Historia de una dimisión
La existencia de fuertes presiones de poderosas instancias como desencadenante de la dimisión de Adolfo Suárez, aparece implícitamente reflejada en el mensaje dirigido ayer tarde a la nación por el que ha sido primer presidente constitucional español desde los tiempos de la Segunda república.«Como frecuentemente ocurre en la historia», dijo Adolfo Suárez, «la continuidad de la obra exige un cambio de personas, y yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España».
Estas palabras de Adolfo Suárez cobran especial relieve a la hora de analizar su decisión, si se ponen en relación con los persistentes rumores de los últimos días sobre presiones de estamentos militares cerca, del Rey, si bien ayer fueron desmentidos por el Ministerio de Defensa. Observadores políticos no dudaban anoche en atribuirle un papel desestabilizador, similar al que supuso en el Chile de Allende la huelga de Transportes, a la huelga salvaje de los controladores aéreos, que ha desarmado al Gobierno ante la opinión pública y provocado la suspensión del congreso de UCD.
La oposición de la derecha confesional a la continuidad de Suárez ha sido menos recatada, y la toma de posición de los obispos, en los días previos al Congreso, respecto al divorcio, llevaba una carga de profundidad de largo alcance contra el líder centrista.
Sin embargo, es preciso recordar las circunstancias creadas por la lucha desencadenada en el seno de UCD, en los días previos al aplazado Congreso, para tener todos los elementos de juicio que puedan explicar la dimisión de Adolfo Suárez, sorprendente para sus propios compañeros de partido.
Suárez sabía perfectamente que del II Congreso de UCD iba a salir con una confianza otorgada a plazo fijo y que ese plazo iba a ser, por otra parte, muy corto. En los últimos días, tanto Rodolfo Martín Villa como Landelino Lavilla habían coincidido en el análisis siguiente: 1) Adolfo Suárez está desgastado y no es el líder que UCD necesita para concurrir a las próximas elecciones generales; 2) el congreso no es el momento de llevar a cabo la sustitución de Adolfo Suárez, pero es preciso que los estatutos institucionalicen un mecanismo de sustitución del presidente, si las circunstancias lo exigieran, sin necesidad de un congreso del partido, o como consecuencia de unas elecciones generales.
Coincidencia "mortal"
Esta coincidencia de los dos cabeza de fila de los sectores con más compromisarios y mejor organizados del partido era mortal para las aspiraciones de Adolfo Suárez, cuya voluntad de continuidad quedó inequívocamente expresada en las declaraciones efectuadas hace exactamente una semana a la agencia Efe.Si los martinvillistas y los cristiano-liberales renunciaban a plantear en el congreso la sustitución de Adolfo Suárez, era porque no tenían la convicción de que mediante un golpe de efecto el líder de UCD no consiguiera «confundir» a los compromisarios y obtener un amplio respaldo personal; por eso consideraban más adecuado remitir tan importante cuestión al seno del consejo político, órgano deliberante del partido entre congreso y congreso.
Las elecciones gallegas y el previsible retroceso de UCD en las mismas podían ser el momento elegido para proceder a la defenestración de Adolfo Suárez. Martín Villa consideraba que ésta podía ser la prueba definitiva, y para Landelino Lavilla un recambio en esas fechas -posiblemente mayo- dejaba un tiempo prudencial para que el nuevo líder «se respaldara de un activo político» con el que comparecer ante el electorado.
Ante esta situación de interinidad, Adolfo Suárez sólo tenía una defensa frente a sus adversarios: proponer al Rey la convocatoria de elecciones generales, poder que le atribuye la Constitución. Cuando ayer fue convocado el Gabinete, los socialdemócratas creían precisamente que ese era el asunto que se iba a debatir. No hay que descartar, por tanto, que esa proposición haya sido planteada al Rey, y que una posible resistencia del Monarca a una decisión de tal envergadura haya desencadenado la dimisión de Adolfo Suárez.
La situación de Adolfo Suárez dentro de UCD puede que fuera todavía más difícil, pues, según fuentes fiables, Martín Villa incluso le había retirado su apoyo de cara al congreso. Días antes, el ministro de Administración Territorial confesaba que, a pesar de que consideraba agotada la fórmula, Suárez como candidato electoral respaldaría su elección en el congreso como presidente de UCD. Al parecer, en un almuerzo reciente al que asistieron Calvo Sotelo, Martín Villa, Sancho Rof y Juan José Rosón, y que se desarrolló en, un clima no exento de tensión, se planteó la sustitución de Suárez y quién sería el sucesor. Martín Villa no era pretendiente a esta opción, porque continúa creyendo que su posibilidad política reside en convertirse en «el sucesor del sucesor».
Según ha sabido EL PAIS de una alta fuente institucional, la posibilidad de que Adolfo Suárez planteara la disolución de las Cortes al Rey hace tiempo que está considerada, hasta el punto de que se habían solicitado informes jurídicos que, en palabras de dicha fuente, «abarcaban todas las hipótesis». Una de ellas era el desacuerdo del Jefe del Estado con una propuesta de este tipo del presidente del Gobierno.
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