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Laura Bassi, la Minerva italiana del siglo XVIII

Fue científica, filósofa, poeta, docente, madre de familia numerosa, segunda mujer doctorada en Europa, primera en una cátedra universitaria y gran luchadora por la igualdad

Retrato de Laura Bassi (1711-1778), mediados del siglo XVIII. Encontrado en la Colección de la Università di Bologna. Artista Vandi, Carlo (? -1768). (Foto de Fine Art Images / Heritage Images a través de Getty Images)
Retrato de Laura Bassi (1711-1778), mediados del siglo XVIII. Encontrado en la Colección de la Università di Bologna. Artista Vandi, Carlo (? -1768). (Foto de Fine Art Images / Heritage Images a través de Getty Images)

La carrera multidisciplinar de Laura Bassi, con logros tanto en Humanidades como en Ciencias, no tenía precedentes en la Italia del siglo XVIII, donde sobresalieron numerosas mujeres eruditas en plena Ilustración y a pesar de la discriminación académica y salarial que siempre sufrieron. Considerada una niña prodigio por su capacidad de aprendizaje y su interés por todo lo que la rodeaba, Bassi superó a todos y en todo gracias a los mentores con los que siempre contó, logrando graduarse en Filosofía con 21 años, debatiendo con gran soltura y argumentos sobre cualquier materia y luchando por su sueño de dar clases y trabajar en igualdad de condiciones con los hombres.

Laura Bassi aprovechó el entorno y las circunstancias privilegiadas en las que vivió. A pesar de pertenecer a una familia de clase media, siguió la estela de muchas mujeres que, antes que ella, destacaron en la vida por dedicarse a lo que les apasionaba sin enclaustrarse en las tareas domésticas a las que la sociedad las predestinaba. De esta manera, y con su carácter piadoso, trabajador y solidario con los más necesitados, pudo ser científica, docente, esposa y madre. Aunque con ciertas limitaciones, pues aún era un tiempo en el que una mujer erudita e intelectual era vista como una poderosa amenaza para los hombres, Bassi recibió una educación como ellos y demostró que las mujeres podían ser educadas tanto en matemáticas y física como en filosofía, ser investigadoras exitosas, maestras brillantes y también madres de familia.

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Laura Maria Catarina Bassi, el nombre con el que la bautizaron, nació en Bolonia en una fecha que no está clara entre finales de octubre y de noviembre de 1711. Su padre, Giuseppe Bassi, era un abogado que procedía de una familia acomodada y decidió potenciar la educación de su hija desde el primer momento con tutores privados. Desde los cinco años aprendió latín, francés y matemáticas con el religioso Lorenzo Stegani, primo de su padre. Más tarde, a los 13 años, y cuando ya claramente era una niña prodigio, se adentró en la filosofía, la metafísica, la lógica, la anatomía y la historia natural con el médico, profesor universitario y amigo de la familia Gaetano Tacconi, que decidió promocionarla en los círculos académicos de la ciudad y que se convirtió en su principal mentor y aliado durante los siguiente siete años de su vida.

Las extraordinarias capacidades intelectuales de la pequeña Bassi pronto fueron conocidas y reconocidas entre la intelectualidad de Bolonia, y los propios académicos visitaron la casa Bassi para conocer de primera mano la brillantez de mente y la capacidad lógica y analítica de la menor.

Con tan solo 21 años, en 1732, a Laura Bassi le cambió la vida con muchos acontecimientos en pocos meses, y todos ellos debidos a su sabiduría. El primero de ellos fue que el 20 de marzo fue nombrada miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia.

El segundo está relacionado con uno de los intelectuales admirador de la erudición de Bassi, el cardenal Prospero Lambertini, que en 1731 era el arzobispo de Bolonia y que más tarde fue elegido Papa a la muerte de Clemente XII con el nombre de Benedicto XIV. El cardenal Lambertini se convirtió en mecenas de la joven Bassi y, para presumir de su protegida, organizó un debate entre ella y cuatro profesores universitarios de Bolonia tal día como hoy, 17 de abril, de hace 289 años, en 1732.

El debate se celebró en el gran Palazzo Pubblico de Bolonia y Bassi defendió 49 tesis filosóficas. Su éxito la llevó a obtener en mayo un doctorado honorífico en Filosofía y, a continuación, un nombramiento como lectora de filosofía que le permitió dar una conferencia en la Universidad de Bolonia. Bassi se convirtió de esta manera en la segunda mujer europea, tras Elena Cornaro, en conseguir un doctorado en Filosofía en Europa.

Su gran año de 1732 continuó con otro sueño para ella: conseguir una plaza como profesora de Física en la Universidad de Bolonia. El 27 de junio se sometió a un examen público, que de nuevo fue un éxito. Accedió a un salario anual de 500 liras y se convirtió en la primera mujer en obtener un puesto de profesora de Física en una universidad europea, pero también entró de lleno en el mundo machista de la discriminación. Bassi tuvo muchas dificultades para poder dar clases con libertad, y más aún en un aula en la que solo había hombres, así que la joven se tuvo que conformar con dar conferencias en escenarios específicos en los que también acudían excepcionalmente mujeres.

Por último, en octubre de ese mismo año Laura Bassi ofreció su primera conferencia en la universidad. A ella acudieron todo tipo de personalidades y autoridades, tanto académicas como de la sociedad civil, política y religiosa de la época. Laura, que ya era una eminencia en los ambientes del saber, recibió un reconocimiento del Senado de Bolonia, que creó una medalla en su honor en la que aparecía ella en una cara y Minerva, la diosa de la sabiduría, en la otra, junto con la inscripción Soli cui fas vidisse Minervam (Solo tú debes ver a Minerva).

Otro acontecimiento importante cambió su vida en 1738 y también la ayudó a aliviar la discriminación de la época. Laura Bassi se casó con Giovanni Giuseppe Veratti, profesor de Ciencias en la Universidad de Bolonia. A pesar de convertirse en Laura Veratti, continuó utilizando su apellido de soltera y así ha pasado a la historia. El matrimonio tuvo ocho hijos (algunas fuentes citan incluso 12), pero solo cinco llegaron a la edad adulta debido a la gran mortalidad infantil de la época. La propia Bassi reconoció que “he elegido a una persona que camina por mí misma senda de aprendizaje, y por su larga experiencia estoy segura que no me disuadirá de ella”.

Y así fue. Formaron un gran binomio familiar, científico e intelectual y el matrimonio le facilitó su carrera profesional, ya que desde ese momento Giovanni, y no el Senado, fue quien debía concederle los permisos necesarios para impartir conferencias públicas y desarrollar algunos otros aspectos de su profesión.

En 1739 Bassi solicitó que la Universidad de Bolonia aumentara sus competencias docentes pero, a pesar del apoyo del cardenal Lambertini, todo lo que consiguió fueron fondos para realizar experimentos de física en su casa. Un año más tarde, el 17 de agosto de 1740, el cardenal Lambertini fue elegido Papa como Benedicto XIV. Eso supuso que Bassi tuvo un menor acceso a su mentor, pero tener un Papa firme partidario de la ciencia y la erudición condujo a importantes avances en el país.

Una de las ideas del Papa Benedicto XIV para mejorar el nivel de investigación académica fue crear una sociedad llamada Benedettini. El Papa escogió a 24 científicos para formar el grupo Benedettini, y como condición de su aceptación tenían que enviarle un artículo al año. Bassi le pidió al Papa que la nombrara la vigesimoquinta Benedettini. Esta fue una decisión difícil, ya que algunos de los veinticuatro que ya habían sido nombrados se oponían a que Bassi se uniera al selecto grupo mientras que otros la apoyaban. Al final, Benedicto XIV optó por una solución de compromiso al nombrar a Bassi como la vigesimoquinta Benedettini, pero sin darle los mismos derechos de voto que a los demás.

Las principales contribuciones de Bassi se realizaron en física, aunque escribió artículos sobre otros temas científicos, incluidos dos artículos de matemáticas. En aquellos años la física todavía estaba dividida entre las opiniones de Descartes y las de Newton. Bassi era una firme defensora de Newton y sus conferencias estaban diseñadas para presentar a sus estudiantes la física newtoniana. De los 28 artículos que Bassi publicó en la Academia de Ciencias de Bolonia, 13 fueron sobre física, 11 sobre hidráulica, dos sobre matemáticas, uno sobre mecánica, uno sobre tecnología y uno sobre química.

En 1749 Bassi inauguró junto a su marido un laboratorio y una escuela privada de física experimental en su domicilio. Los métodos docentes revolucionarios y también la temática convirtieron la escuela en famosa en toda Europa, albergando tanto a científicos como a estudiantes interesados en la física newtoniana, toda una novedad por estar al margen de los planes de estudios universitarios en ese momento.

En 1776, Laura Bassi presentó su candidatura a la Cátedra de Física Experimental del Instituto de Ciencia, ligado a la Academia de Ciencia, y donde el marido de Bassi era asistente. Por sus destacadas habilidades en matemáticas, fue ella la elegida para ocupar dicha cátedra, con su marido, Veratti, como su asistente y siendo nombrada, además presidenta del Instituto. Bassi se convirtió así en la primera mujer nombrada para una cátedra de Física en cualquier universidad del mundo. Fue un punto culminante apropiado para su carrera, pero lamentablemente no vivió mucho para disfrutar del puesto porque murió poco después.

Laura Bassi falleció de forma repentina el 20 de febrero de 1778 en Bolonia, a los 66 años. Su marido asumió entonces el cargo en el Instituto de Ciencia y, posteriormente, le sucedió su hijo Paolo, el único de la familia que siguió sus pasos en la ciencia.

Además de por su pasión por la ciencia, la filosofía, la investigación y la docencia, Bassi fue una mujer muy religiosa que también se dedicó a los más desfavorecidos. Escribió poesía, aunque siempre dijo que como aficionada, pero por encima de todo es recordada por su legado científico y como una de las figuras más relevantes de la intelectualidad en la floreciente Bolonia del siglo XVIII.

Laura Bassi logró desempeñar una larga carrera científica y hacerlo salvando todas las dificultades que le fueron surgiendo por su condición de mujer. Consiguió formar una extensa familia y, por tanto, también fue una pionera en la conciliación de la vida familiar y profesional, a la vez que luchó por la igualdad animando siempre a las mujeres a emprender la carrera científica y luchar por sus sueños profesionales.

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