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Miedo, hospitales abarrotados y opacidad en China por la covid

Epidemiólogos occidentales calculan que podrían producirse millones de muertes durante el invierno tras el fin abrupto de la política de ‘covid cero’

Covid China
Viajeros en Hong Kong, el 23 de diciembre de 2022.TYRONE SIU (REUTERS)

Si un residente de Pekín se hubiese quedado dormido el último fin de semana de noviembre y despertado el primero de diciembre, podría pensar que durante su letargo lo habían transportado a cualquier otro lugar del mundo donde ya hace tiempo que se gripalizó la covid. “Creo que de repente estoy viviendo en otro país”, comentaba el domingo 4 de diciembre un joven occidental, que no sale de China desde principios de 2020. Una semana antes, él mismo había recibido el permiso para salir a la calle después de 11 días encerrado en su edificio porque uno de sus vecinos había dado positivo. Ese domingo le comunicaban de su trabajo que varios compañeros estaban contagiados, pero que podían pasar la enfermedad en casa; el resto, debía hacerse una prueba de antígenos, que hasta esa misma jornada no se podían adquirir por cuenta propia. Era el principio del fin de la rígida política de covid cero, cuyo carpetazo oficial llegó el 7 de diciembre después de una oleada de insólitas protestas.

La abrupta salida de la estrategia que ha dictado la vida de 1.400 millones de personas ha provocado un tsunami de infecciones cuyas cifras son ya imposibles de rastrear: 248 millones de personas (un 18% de la población) se habrían contagiado en los primeros 20 días de diciembre, y se calcula que en un solo día de esta semana podría haber habido unos 37 millones de casos, según trascendió de una reunión a puerta cerrada de la Comisión Nacional de Salud, citada por Bloomberg. Sin embargo, China oficialmente solo ha comunicado una decena de muertes por covid en lo que va de mes; los epidemiólogos en el extranjero auguran un invierno negro, con millones de fallecidos, debido a la baja tasa de vacunación de los grupos vulnerables y a la poca preparación del sistema sanitario.

En cuestión de días, se ha pasado de no conocer a nadie que hubiese contraído la covid en China a que sea difícil que alguien diga que aún no se ha contagiado. Las publicaciones en el tablón de WeChat (similar al muro de Facebook) están repletas de fotos de pruebas de antígenos y de emoticonos de ovejas, porque positivo, en mandarín, suena igual que este animal (yáng).

Según datos del Gobierno, la tasa de vacunación del país supera el 90%, pero la de los adultos que han recibido la dosis de refuerzo desciende al 57,9% y cae al 42,3% en el caso de los mayores de 80 años. Los expertos afirman que se deben inyectar tres dosis de las vacunas chinas para que tengan una efectividad similar a las de ARN, las cuales no están disponibles dentro del país. Aunque China cuenta con nueve vacunas aprobadas para su uso, ninguna ha sido actualizada para combatir la ómicron.

Las imágenes que circulan de los hospitales son preocupantes: salas de espera abarrotadas, camas en los pasillos y ancianos recibiendo oxígeno a través de ventiladores, escenas que recuerdan a los peores momentos de la pandemia. Doctores y personal de funerarias con los que ha contactado EL PAÍS afirman que la situación es “difícil” y que los recursos de la capital están contra las cuerdas.

El tanatorio del distrito pekinés de Tongzhou confirmó el jueves que está cremando alrededor de 140 cadáveres diarios, en comparación con la media habitual de 40. En reportajes de la cadena nacional CCTV se alerta de que el número de ingresos en Pekín está siendo hasta cuatro veces mayor de lo habitual y que las clínicas de fiebre están trabajando a su máxima capacidad.

Pacientes de coronavirus en los pasillos del hospital Chongqing No. 5 People's, en Chongqing, el 23 de diciembre de 2022.
Pacientes de coronavirus en los pasillos del hospital Chongqing No. 5 People's, en Chongqing, el 23 de diciembre de 2022.NOEL CELIS (AFP)

Después de tres años en los que la vida cotidiana ha estado dictada por los controles impuestos por el Estado, y durante los cuales la propaganda se ha dedicado a infundir miedo a contraer la enfermedad, la brusquedad con la que se han eliminado las medidas de protección ha provocado confusión entre muchos ciudadanos. De estar obligados a escanear el código de salud para acceder a cualquier lugar, a mostrar una PCR negativa para tomar el transporte público o comprar en el supermercado e, incluso, a reportar la temperatura corporal y si se tenían síntomas, se ha pasado a que se promueva que “cada uno sea responsable de su propia salud”. Algunas grandes ciudades, como Chongqing, permiten hasta que se acuda a trabajar contagiado.

Un miembro de un comité vecinal de Pekín, que prefiere hablar desde el anonimato, considera que la política “cambió inesperadamente rápido” y que les “pilló con la guardia baja”. Desde el estallido de la pandemia, estos jefes del barrio han sido los encargados de “velar por la salud” de los residentes, llegando a aplicar los protocolos con más diligencia que las autoridades. “Tuvimos que cambiar todos los planes apresuradamente, no estábamos preparados para una reapertura y lanzar a la gente a enfrentarse a la ómicron”, confiesa. Ahora cuestiona los efectos adversos que el cambio puede acarrear: “En grupos de WeChat en los que la gente está celebrando el fin de las restricciones hay quienes aseguran que han perdido familiares en los últimos días, lo que está generando pánico”.

“Mi hijo me ha dicho que no salga hasta que pase este período de infección, que no se me ocurra ir al hospital, que él me traerá medicinas”, cuenta a este periódico la señora Liu, de 70 años, que está vacunada con las tres dosis. Al igual que el hijo de Liu, Lin y su marido, ambos doctores, han pedido a sus padres que guarden cuarentena hasta que disminuyan los contagios. “En cuanto empezaron a llegar más pacientes decidimos que lo mejor era que mis suegros [viven en la misma casa] se fueran con mi madre, para que estuviesen a salvo”, cuenta esta cirujana. “Mi esposo fue el primero en tener síntomas, y a los pocos días nos contagiamos la niña y yo. Ella lo ha pasado bien, pero nosotros hemos tenido fiebre alta y la garganta como una cuchilla de afeitar. Nos hemos reincorporado en cuanto hemos podido; hacemos falta”, comparte Lin.

El epidemiólogo Wu Zunyou ha pronosticado tres olas de covid para este invierno. La actual se limitará principalmente a las grandes ciudades, mientras que las otras dos llegarán a las zonas rurales a causa de los desplazamientos por el Año Nuevo chino. Lü Dewen, socióloga de la Universidad de Wuhan, advierte que el sistema de salud de localidades remotas estará en riesgo de colapsar debido a la limitación de sus recursos.

Cerrojazo informativo

La recién extinguida política de covid cero permitió al gigante asiático registrar cifras mínimas de infecciones y decesos mientras otros países recibían la tremenda embestida del virus en 2020 y 2021. Oficialmente, China, un país de 1.400 millones de habitantes, ha contabilizado 5.241 muertes desde el estallido de la pandemia en 2020 y solamente siete desde que flexibilizó las medidas el 7 de diciembre. En España, con una población de 47 millones, hubo 40.000 muertos por covid solo en 2021. No obstante, Airfinity, una organización que analiza datos sanitarios, calcula que unas 5.000 personas están muriendo a diario en China y que el número de contagios podría estar superando el millón. Esta empresa británica calcula que el total de fallecidos durante esta ola podría ascender a entre 1,3 y 2,1 millones.

En un intento de acallar los crecientes rumores de que el país no está siendo transparente, las autoridades sanitarias comunicaron el martes que la metodología que se sigue es contar tan solo aquellas muertes que se deban a neumonías y fallos respiratorios como causa primaria, pero no a otras enfermedades del paciente agravadas por el coronavirus. El cambio de criterio se ha realizado en base a que “ómicron tiene menos probabilidades de causar otros síntomas mortales”, según Wang Guiqiang, jefe del departamento de enfermedades infecciosas del Primer Hospital de la Universidad de Pekín.

Una enfermera empuja una camilla a la salida de un hospital en Pekín, el 23 de diciembre de 2022.
Una enfermera empuja una camilla a la salida de un hospital en Pekín, el 23 de diciembre de 2022. THOMAS PETER (REUTERS)

Este nuevo enfoque está siendo profundamente cuestionado, puesto que pasa por alto otro tipo de complicaciones potencialmente letales de la covid-19, desde coágulos hasta infartos de miocardio, así como sepsis e insuficiencia renal. “No tiene sentido aplicar esta mentalidad de marzo de 2020, cuando se creía que solo la neumonía por covid podía matarte”, apunta Benjamin Mazer, profesor adjunto de Patología de la Universidad Johns Hopkins, citado por Reuters.

La Organización Mundial de la Salud también ha transmitido sus inquietudes sobre la situación real. El jueves, la agencia de la ONU afirmó que no ha recibido datos sobre nuevas hospitalizaciones por covid-19 desde que Pekín reculó en su estrategia, y pidió más información sobre la severidad de la enfermedad, el número de ingresos y las condiciones de las UCI para poder realizar una evaluación exhaustiva.

Desde principios de diciembre, los funcionarios chinos y los medios estatales se han esforzado por minimizar los riesgos del virus y tranquilizar a la población de que el giro de guion se ha hecho “en base a la ciencia”. El principal argumento que esgrimen es que las medidas draconianas con las que China se ha aislado del resto del mundo le han permitido ganar un tiempo muy valioso para salvar vidas. Sin embargo, la flexibilización se ha producido en pleno invierno, cuando las infecciones víricas y respiratorias suelen alcanzar su punto álgido, y en medio de la que ya era la peor ola registrada hasta la fecha.

Analistas internacionales critican que Pekín, obcecado en la erradicación del virus, ha malgastado millones de dólares en realizar campañas de pruebas masivas y construir centros de cuarentena, en lugar de mejorar su sistema sanitario y vacunar a los grupos vulnerables.



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