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El volcán de La Palma cumple un mes escupiendo lava y destruyendo la isla

El 19 de septiembre estallaba la erupción; 30 días después, La Palma sigue a merced de sus caprichos | “El volcán suele hacer lo que considera oportuno”, comentan los portavoces científicos

Dos vecinos retiran a pala la ceniza que cubre casi totalmente una casa en Las Manchas, en La Palma.Vídeo: AP / EPV

El volcán sin nombre, el más monitorizado del mundo, cumple un mes de vida. La erupción en La Palma, la primera que se registra en medio siglo sobre la superficie terrestre de España, apenas deja una buena noticia en estos 30 días: la ausencia de muertes. Sus más de 80 millones de metros cúbicos de lava ya se han llevado por delante los proyectos vitales de miles de personas y dejan un abultado rastro de pérdidas materiales, de recuerdos deglutidos por el magma y de centenares de empresas y empleos sepultados. Esta es la historia de cuatro semanas y dos días que cambiaron para siempre la cara de la isla bonita.

La historia del volcán llevaba años fraguándose bajo la corteza terrestre, pero no mostró su cara hasta el 11 de septiembre. Ese día comenzó un enjambre de sismos que se abrían paso hacia la superficie y que dejaban entrever, al igual que sucediera 10 años atrás en la vecina isla de El Hierro, que Canarias iba a escribir otro capítulo en su historia volcánica. Por aquel entonces, los vulcanólogos descartaban una erupción a corto plazo. “No creemos que haya un desenlace inminente”, aseguraba el 15 de septiembre la responsable del Instituto Geográfico Nacional en Canarias, María José Blanco.

Dos policías observan la erupción del volcán de Cumbre Vieja, el pasado 19 de septiembre. / Arturo Rodríguez
Dos policías observan la erupción del volcán de Cumbre Vieja, el pasado 19 de septiembre. / Arturo Rodríguez

Los terremotos se volvieron particularmente virulentos durante la soleada mañana del 19 de septiembre, para angustia y desconcierto de la población de una isla que pasaba a semáforo amarillo por alerta de volcanes. Y a las 15.10, el volcán de La Palma entraba en erupción en la Montaña Rajada, en la zona forestal de Cabeza de Vaca, municipio de El Paso. El Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias, organismo creado en 2018 y compuesto por administraciones públicas, organismos científicos, fuerzas de seguridad y entidades de protección civil y emergencias, decreta la evacuación de unas 5.000 personas. A las 17.00, el nivel de emergencia pasa a semáforo rojo en la isla y afecta a los municipios de Tazacorte, El Paso, Fuencaliente, Mazo y Los Llanos de Aridane, donde viven unas 35.000 personas.

Los científicos califican la erupción de estromboliana, con fases que alternan y compaginan episodios explosivos con otros más efusivos (con mayor salida de lava).

La fiereza de la colada que brota del subsuelo no tarda en arrasar las primeras localidades. Las autoridades prosiguen con las evacuaciones y la cifra al concluir la primera jornada ascendería a 5.600. Actualmente, son más de 7.000 personas.

La evolución de la colada de lava

La lava entra en Todoque (1.300 habitantes), localidad que terminará arrasada, y obliga a nuevas evacuaciones en otras localidades.

El magma del volcán llega al mar y comienza a crear un delta lávico que alcanzará las 34 hectáreas antes de detener su crecimiento.

Una nueva boca en el flanco noroeste del cono realimenta las distintas coladas. Unas aparecen en el sur, donde destrozan hectáreas de cultivos; otras, al norte, que obligan a más evacuaciones.

Una nueva lengua rodea la Montaña de La Laguna por el sur y se acerca al mar. Las autoridades preparan nuevos confinamientos, mientras otras coladas mantienen la amenaza de barrios evacuados.

“Estamos en el mientras”, asegura el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres. Esto supone que la factura que deja el volcán no para de crecer día tras día. Un mes después, la erupción ha arrasado con 762 hectáreas de terreno,1.086 parcelas, 56,4 kilómetros de carreteras, 226,8 hectáreas de plataneras y 1.692 edificios por valor de 201 millones de euros, según el mapa elaborado por EL PAÍS, el cual representa la extensión de la lava cada día a partir de imágenes de drones y satélites.

Con 708,32 kilómetros cuadrados, La Palma es la quinta isla canaria por tamaño. La lava apenas ha consumido el 1% de su territorio total, pero en él cabían no solo las vidas de miles de personas: daría para construir cuatro veces la Ciudad Prohibida de Pekín y para alojar, incluso, el parque neoyorquino de Central Park.

Para hacerse una idea de la dimensión, el lector puede comparar la dimensión de la superficie de la colada con su ciudad en este gráfico:

El volcán de La Palma no constituye, obviamente, un hecho aislado en la historia de Canarias, nacidas por la acción de millones de volcanes.

Las islas se asientan sobre la placa continental africana. Hace unos 20 millones de años, la placa comenzó a pasar sobre un punto caliente. Este punto inyectó magma y comenzó a crear las primeras islas: Fuerteventura y Lanzarote. La Palma y el Hierro son las islas más jóvenes, con apenas 1,8 y 1,2 millones de años de edad respectivamente.

El archipiélago sigue estando sobre este punto, lo que hace previsible que en un futuro surjan nuevas islas.

¿Cuánta vida le queda al volcán un mes después? Por ahora, nada hace pensar que esté mostrando signos de debilitamiento. Los valores de emisión de dióxido de azufre siguen siendo altos, así como la sismicidad, que indica que la lava sigue buscando su lugar en el subsuelo. Los habitantes de La Palma pueden contar con que se produzcan más terremotos hasta que un día, abruptamente, estos se detengan.

La isla sigue a merced de los caprichos de la naturaleza. “El volcán suele hacer lo que considera oportuno”, comentan con resignación los portavoces científicos. 30 días después, para desgracia de los palmeros, sigue sin querer echarse a dormir.

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