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El frágil equilibrio entre turismo y conservación

La Alhambra, la catedral y el Real Alcázar de Sevilla y la Mezquita de Córdoba superan los dos millones de visitantes al año ¿Pueden seguir creciendo?

Visitantes en la Mezquita-Catedral de Córdoba.
Visitantes en la Mezquita-Catedral de Córdoba.Alejandro Ruesga

¿Hasta dónde se puede crecer? ¿Pueden asumir los monumentos el continuo incremento del número de visitantes sin deteriorarse? Cuatro de los cinco conjuntos más visitados en España en 2019 son andaluces y la tendencia es al alza. ¿Morirán de éxito? A la Alhambra de Granada (2,76 millones), la catedral de Sevilla (2,29 millones), la Mezquita-Catedral de Córdoba (2,08 millones) y el Real Alcázar de Sevilla (2,07) solo les supera la Sagrada Familia de Barcelona (4,60 millones en 2018). La implantación de la venta de entradas por Internet, que conlleva el acceso escalonado por horas, está paliando las largas y desesperantes colas que solían tener estos destinos y ahora sus responsables se centran en encontrar el equilibrio entre la conservación del patrimonio y ofrecer una experiencia enriquecedora a sus visitantes. Un objetivo dificil de conseguir proque Andalucía acaba de batir su récord de visitantes con 32,5 millones de turistas en 2019, un 6% más que el año anterior.

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La Alhambra es el único de estos iconos andaluces que tiene fijado, desde 2002, un límite de visitas. Y mientras que los responsables de los otros tres conjuntos creen que aún tienen margen para crecer, Miguel Ángel Troitiño, experto en planificación y gestión de lugares patrimoniales, considera que “rebasar las cifras actuales de turistas sería problemático desde el punto de vista de la conservación y también de la calidad de la visita”. “Cuando se desborda el límite de público, los costes de conservación se disparan y, además, la experiencia del visitante es negativa. Incluso teniendo solo en cuenta el rendimiento económico, el resultado es negativo. Precisamente estos cuatro monumentos, por ser Patrimonio Mundial, tienen un compromiso tanto con la conservación como con mantener la calidad de las visitas”, añade Troitiño, catedrático de Geografía Humana de la Universidad Complutense de Madrid y creador, en 1995, de un Grupo de investigación de turismo, patrimonio y desarrollo que ha estudiado, entre muchos otros, los casos de la Alhambra, entre 1996 y 2015, y el Real Alcázar, en 2017 y 2018.

“El valor de estos monumentos, por lo que la Unesco los ha distinguido, es su autenticidad; por eso si la sobreexplotación turística deteriora el patrimonio y este necesita de importantes restauraciones, pierde ese valor”, añade el catedrático,

Los límites de la Alhambra

La primera taquilla de la Alhambra se instaló en una portería situada en el palacio de Carlos V en julio de 1943. No hay estadísticas de la época, pero es de imaginar que no vendería muchos billetes. En 1971, la taquilla se trasladó a un nuevo edificio, junto a la puerta del Vino. En 1984, el monumento superaba los 1,2 millones de visitas. La gestión de las visitas ha sido un dolor de cabeza para los responsables de la Alhambra desde que conceptos como custodia, conservación y mantenimiento empezaron a tenerse en cuenta. Dos años antes, en 1996, la venta de billetes se alejó de la puerta de entrada, donde continúa hoy y, por supuesto, en el ordenador o teléfono de cada uno. En 2019, la Alhambra vendió 2.763.500 entradas, ni una más ni una menos de las permitidas, lo que ha supuesto unos ingresos de 30.091.283 euros. Ese es el límite de personas que pueden entrar anualmente en el conjunto y ahí se va a quedar. Rocío Díaz, directora de la Alhambra y el Generalife, lo argumenta: “No se contempla de ningún modo el aumento del número de visitantes anuales. El aforo máximo diario viene determinado por los estudios realizados sobre la capacidad de carga y conservación del monumento y eso es determinante”. Por eso, hace años que las cifras de la Alhambra, que para 2020 tiene un presupuesto de 34 millones, se mantienen estables.

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Turistas, en el patio de los Arrayanes de la Alhambra.
Turistas, en el patio de los Arrayanes de la Alhambra.Fermín RODRÍGUEZ

En el conjunto monumental hay tres espacios visitables: la alcazaba, los palacios nazaríes y el Generalife; de los cuales solo los palacios tienen un aforo determinado –300 personas cada 30 minutos– y, por tanto, la visita hay que iniciarla en el momento que indica la entrada. En el resto, no hay horarios ni otras cortapisas. Eso sí, explica Díaz, “hay un aforo máximo diario para todo el recinto que en verano hemos establecido en 8.500 personas y en invierno en 6.500”. Una vez que el monumento granadino alcanza el límite diario, la única opción disponible es diversificar las visitas tanto dentro como fuera de él. En el interior, explica Díaz, se planifica la apertura de nuevos espacios hasta ahora desconocidos. “Es el caso del carmen de Peñapartida, cuyos jardines se abrieron al público el pasado otoño, y del Maristán –un hospital del siglo XIV para enfermos pobres– que se podrá visitar cuando se terminen las obras de restauración recién comenzadas”, adelanta la directora.

La diversificación del flujo de visitantes fuera de la Alhambra, se hace a través del programa Dobla de oro, gestionado por el Patronato del conjunto, que permite conocer una serie de monumentos andalusíes dispersos por la ciudad y que sirven de complemento a la visita al conjunto andalusí.

Los casi 2,76 millones de visitantes fijados como máximo anual en la Alhambra no es el máximo histórico. En 1998 esa cifra llegó a los 2.844.366. A partir de ahí, se hizo efectiva una rebaja de 50 personas en las 400 que entonces accedían en cada pase a los palacios nazaríes. Posteriormente, en 2002, se volvió a rebajar en otros 50 hasta las actuales 300 personas cada media hora. Por ahora, no hay previsión de nuevas modificaciones.

Las siete puertas de la catedral de Sevilla

La catedral de Sevilla, el templo gótico más grande del mundo levantado en el siglo XV sobre la mezquita aljama (nueva) del siglo XII, tiene siete puertas abiertas para evitar aglomeraciones y ofrecer recorridos alternativos dependiendo del tipo de visita: ordinaria individual, en grupo, guiada, escolar, acceso para el culto, visita a las cubiertas… Ya en 1999, el primer año del que disponen de registros informatizados, el conjunto recibió 1,4 millones de visitantes. Dos décadas después, en 2019, la cifra fue de 2.298.702.

Tumba de Cristóbal Colón, en la catedral de Sevilla.
Tumba de Cristóbal Colón, en la catedral de Sevilla.alejandro ruesga

“El Cabildo no cesa en su labor de crecer y mejorar en los objetivos de satisfacción de los visitantes, pero sin olvidar la esencia sagrada de la Catedral y sus compromisos de conservación del Patrimonio”, han contestado desde la catedral de Sevilla a través de un cuestionario.

Su departamento de Interpretación del Patrimonio ofrece recorridos guiados no solo a las cubiertas de la catedral, sino también para explicar sus vidrieras y la recién inaugurada visita, Magna, las obras maestras de la catedral, que incluye la capilla mayor, el coro o la sala capitular. Para evitar la saturación del edificio, tanto la venta en taquilla como la que se realiza online tiene un límite de 220 entradas cada 15 minutos.

“La cantidad de personas que confluyen a la vez en la catedral se establece según los protocolos indicados en el plan de seguridad y según las actividades. Estos aforos están supervisados por los técnicos responsables de la seguridad y evacuación del edificio”, contesta el Cabildo, sin precisar una cifra.“Las visitas podrían aumentar, pero nunca se pondría a prueba el edificio superando el aforo permitido o incumpliendo las normas de seguridad de las personas y del patrimonio”, añaden.

De los 15,5 millones que recaudaron en taquilla en 2018, último año del que el cabildo ofrece actualmente datos, el 67% se ha destinado a la conservación del edificio, su patrimonio y las actividades programadas; el resto es para “el sostenimiento de la Archidiócesis”. La catedral acomete constantemente obras de conservación y rehabilitación, el último gran proyecto, aún en proceso, es la limpieza y consolidación de la Giralda, el antiguo alminar almohade de la mezquita coronado por Hernán Ruiz II con un cuerpo de campanas en el siglo XVI. A principios de febrero se han finalizado los trabajos de la cara este y después de Semana Santa se acometerá la fachada norte, con la que se completará una obra que comenzó en 2017 con un presupuesto de 2,4 millones.

La amplitud de la Mezquita de Córdoba

La Mezquita-catedral de Córdoba se apuntó a la venta digital el pasado diciembre y ya despacha el 30% de sus entradas por Internet, que el pasado año fueron 2.079.160, una cifra que hace 20 años era 1,2 millones. "Con 22.000 metros cuadrados de planta, el monumento goza de buena salud y no hay ningún elemento que sea particularmente sensible al incremento de los visitantes. Tenemos monitorizados el aumento de la temperatura y de la humedad y las oscilaciones son muy pequeñas, de forma que sabemos que la cantidad de personas que nos visitan a diario no está teniendo repercusión sobre su conservación”, explica Agustín Jurado, responsable de comunicación del Cabildo Catedral.

En la impresionante mezquita que comenzó a construir el emir omeya Abderramán I en el siglo VIII, vivió sucesivas ampliaciones hasta el X y se convirtió en catedral cristiana en el siglo XIV, pueden transitar sin problemas unas 4.100 personas. “Esa es la capacidad de saturación, pero nunca llegamos al tope. Afortunadamente es un monumento muy grande y no tenemos necesidad de diseñar recorridos alternativos. Casi todo el público que realiza la visita por libre sigue el recorrido marcado en nuestros folletos que indica las fases constructivas del templo”, apunta Jurado.

Según sus responsables, el edificio más importante de la cultura omeya, admite más visitantes. “De momento no sabemos hasta cuándo podemos seguir creciendo, pero sí que realizamos todos los controles necesarios para evitar que las visitas afecten al edificio”, precisa Jurado, quien añade que las entradas con distintas franjas horarias evitan las aglomeraciones. El público pasa una media de 60 minutos entre el laberinto formado por 365 arcos de herradura rojos y blancos. La taquilla del monumento generó el año pasado unos ingresos de 15,5 millones de euros. “Nuestro objetivo es que la taquilla física sea algo residual dentro de un año”, adelante el responsable de comunicación.

Sin embargo, en la ciudad hay voces que critican la gestión turística del monumento por parte del Cabildo. La plataforma ciudadana Mezquita-Catedral Patrimonio de Tod@s insiste en la urgencia de “implementar un plan director que regule las actividades turísticas y culturales de un monumento universal como la Mezquita de Córdoba, incluida en el listado del Patrimonio Mundial de la Unesco”.

Los ingresos por taquilla en 2019 ascendieron a 15.427.000 euros, de los cuales un 33% se destina a mantenimiento y conservación del conjunto y el resto a distintos conceptos sobre todo vigilancia y seguridad, personal y “labores caritativas”, según los datos publicados por el Cabildo.

La autenticidad del Real Alcázar

Un grupo de jóvenes en el patio de las Doncellas, del Real Alcázar de Sevilla.
Un grupo de jóvenes en el patio de las Doncellas, del Real Alcázar de Sevilla.PACO PUENTES

El Real Alcázar de Sevilla se ha unido al club de los dos millones en 2019, cuando recibió 2.067.016 visitantes, un 10% más que el ejercicio anterior. La cifra ha ido subiendo desde que superó la barrera del millón de visitas en 1998, de forma que las arcas del palacio real en uso más antiguo de Europa están rebosantes: el año pasado el monumento ingresó por taquilla 20.099.434 euros. Pero el conjunto, propiedad del Ayuntamiento de Sevilla desde 1931, cuando el Gobierno de la Segunda República le pasó la propiedad del palacio al Consistorio “para el disfrute de los sevillanos”, no es dueño de todos sus ingresos. El presupuesto de 2020 asciende a 13,6 millones con los que se sufragarán varias intervenciones como la consolidación de las yeserías del palacio mudéjar, un conjunto del siglo XIV con espacios tan impresionantes como el salón de Embajadores o el patio de las Muñecas. Entre los trabajos que se acometerán este año está también la restauración de más de 1.500 metros cuadrados de azulejos de los palacios del rey don Pedro y Gótico o la restauración del estanque de Mercurio.

El conjunto de palacios y jardines del Real Alcázar, que ocupan unas siete hectáreas en el lugar que ha sido el centro del poder de la ciudad desde la época romana en el siglo II antes de Cristo, despachó el 60% de las entradas del año pasado a través de Internet. Las largas colas ante la puerta del León, la entrada al palacio que comparte plaza con la catedral y el Archivo de Indias —los tres monumentos declarados Patrimonio Mundial por la Unesco en 1987— se han acortado gracias a la venta a través de la Red. “Ahora solo hacen colas las personas que compran las entradas en taquilla, puesto que las reservas por Internet se hacen con una hora de acceso. Además, para evitar la reventa, la comisión ejecutiva del Real Alcázar acaba de aprobar la personalización de las entradas que se vendan por Internet. De forma que a partir del 1 de mayo esos billetes llevarán el nombre y el DNI del visitante”, aclara Antonio Muñoz, concejal de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Sevilla.

El aforo del Real Alcázar es de 2.100 personas, pero “el aforo conservativo es de 750 personas y nosotros siempre intentamos aplicar este criterio”, apunta la historiadora y arqueóloga Isabel Rodríguez, directora del conjunto. El conjunto vende cada media hora un máximo de 300 entradas online y 75 en taquilla y el tiempo medio que cada visitante pasa en el monumento son unos 90 minutos.

“Nuestros visitantes valoran mucho el poder realizar la visita libre, sin un recorrido preestablecido. Algo que puede hacerse sin problemas en todo el recinto, salvo en el palacio del rey don Pedro, donde hemos observado algunos puntos de fricción porque la capacidad de las estancias es más limitada, con pasillos estrechos y salas pequeñas. Estamos estudiando limitarlas con franjas horarias”, explica Rodríguez, preocupada porque no se pierda la sensación de “confortabilidad y autenticidad” que experimenta el público, pero cree que el número de turistas puede seguir creciendo.

“En el Alcázar hemos pasado de la restauración artesanal a los protocolos de conservación preventiva. Estamos elaborando un plan de conservación que recoge todos los elementos del alcázar, muebles, inmuebles y los árboles y plantas de sus jardines, para poder hacer el mantenimiento adecuado de cada elemento, de forma que no sea necesaria la restauración”, añade la directora, obsesionada con mantener la autenticidad de un palacio que sigue siendo la casa de los Reyes en Sevilla.

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