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Los médicos jóvenes quieren ser dermatólogos... y no es solo porque se pueda ganar mucho dinero

Las 120 plazas para la especialidad, una de las que goza de mejores condiciones, se han agotado en tiempo récord en la convocatoria MIR de este año

Gerald Selda
Gerald Selda, residente de dermatología en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.Álvaro García
Pablo Linde

Solo han hecho falta 566 candidatos para agotar las 120 plazas de dermatología que incluía la convocatoria de Médicos Internos Residentes (MIR) de 2023. La especialidad está desde hace años entre las primeras en coparse, pero nunca lo había hecho tan rápido: uno de cada cinco aspirantes con mejores notas se ha decantado por ella. Sus condiciones laborales (no tienen guardias de 24 horas), sus buenos sueldos y las muchas salidas en el ámbito privado pesan para la elección, pero los graduados explican que existen también otras razones que tienen que ver con las características de la propia especialidad, como su capacidad para resolver problemas rápidamente y el trato con el paciente.

Lo que ha pasado este año con dermatología, sin embargo, carece de precedentes. Pese a que se han ofertado más plazas que en las últimas convocatorias, se han agotado antes que nunca. El año pasado se adjudicaron los 115 puestos, que se coparon cuando llegó el turno del candidato número 721; en 2021 fue la segunda en terminar la adjudicación de sus 112 plazas (la última con el número 1.008); en 2020, con 108 plazas, también fue segunda (la última en el número 821); en 2019 fue la primera, con 94 plazas (la última, el 763); y también fue primera en 2018, cuando sus 88 plazas se agotaron en el candidato 801.

Javier Moreno-Manzanaro es uno de los 120 médicos que han conseguido plaza de dermatología en esta convocatoria. Según cuenta, su preferencia siempre fue la anatomía patológica, aunque le había encantado la rotación que hizo en sexto de carrera en dermatología. Salió del examen “sin saber lo que había hecho”, porque según confiesan quienes lo han sufrido, tiene mucho de “lotería”. Cuando salieron las notas y se vio en el puesto 295 fue consciente de algo que muy pocos pueden decir: podía elegir cualquier especialidad.

No es raro entre los dermatólogos: no se plantean seriamente escoger esta especialidad hasta después del MIR. Cuando ven la nota del examen y comprueban que están entre los mejores y que pueden optar a ella. Porque, si no están en el grupo de salida, saben que es directamente imposible y prefieren no fantasear con ello.

“Una charla con una compañera me sirvió para reflexionar sobre la falta de trato con el paciente de anatomía patológica. Y es algo que me gusta mucho. Otra especialidad que me apasionaba era oncología, pero tampoco sé si podría llevar esa carga emocional diaria tan fuerte. En dermatología se junta el trato con el paciente con la proximidad del diagnóstico, es una especialidad muy amplia y variada”, cuenta por teléfono Moreno-Manzanaro.

Entre algunos profesionales sanitarios existe una especie de tabú a la hora de hablar sobre salarios y horarios. “Parece que la vocación lo es todo, pero somos trabajadores como cualquier otro y también buscamos conciliar y tener una buena vida”, prosigue este futuro dermatólogo, que reconoce que las condiciones laborales también son un factor importante a la hora de decidir: “Eso no quiere decir que no haya vocación. Pero en la elección de la especialidad influyen muchísimos condicionantes”.

Los mejor pagados

Según el informe Oferta y demanda de empleo en España, que elaboran Adecco e Infoempleo, los dermatólogos son los médicos mejor pagados de España, con un sueldo medio de 72.122 euros brutos al año, seguidos de pediatras (70.996 euros brutos anuales), neumólogos (55.260) y especialistas en aparato digestivo (54.373).

A esto se añade que dermatología es una de las especialidades que no tiene guardias de 24 horas y que en el sector privado se rifan a estos profesionales. Gerald Selda, residente de cuarto año de dermatología en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, recibe ya ofertas constantemente, a unos meses de completar la especialidad. En el sector privado también es la mejor pagada, con sueldos entre los 90.000 y los 120.000 euros anuales después de 10 años de experiencia en Madrid y Barcelona, según la V Guía Spring Professional del mercado laboral 2022 de Adecco.

Selda dice que, “como todo el mundo”, quiere vivir bien, pero después de sus cuatro primeros años ejerciendo defiende apasionadamente su especialidad frente a quienes piensan que la elección se resume solo en dinero y condiciones laborales: “También salvamos vidas y mejoramos la vida de la gente. Yo la escogí sobre todo por ser muy completa y porque todo es muy práctico. Ves al paciente y le puedes dar un diagnóstico muy rápido. Puedes hacer muchos tipos distintos de procedimientos y somos bastante independientes; tras el diagnóstico el tratamiento suele llegar muy rápido. Es una especialidad muy resolutiva”.

A todo eso, Selda y otros consultados añaden la variedad. “Si te gusta la cirugía tienes toda la que quieras. Si te gusta la parte más médica, hay muchas enfermedades inflamatorias, tienes parte estética... Procedimientos muy distintos, como el láser, la tricología, que está subiendo ahora como la espuma”, enumera.

Rafael Virseda, residente de tercer año, añade más atractivos: “Puedes tratar desde niños hasta ancianos, tiene tecnología, infecciones, oncología, parte manual. También un componente de arte. Es muy visual, y eso supone un reto, porque a veces tienes que interpretar parámetros más objetivos, pero una lesión en piel no siempre puedes buscarla en Google. Al final cada persona tiene una reacción distinta”.

Cuando se le pregunta por las condiciones, el sueldo y las muchas salidas de la especialidad, las concede sin dudar: “Sería hipócrita decir que no. Esto es un trabajo, y el trabajo tampoco tiene por qué condicionar por completo tu vida. Después de matarme mucho en la carrera cambié un poco el chip y pensé que no quería ser esclavo de la medicina. Me gusta mucho, pero también quiero hacer otras cosas”.

Medicina de familia, la menos codiciada

Como en casi todo en esta vida, las preferencias de los doctores también responden, en parte, a modas. Hace un par de décadas, pediatría llegó a ser la más codiciada. Pero desde entonces está en caída, al mismo tiempo que dermatología —que siempre ha gozado de popularidad— ha ganado todavía más peso. Otras se mantienen altas pase lo que pase, como les sucede a cardiología o cirugía. Y hay otra que siempre queda hasta los últimos puestos: medicina familiar y comunitaria, en parte por el menor prestigio de esta especialidad y sus generalmente peores condiciones laborales, y en parte porque hay muchas más plazas que de cualquier otra.

En la convocatoria MIR del año pasado se quedaron 200 plazas de medicina de familia sin cubrir, algo que resulta preocupante, ya que hoy en día existe un déficit de estos profesionales y se estima no se podrán reponer los que hacen falta hasta dentro de casi un lustro. Las sociedades que se dedican a esta especialidad reconocen que las noticias en torno a ella —con protestas que se han sucedido en toda España en los últimos meses debido a las malas condiciones laborales— no ayudan a hacerla más atractiva. Y se quejan del “hospitalocentrismo” de la carrera. “Reclamamos desde hace años que el licenciado en Medicina conozca la primaria, que haya una asignatura concreta en la carrera, que no solo se aprenda cardiología, reumatología, nefrología y otras”, decía recientemente José Polo, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), en una entrevista en EL PAÍS.

El proceso de elección de plazas MIR continúa hasta el 7 de mayo, a razón de 400 plazas diarias. Habrá que esperar a entonces para saber si, de nuevo, quedan plazas vacantes en alguna especialidad. Lo que es seguro es que esto no sucederá en dermatología. Tampoco en cirugía plástica, estética y reparadora, que fue la segunda en agotarse tras solo 687 candidatos (el año pasado se copó en el número 1.039). La siguiente que se copará parece ser cardiología, a la que el jueves le quedaban 36 plazas por cubrir. Los aprobados en el MIR todavía no han elegido ni una plaza de oncología radioterápica, bioquímica clínica, cirugía torácica, inmunología, medicina del trabajo, nuclear y preventiva.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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