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“Es inmoral que se haga política con el terrorismo”

Este abogado ha pasado 20 años defendiendo a víctimas de ETA

Fuster-Fabra recuerda la mirada de maldad de La Tigresa.
Fuster-Fabra recuerda la mirada de maldad de La Tigresa.m. minocri

“Seguramente soy la única persona de derechas que el día después del 11-M dijo que no era ETA”, afirma el abogado José María Fuster-Fabra, con su característica locuacidad. Ha pasado dos décadas en los tribunales defendiendo a las víctimas del terrorismo, así como a policías y guardias civiles de todo rango. Ahora no esconde su disgusto por la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que acaba con la doctrina Parot, nacida a raíz de un informe de un grupo de abogados entre los que se incluía, entregado en la Audiencia Nacional. “Me parece una sentencia jurídicamente injusta y negativa para las víctimas y para la lucha antiterrorista, ahora que ETA está prácticamente acabada”, asegura.

Ha elegido para el desayuno la cafetería Casa Tejada, junto a su despacho, en la zona alta de Barcelona y propiedad de Justo Tejada, exdelantero del Real Madrid y del Barça. Y del Espanyol, el club del que es forofo.

Por su bufete han pasado clientes como el general Enrique Rodríguez Galindo y la cúpula del cuartel de Intxaurrondo, el infiltrado en ETA Mikel Lejarza, el Lobo, o el periodista Gorka Landaburu. El pasado mes de junio Fuster-Fabra celebró el último juicio por terrorismo que tenía pendiente, 20 años después de que se pusiera la toga por primera vez para defender a los guardias civiles y sus familias que vivían en la casa cuartel de Vic (Barcelona).

Cafetería Casa Tejada. Barcelona

  • Tostadas de jamón: 7,50 euros. E Café y cortado: 2,60.
  • Zumo y un agua: 4,10.

Total: 14,20 euros.

En estos años se ha sentado decenas de veces frente a Iñigo Iruin, defensor habitual de los acusados de ETA. Ahora, ironías del destino, sus despachos siguen siendo contrarios, pero por un proceso de divorcio. “Mira cómo ha cambiado este país”, exclama. De aquellos juicios en la Audiencia Nacional le queda el recuerdo de los gestos amenazantes de los simpatizantes de los etarras y sus miradas. “Siempre las aguanté, porque lo que no podía era demostrarles que sentía miedo”, dice. Aunque para “ojos inolvidables”, recuerda, los de la etarra Idoia López Riaño, la Tigresa. “¿Cómo puede haber tanta maldad en unos ojos tan bonitos?”, se pregunta.

Esas y otras vivencias han sido recopiladas en el libro En toga de abogado (Planeta), escrito con la periodista Xiana Siccardi. “Una parte de la derecha española no me perdonará nunca que estuviera en el equipo que defendió a la asociación de Pilar Manjón”, vuelve a insistir.

Fuster-Fabra fue el primer abogado de España que teorizó sobre la responsabilidad civil derivada de los actos de terrorismo y nadie cuestiona que la ley de 1999 está inspirada en sus numerosas publicaciones. El auto de Baltasar Garzón de 2002 que ilegalizó Batasuna recoge buena parte de aquellas teorías.

Ahora, como antes, le parece “una inmoralidad” que se haga política a cuenta de las víctimas y del terrorismo, sea etarra o islamista. “Las víctimas son un colectivo plural, como la sociedad”, afirma. “Ha de respetarse lo que diga cada una”, añade, y pone dos ejemplos distintos. El padre de Santos Santamaría, el mosso d’esquadra que mató ETA, le ha pedido que haga todo lo que pueda para que los asesinos de su hijo sean los últimos en salir de prisión. Y Gorka Landaburu, por el contrario, está por la vía Nanclares. “Como abogado he de mirar que se cumplan ambos deseos”, dice Fuster-Fabra.

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