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Devolver la voz a una generación olvidada

Una jornada organizada por EL PAÍS, CincoDías y la Cadena Ser aborda los retos de la atención a los mayores y el lugar que ocupan en la sociedad

Marta Pinedo
Una mujer mayor camina por las calles de Barcelona.
Una mujer mayor camina por las calles de Barcelona.NACHO DOCE (REUTERS)

Hace falta un cambio de modelo en la atención a los mayores que los ponga verdaderamente en el centro. A ellos y a sus proyectos de vida. Esta es una de las principales conclusiones de la jornada celebrada este jueves, organizada por EL PAÍS, CincoDías y la Cadena Ser, bajo el título ‘Mayores: la generación olvidada’. La pandemia ha golpeado con fuerza al colectivo y ha revelado las deficiencias del sistema residencial, pero ya había problemas estructurales antes de esta crisis. Como la soledad no deseada. O la necesidad de potenciar una atención a domicilio infradotada actualmente.

El evento, que ha contado con la colaboración de Loterías y Apuestas del Estado, ha estado inaugurado por el secretario de Estado de Derechos Sociales, Ignacio Álvarez, y se ha estructurado en dos mesas redondas y una entrevista. “El modelo tiene que cambiar porque la gente va a exigir modelos de atención más novedosos y personalizados. El éxito de la nueva residencia debe residir en la humanización de la atención”, ha apuntado Yolanda María de la Fuente, catedrática de Trabajo Social y de Servicios Sociales de la Universidad de Jaén, en el segundo de los debates, acerca de los cuidados y las redes de apoyo. “Las residencias de mayores a veces derivan en una soledad no deseada”, ha añadido.

“El hecho de que en una residencia tu autonomía, tu intimidad y tu privacidad queden en entredicho y que a veces no se pueden mantener relaciones con el espacio exterior es uno de los factores desencadenantes de soledad y depresión”, ha apuntado Gloria Fernández-Mayoralas, doctora en Geografía Humana por la Universidad Complutense de Madrid e investigadora científica en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía. Sienten que pierden autonomía y la libre elección de su cotidianeidad, ha añadido la catedrática, por ello los centros deberían ser la última opción. Ha coincidido con ella la directora de Atención al Mayor y a la Dependencia en la Comunidad de Madrid, Begoña Cortés: “Les metemos en una vorágine de normas y les dejamos sin capacidad de decidir sobre cuestiones fundamentales.

Por ello, las tres ponentes de esta mesa redonda han destacado la necesidad de crear una dimensión de hogar para aquellas personas que por cuestiones de dependencia o soledad severa decidan vivir en una residencia. Este ha sido uno de los grandes debates durante la crisis sanitaria ocasionada por la covid. Asociaciones profesionales, sindicatos y patronales han reivindicado que los centros no pueden convertirse en pequeños hospitales, que la atención médica debe garantizarse a través del sistema de salud. La responsable de Dependencia de la Comunidad de Madrid ha considerado que medicalizar las residencias supone un obstáculo a la hora de crear un ambiente cómodo para los mayores: “Corremos el riesgo de que por sanitarizar las residencias demasiado las convirtamos en hospitales, de lo que deberíamos huir. Tenemos que crear espacios confortables, que los mayores puedan sentir como un hogar”.

Las expertas han recalcado además que existen alternativas como las viviendas colaborativas —el llamado cohousing—, que aportan una mayor integración de los mayores. Aunque esta no es la única solución. “Tenemos que ir hacia modelos más modernos de atención domiciliaria integral, servicios que empleen la robótica, la telemedicina y una red importante de apoyos tanto sociales como sanitarios”, ha reclamado De la Fuente.

El problema, han apuntado, está en que la sociedad no coloca a los mayores en el centro del diseño del sistema de atención. “Tendemos a hablar de dependencia, pero a veces se nos olvida la promoción de la autonomía, el conseguir que la persona tenga las capacidades para decidir sobre su propia vida”, ha aclarado Cortés. Hay que escuchar a los mayores. “Se deben crear espacios donde puedan manifestar las necesidades que tienen previas a la dependencia y después, espacios de participación como talleres y formaciones”, ha aclarado la directora general madrileña.

Las tres han coincidido en señalar que resulta fundamental fomentar el envejecimiento activo para que los mayores se desarrollen en su entorno. “Hay cierta conciencia social de que una persona no puede aportar más cuando deja su vida laboral, pero tenemos que contar con ellos, que nos muestren el camino”, ha apuntado Cortés. De la Fuente ha insistido en la necesidad de promover una pedagogía del envejecimiento. La catedrática cree que se debe entender la vejez como una etapa de crecimiento personal y de desarrollo de la autonomía personal para decidir su propio proyecto de vida. Esto deriva en una postura activa con respecto a la sociedad. “No deben dejar que los planes los diseñen terceros. Tiene que haber una militancia y deben convertirse en agentes de transformación social”, ha señalado.

Para ello es necesario desarrollar una red de recursos más allá del sistema de atención a la dependencia. Algo que resulta crucial para poder combatir la soledad no deseada. En España, más de dos millones de mayores de 65 años viven solos, según el Instituto Nacional de Estadística. “Se debe crear una red de apoyo desde los barrios, desde el farmacéutico que en muchas ocasiones es un gran agente de apoyo de las personas mayores, hasta los quioscos y la vecindad en general”, ha apuntado Cortés. De esta manera, se hace más eficiente la capacidad de detectar situaciones de soledad no deseada y peligros que normalmente no registra el sistema.

De la Fuente ha incidido en la importancia de articular ciudades más amigables con los mayores, un concepto que maneja la Organización Mundial de la Salud para referirse a espacios inclusivos con el colectivo. “Si tenemos que envejecer en una ciudad inteligente y humana, esa ciudad debe dar respuestas a las necesidades de la ciudadanía y, en este caso, de las personas mayores”, ha dicho. “Es muy importante que la ciudad establezca puntos de encuentro donde podamos dar y recibir entre generaciones y gestionar nuestra vida en común”. Y ha zanjado: “Si se hace de espaldas a las personas mayores se produce indiferencia y no hay discriminación más clara”.

Contra el edadismo

La jornada ha albergado un primer debate sobre el lugar que ocupan las personas mayores, en el que se ha destacado que existe un potente edadismo en la sociedad, es decir, un desprecio social hacia los mayores. Los ponentes han sido Inés Ramos-Soler, doctora en Sociología y directora del grupo de investigación Envejecimiento y Comunicación (AgeCOM); Mónica Ramos, doctora en Antropología Social, y José Augusto García, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Han coincidido en que dar a los mayores el valor que merecen como personas es el pilar fundamental para construir una sociedad más igualitaria. Esto ha reivindicado precisamente en una entrevista que ha cerrado el acto María Teresa Bazo, catedrática de Sociología de la Universidad del País Vasco: una ética que valore la vejez.

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