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Pedro Lima, exjesuita de Bolivia: “Me expulsaron de la orden cuando denuncié los abusos sexuales”

El antiguo religioso sufrió represalias por parte de dos superiores de la Compañía, uno de ellos vinculado a la cúpula de la orden en el Vaticano

Julio Núñez
Marcos Recolons, ex alto cargo de los jesuitas en Bolivia y el Vaticano, acusado de encubrir varios casos de abusos, en una imagen de 2018.
Marcos Recolons, ex alto cargo de los jesuitas en Bolivia y el Vaticano, acusado de encubrir varios casos de abusos, en una imagen de 2018.

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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Pedro Lima describe que en el año 2001 se subió a un autobús en la estación de Sucre (Bolivia) con muchos recuerdos terroríficos en su mente y un único objetivo: viajar a Oruro para reunirse con el provincial de los jesuitas, el español Ramón Alaix, y denunciar que los sacerdotes españoles Alfonso Pedrajas, Luis Tó y Antonio Gausset Capdevila abusaban sexualmente de decenas de menores y de los novicios de la orden. El provincial, cuenta Lima, fue despótico. “Me expulsaron de la orden cuando denuncié los abusos. Él lo sabía todo y esa fue su respuesta”. Un día después de su encuentro con Alaix, Lima recibió una carta que oficializaba su salida de la congregación:

“No has salido por propia voluntad, hubieras preferido seguir en la Compañía de Jesús y así me lo has reiterado. Con todo, hemos visto conveniente que nos dejes”.

El exjesuita, exdiputado por Cochabamba de 54 años, añade que su expulsión no fue la única represalia que sufrió. En la carta de despido, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, los jesuitas se comprometieron a financiar sus “gastos académicos de matrícula y créditos” para que pudiera estudiar la carrera de Teología con el fin de “optar a la ordenación sacerdotal”. Lima aceptó y asegura que también recibió 3.000 dólares de la mano del catalán Marcos Recolons, por entonces un alto cargo de la orden en Bolivia que unos años más tarde llegaría a la cúpula de la orden en el Vaticano. “Un año y medio después, me llamó Recolons por teléfono para decirme que la compañía me sancionaba y me cortaba la financiación [de los estudios] porque seguía hablando de los casos de pedofilia. Fue una forma de acallarme. Me dijo: ‘No voy a permitir que hables [mal] de mis hermanos jesuitas”, narra por teléfono desde Paraguay, país donde vive actualmente.

Lima desvela este episodio, 22 años después, animado por el escándalo de pederastia que esta semana ha sacudido a Bolivia: la historia del jesuita español Alfonso Pedrajas, alias Pica, fallecido en 2009, que admitió en un diario secreto cómo abusó de decenas de menores en varios colegios de la orden en el país andino y de cómo la orden lo protegió durante décadas. Este exjesuita no solo afirma que la Compañía encubrió de manera sistemática todos los casos de abusos que conocieron, sino que también sancionó y acalló a las personas que los denunciaron.

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Diario de un cura pederasta

Un jesuita español abusó de decenas de niños en Bolivia. Encubierto por la Iglesia, dejó escrito un insólito testimonio. Reconstruimos su historia de la mano de víctimas y allegados

Lima fue jesuita entre 1992 y 2001. Pasó como novicio y maestro por varias ciudades (Oruro, Cochabamba y Sucre). En todas ellas relata que fue testigo de los abusos que cometieron Pica y Luis Tó —otro jesuita que la orden trasladó en 1992 hasta Bolivia por una condena de pederastia en España— y acusa de los mismos delitos a Antonio Gausset Capdevila, alias Tuco, un prestigioso sacerdote catalán que desarrolló su carrera eclesiástica en Bolivia y que, hasta ahora, no había sido acusado públicamente por pederastia.

Este último caso fue el que finalmente provocó que Lima acudiera en 2001 a denunciar los abusos a sus superiores. Los abusos que presenció sucedieron a finales de los años noventa, en Sucre, cuando Lima era docente de la orden. Gausset, detalla Lima, tenía una enfermedad degenerativa que le impedía caminar. “Por ello, otro jesuita catalán le conseguía niños indígenas y de familias vulnerables para que le ayudasen. Y de estos niños él abusaba. Yo vivía con ellos en la misma comunidad”, relata Lima. Gausset fue capellán de la Corte Suprema de Justicia de Bolivia y un colegio de Sucre lleva su nombre en su honor.

Tanto Alaix como Recolons siguen vivos y son dos de los ocho ex altos cargos jesuitas que la orden ha suspendido cautelarmente mientras investiga si encubrieron los delitos confesados por Pica en su diario. Ambos aparecen en dicho documento como dos de los superiores a los que este informó de sus delitos y le protegieron. Este periódico ha intentado contactar con ambos para conocer su versión sobre las acusaciones de Lima, pero no ha sido posible. El actual provincial de la Compañía, el boliviano Bernardo Mercado, ha respondido a EL PAÍS sobre esta cuestión que la orden se encuentra investigado a todos los ex provinciales vivos y que brindará la “apertura de documentación que requieran las instancias de justicia” para conocer la verdad. Tras la publicación de este caso, la Fiscalía General de Bolivia ha abierto un procedimiento para juzgar el posible encubrimiento.

Carta en el que el provincial Ramón Alaix expulsa de la orden a Pedro Lima.
Carta en el que el provincial Ramón Alaix expulsa de la orden a Pedro Lima.

Recolons es uno de los personajes clave que aparece en el diario de Pica, que lo cita en varias ocasiones como un amigo, confesor y compañero. En el documento, aparece que ambos tuvieron una relación muy estrecha desde los años noventa hasta la muerte del pederasta. También convivieron entre 1997 y comienzos de los años 2000 en La Paz. Después de ser provincial (entre 1993 y 1999), la carrera de Recolons le llevó hasta el Vaticano. El superior general de los jesuitas en Roma, Adolfo Nicolás Pachón, le nombró asistente regional de América Latina en 2004 y lo elevó a consejero en 2008, cargo que lo situó en la cúpula de poder de la congregación a nivel mundial.

De hecho, Pica le hace una visita allí en 2005, que describe en su diario. “Una semana en Roma. Lo más valioso: la amistad de Marcos Recolons”. Según las memorias del pederasta, es durante los últimos años de su vida cuando más denuncias de víctimas llegan a los jesuitas en Bolivia. Periodo en el que Recolons ejercía esos puestos de poder dentro de la orden y que, lejos de sancionar a Pica por los abusos, permitió que ocasionalmente ejerciera como viceprovincial en el país andino. En la última entrada que Pica dedica a Recolons también escribe sobre una denuncia por abusos:

“En El Paso [Bolivia], 16 diciembre 2007:

Sigo enormemente decepcionado de Ramón [Alaix], el provincial. En meses completos es incapaz de llamarme por teléfono para saludar o interesarse alguito por mi salud. No me contestó nada acerca de su comprometida reunión con el denunciante.... En general los siento a todos [los jesuitas] lejanos, metidos en sus mundos personales, en sus ‘reinos’, que no son el Reino ni mucho menos. Aunque quién sabe. Una pequeña luz, quizás la única, es Marcos Recolons”.

“Me comentó que Pica abusó de él”

Lima entró en la orden en 1992, procedía de una familia humilde de Oruro. Movido por una “vocación a una vida de servicio” visitó a los jesuitas de su ciudad para ingresar en la orden. “Me recibió el maestro formador de los jesuitas, Padre Alfonso Pedrajas. Fue muy cariñoso y expresivo en la bienvenida. Cuando le dije que quería ser jesuita me dio un abrazo”, recuerda. Durante las pruebas de selección, en una casa de la orden en Taquiña (Cochabamba) fue la primera vez que escuchó que Pica “era un abusador”.

Lima es uno de los nombres que aparece en el diario de Pica. Figura como uno de sus novicios durante los años 90. En 1993, Lima cuenta que Recolons, por entonces provincial, llegó al noviciado para que todos conocieran a un nuevo profesor: Luis Tó. “Nos lo presentó como un jesuita catalán que estaba haciendo ‘mucho bien’ en la ciudad de El Alto. Esa semana Pica nos dijo que Tó sería nuestro profesor de ética y moral sexual”, dice.

- ¿Pero ustedes sabían que Tó había sido condenado por abusar de una menor en Barcelona en 1992?

- Sí. Él mismo contaba que había abusado. Pero presentaba la pedofilia desde un punto de vista teológico, diciendo que Jesús perdona al pecador, y eso es suficiente con una confesión.

En 1994, Tó fue con Lima a su parroquia de El Alto para ejercer de traductor de aymara, lengua que conocía. “Estaba acompañando a los niños de la catequesis familiar. Yo me quedé dando la charla sobre Jesús a los niños y él llamaba a entrevistas a los pequeños en una oficina cercana. Al despedirnos vi rostros sonrientes de muchos niños que abrazaban a Tó, pero unos tres o cuatro no se acercaban y tenían el rostro asustado. Es la primera vez que sentí terror al lado de un jesuita pederasta sentenciado por la justicia”, cuenta.

A finales de los noventa, Lima fue destinado a Sucre como profesor. Hizo amistad con un jesuita joven con el que iba al gimnasio después de dar clases. “Un día le pregunté sobre Pica y él no me dijo nada, solo se puso a llorar. Cinco o diez minutos después, en la plaza 25 de Mayo de Sucre, me comentó que Pica abusó de él. Quise preguntar más cosas y su respuesta fue: ‘No me hables más del tema, por favor’. Esta víctima se ha suicidado este año. No puedo imaginar cuánto habrá sufrido”, relata. Pica, subraya Lima, no solo abusó de menores, “también de novicios de unos 18 o 19 años, pero personas vulnerables al fin y al cabo”. Esta víctima aparece citada en el diario de Pica, donde este afirma que en 2005 mantiene una “permanente correspondencia” con ella.

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