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COLUMNA
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‘Serrines, madera de actor’ o cómo reírse de sí mismo

El amor, la amistad, la vanidad que conlleva el oficio... todo lo que rodea y angustia en la vida cotidiana de una torpe estrella en sus horas bajas conforman esta divertida serie

Antonio Resines y Jorge Sanz, en 'Serrines, madera de actor'.
Antonio Resines y Jorge Sanz, en 'Serrines, madera de actor'.julii j u
Ángel S. Harguindey

Que un actor curtido en mil batallas desde aquella ya lejana Ópera prima, de Fernando Trueba, al Resines de hoy, protagonista absoluto de Serrines, madera de actor, sin olvidarnos de la sobria interpretación de la excelente La buena estrella, de Ricardo Franco, decida reírse de sí mismo y de todo lo que rodea al hipotético glamur de la vida de un artista, es un saludable ejercicio mental que permite desintoxicarse del tan habitual sentimiento trágico de la vida.

El amor, la amistad, el periodismo, la vanidad que conlleva el oficio, la omnipresente y maléfica Hacienda, los responsables de las cadenas de pago de televisión..., en fin, todo lo que rodea y angustia en la vida cotidiana de una torpe estrella en sus horas bajas conforman esta divertida serie que exhibe Prime Video y en la que además del protagonista destaca un estupendo Jorge Sanz, del que se puede afirmar que se adelantó a Resines en su irónica autocrítica con la serie ¿Qué fue de Jorge Sanz?, de David Trueba.

Incluso cabe decir que si el numeroso grupo de guionistas de Serrines, madera de actor se hubieran centrado básicamente en la relación de esos dos amigos, estaríamos hablando de una especie de El método Kominsky castizo. En el sólido reparto destacan, además de Resines y Sanz, un divertido Ginés García Millán y una Lucía de la Fuente a la que le ha tocado representar a un Serrines que se niega a rodar la secuela de Los tocino, la serie que le dio fama y popularidad, por el anhelo de conseguir el respeto de la crítica al pretender interpretar al Otelo de Shakespeare lo que, naturalmente, no consigue aunque sí lo logra su amigo del alma.

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