. Se pueden dar dos paladas sobre unos brazos articulados y con movimientos laterales y circulares que simulan la palada de una manera bastante fiel”, explica Calvente, que ahora trabaja a destajo con el K4-500, el buque insignia del piragüismo español, campeón de Europa y subcampeón del mundo en 2018.

Calvente, que tiene una empresa de I+D en Castellón, se junta con el K4-500 en momentos puntuales de la temporada. Se ha implicado por amor al piragüismo que practicó de pequeño y a la tecnología. La Federación empezó a pagarle las estancias y los desplazamientos con el equipo en 2018; de momento no está en nómina y la máquina que construyó en 2016 –unos 4.000 euros- la pagó de su bolsillo. Para software y aplicaciones que ha desarrollado en los años anteriores ha recibido una pequeña compensación económica a la espera que se formalice su colaboración dentro del equipo nacional.

Entre sus aportaciones está la incorporación de asientos giratorios. “Los asientos también tienen que ver con la técnica: es importante averiguar el rango de giro óptimo que tienen. En mi empresa diseñamos un dispositivo electrónico que se conecta debajo del asiento giratorio y tiene un sensor de giro conectado al teléfono. Recibimos gráficas de los movimientos de la piernas y le señalamos a los piragüistas cuál es el rango óptimo. Si están demasiado encogidos no tienen rango, si están demasiado estirados enseguida se les corta. Son cosas básicas que te da el dispositivo”, explica.

Antes de que comience el entrenamiento carga mesa, silla y una serie de cachivaches y monta su oficina a pie del canal. “Desarrollé un software en el que guardo la base de datos de los cuatro palistas. Puedo seleccionar al que quiera, desde China, desde mi casa o desde aquí, activar las cámaras de salida y recibir directamente el video y la gráfica de oscilación de su piragua y en tiempo real advertirle si hay algo raro. Es una herramienta muy potente”, añade Calvente sentado en el hangar del centro de alto rendimiento de Sevilla después de una larga jornada de trabajo que aún no ha terminado. Las salidas, esta mañana, se han grabado en cámaras de alta velocidad. Los vídeos se descargan enseguida mientas Craviotto y compañía vuelven al punto de salida; allí ven las imágenes a cámara lenta en un monitor sin bajarse de la piragua. “Nos aporta una capacidad de corrección inmediata para la siguiente práctica”, matiza Calvente.

Miguel García trabaja con él codo con codo. Fue piragüista antes que entrenador y dice que en este ambiente siempre ha costado innovar. “David no para, siempre está ahí inventando… él quiere dar un paso de dos metros, yo de uno y al final quedamos en uno y medio. Va muy rápido y es bueno, pero a nosotros a veces nos cuestan los cambios. Yo todavía tengo el recuerdo de cuando estaba en el agua y a veces sin querer me dejo llevar por esas situaciones y me da la impresión de que son cambios demasiado bruscos”, apunta el entrenador. Calvente dice que le ha costado cuatro años ganarse la confianza de los palistas. “Poco a poco fueron entendiendo qué hacía yo aquí. Ha sido un trabajo de minería intenso, de pico y pala porque no se puede zarandear el árbol de arriba abajo, las cosas tienen que ser asimiladas poco a poco”, añade.

Sólo el K4-500 disfruta de esas mejoras. “Es necesario aportar tecnología y ciencia si queremos seguir cosechando resultados porque no van a durar si no invertimos… Y la federación tiene que invertir mucho más”, resume Calvente.

La pelea con Alemania

El K4 es una embarcación que mueve alrededor de 400 kilos. “Es vital poner en marcha esa energía y ponerla en la velocidad óptima por la que está diseñada. Estos barcos se deberían diseñar para un peso determinado de la tripulación y para una velocidad que determine la prueba concreta. Los alemanes lo llevan haciendo desde siempre, tienen una empresa estatal de I+D que les diseña el barco a medida”, explica Calvente. “Nosotros vamos con mucho retraso. El diseño óptimo de la embarcación es fundamental y nosotros no tenemos ni por asomo lo que tiene Alemania; tenemos un barco de serie, no específico”, añade. Para ello se ha puesto a buscar proveedores que les puedan dar un I+D similar. “Hemos conseguido el compromiso del CSD que en el canal de Madrid nos hagan pruebas de diferentes embarcaciones para ver cuál se ajusta mejor. Pero todavía estamos esperando y va pasando el tiempo; la última fecha propuesta es a principios de febrero, esperemos que se cumpla”, dice. La embarcación para Tokio tendrá que competir en el Mundial de agosto y cualquier cambio, además, requiere de cierta adaptación por parte de los piragüistas. “Queremos competir, como mínimo, en igualdad de condiciones que los alemanes”, concluye Calvente.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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