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China anuncia el fin de las cuarentenas para viajeros internacionales

A partir del 8 de enero no se exigirá aislarse en un hotel a la llegada al país, que ha mantenido sus fronteras selladas desde el 28 de marzo de 2020

Covid China cuarentenas
Trabajadores con mascarillas empujan un triciclo con comidas y bebidas frente a la Ciudad Prohibida de Pekín el 14 de diciembre.Ng Han Guan (AP)

Tres años después de que China comunicara que se habían detectado casos de una “neumonía atípica” en la ciudad de Wuhan, el gigante asiático ha anunciado que está finalmente dispuesto a reabrirse al mundo. La Comisión Nacional de Salud informó el lunes por la noche de que el país cancelará la cuarentena centralizada para viajeros internacionales el 8 de enero, poniendo así fin a 33 meses en los que sus fronteras han estado prácticamente selladas. Ese mismo día, la covid pasará oficialmente a considerarse una enfermedad de menor gravedad, contra la que no será necesario imponer protocolos tan estrictos como los que se han venido aplicando desde 2020. La decisión supone un paso más en el desmantelamiento total de la política de covid cero, que ha dominado la vida de los 1.400 millones de chinos desde el estallido de la crisis sanitaria y que se volvió especialmente draconiana este calendario, generando un amplio descontento entre muchos sectores de la población y desencadenando una oleada de protestas sin precedentes bajo la Administración de Xi Jinping.

La Comisión Nacional de Salud ha anunciado que, a partir del 8 de enero de 2023, para entrar a China solo se exigirá mostrar un certificado negativo de una PCR realizada en las 48 horas antes de embarcar, eliminando además la obligatoriedad de recibir un código de aprobación por parte de las autoridades chinas en el país de origen. Hasta ese día, la cuarentena continuará siendo de cinco días en una habitación de hotel, seguidos de tres días de observación en casa. El cambio se produce después de tres semanas en las que Pekín ha ido notificando la eliminación de prácticamente todas las medidas de contención que formaban parte de su estricta política de covid cero.

Esta nueva normativa, sin embargo, no significa una inminente reapertura completa del país. El Gobierno aún no ha confirmado cuándo volverá a emitir visados de turista y, aunque las autoridades sanitarias aseguraron en su nota del lunes que se hará todo lo posible por facilitar los trámites de obtención de visas de negocios, trabajo, estudios o reunificación familiar para los extranjeros, se desconocen todos los detalles al respecto. China cerró sus fronteras el 28 de marzo de 2020, momento en el que además canceló los permisos de residencia de todos los extranjeros que se encontraban entonces fuera de su territorio. En todo este tiempo, volar al país ha sido una ardua tarea, tanto por la dificultad de conseguir los permisos en regla, como por el precio prohibitivo de los billetes y las cuarentenas; los aislamientos en una habitación de hotel, que llegaron a ser de hasta 21 días, siempre han corrido a cuenta del viajero.

En el caso de los ciudadanos chinos, las autoridades informaron los viajes al exterior se restablecerán “de forma organizada”. En febrero, la Administración Nacional de Inmigración expresó que, mientras la situación pandémica en el exterior continuase siendo “un gran riesgo para la seguridad”, no se renovarían los pasaportes de sus nacionales para viajes no esenciales, por lo que los pocos que han salido del país lo han hecho por motivos de estudio o negocios. 15 minutos después de conocerse la noticia, las búsquedas de billetes para el extranjero en la plataforma china de viajes Qunar se dispararon en un 850%, según el medio económico Cailianshe.

Los funcionarios sanitarios aseguran que el giro en la política se debe a que el 90% de los casos de ómicron “son leves o asintomáticos” y a que la covid evolucionará gradualmente a una infección respiratoria común, un golpe de timón en la narrativa con respecto al discurso de hace dos meses. La Comisión Nacional de Salud señaló que, a pesar del cambio, se reforzarán las medidas de prevención y control en instituciones clave, como las residencias de ancianos, y que, en caso de que un brote se vuelva especialmente virulento, se adoptará un “circuito cerrado”. También se enfatizó que se fomentará la vacunación entre los mayores y la inoculación de una segunda dosis de refuerzo entre los grupos más vulnerables.

China es la última de las grandes economías del planeta que acepta la inevitabilidad de convivir con el coronavirus, pero lo hace en un momento en el que venía haciendo frente a la peor ola de contagios desde el inicio de la pandemia. La repentina y abrupta relajación de las restricciones está ejerciendo una enorme presión sobre el sistema sanitario, especialmente en Pekín, que se había convertido en uno de los epicentros del rebrote a principios de diciembre. Epidemiólogos internacionales advierten que podrían producirse millones de muertes durante el invierno, para el cual se predicen tres olas.

El número real de contagios y decesos es imposible de rastrear. La Comisión Nacional de Salud dejó de publicar las cifras de casos diarios el domingo, días después de cambiar la metodología para contabilizar los fallecimientos. Ahora, tan solo se reconocerán aquellas muertes cuya causa primaria sean neumonías o fallos respiratorios, un enfoque diferente al que se aplica en el resto del mundo. Oficialmente, China solo ha registrado 5.241 muertes por covid desde el inicio de la pandemia, y nueve de ellas en diciembre, a pesar de que los hospitales y los crematorios de la capital afirman estar desbordados.

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