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Radiografía de la obesidad en España: más de la mitad de los adultos y un tercio de los niños tienen exceso de peso

Una investigación del Instituto de Salud Carlos III y AESAN destaca que un menor nivel educativo o tener familiares en casa con obesidad también son factores de riesgo para sufrir esta dolencia

Jessica Mouzo

Hay un problema de salud que lleva años esparciéndose por el mundo a la vista de todos: imparables, la obesidad y el sobrepeso ya son considerados por la comunidad científica como una nueva epidemia al alza que, además, abre las puertas a otras patologías graves, como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 2.000 millones de adultos en el mundo tienen exceso de peso y la tendencia, a ojo de los expertos, continuará ascendente en los próximos años. También en España. Una investigación del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) ha estimado la prevalencia de la obesidad y el sobrepeso en el país y ha concluido que el 55,6% de los adultos y un tercio de los menores tienen exceso de peso. El estudio, hecho a partir de datos recogidos en la encuesta ENE-COVID en 2020, constata que la prevalencia de estos cuadros es mayor en hombres. Otros factores de riesgo son tener un menor nivel educativo o familiares en casa con obesidad.

La investigación del ISCIII y AESAN recopiló información reportada en la encuesta ENE-COVID, un estudio que sirvió para estimar la seroprevalencia de la covid en España hace tres años. Los participantes, más de 57.000 adultos y 10.500 niños, autoinformaron entonces su talla y su peso, unos datos que han servido ahora a los científicos para estimar, a través del cálculo del índice de masa corporal, la prevalencia del sobrepeso y la obesidad y contextualizarla con otras variables geográficas y socioeconómicas. Los expertos advierten, en el caso del exceso de peso en la infancia, de que esta situación clínica no solo “aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas que antes eran casi exclusivas de los adultos”, como la diabetes tipo 2 de aparición temprana, la hipertensión o trastornos hormonales y psicosociales; sino que también se asocia con una mayor probabilidad de arrastrar este exceso de peso también en la edad adulta. Esto supone, a su vez, “un factor de riesgo establecido para muchas enfermedades cardiovasculares y varios cánceres”, recuerdan los autores en un artículo publicado en la revista Pediatric Obesity.

A tenor de los resultados encontrados en la población infantil, los autores han admitido que la obesidad y el exceso de peso infantil y adolescente “son altamente prevalentes en España”. Los científicos encontraron que el 33,7% de los menores de entre dos y 17 años y el 26% de las niñas de estas edades, tenían exceso de peso (sobrepeso u obesidad). De ellos, el 13,4% de los niños y casi el 8% de las niñas sufrían obesidad. “La obesidad y el exceso de peso son un importante problema de salud pública y una prioridad en la salud infantil y adolescente en España. Nuestros resultados señalan que uno de cada tres niños y una de cada cuatro niñas tiene exceso de peso y uno de cada 10 en ambos sexos tiene obesidad. En números absolutos, eso significa que casi un millón de niños y adolescentes de entre dos y 17 años tienen obesidad y más de dos millones tienen exceso de peso en España”, sintetizan los autores.

La prevalencia, no obstante, difiere, entre otras cosas, con la edad: los niveles más altos se encuentran en el grupo de menores de entre seis y nueve años. También por regiones geográficas hay diferencias: las prevalencias más bajas se han encontrado en provincias de la mitad norte de España. “Nuestros datos muestran que también algunos factores relacionados con el hogar (es decir, un nivel educativo más bajo en el hogar o tener un adulto con exceso de peso en casa) se asocian con el doble de prevalencia de obesidad”, añaden los autores.

Transmisión generacional de la obesidad

A propósito de la influencia del contexto familiar, la llamada transmisión generacional de la obesidad es un fenómeno más presente en la obesidad que en el sobrepeso, asumen los investigadores, y “ampliamente descrito en la literatura científica”. “A pesar de que parte de este fenómeno puede explicarse por un trasfondo genético compartido, el componente de la heredabilidad no puede explicar totalmente el doble riesgo de tener obesidad en niños que viven con adultos con sobrepeso. El peso de la familia, y especialmente de los padres, también determina la obesidad y el exceso de peso en los niños, ya que el estilo de vida influye en gran medida en los hábitos de sus hijos. Por ello, a la hora de desarrollar intervenciones para combatir el problema de la obesidad infantil y adolescente, el entorno familiar debería ser tomado en cuanta”, reflexionan los autores. La investigación concluye también que el nivel socioeconómico como el educativo son “factores clave”, relacionados con diferencias en el estilo de vida, como los hábitos alimentarios o la actividad física.

Con todo, añaden los autores, “hay importantes diferencias inexplicables entre regiones, probablemente debido a otros factores que no se tuvieron en cuenta la ENE-COVID”. Por ejemplo, cuestiones genéticas, culturales, dietéticas, psicológicas, la actividad física, el sedentarismo, la duración del sueño, las infraestructuras y equipamientos disponibles en la zona de residencia o el entorno alimentario, entre otras. Hay, por tanto, “amplio margen de intervención”, sugieren.

Por otra parte, los resultados en los adultos reportaron que el 18,7% de la población mayor de 18 años en España tiene obesidad y un 37,1%, sobrepeso. “Estas prevalencias aumentaron con la edad y la discapacidad, y disminuyeron con la educación, los ingresos del sector censal y el tamaño del municipio”, explican los autores en otro artículo publicado en la revista Frontiers in Public Health. El sur y el noroeste de España registran los niveles de obesidad y sobrepeso más altos.

La influencia de la edad en adultos

La edad, en este grupo poblacional, es clave, aunque la curva de influencia baila según el sexo: en los hombres, el exceso de peso aumenta más rápidamente en edades tempranas y luego se estabiliza, mientras que en las mujeres, crece progresivamente hasta la vejez. “Es bien sabido que la actividad física suele disminuir con la edad, mientras que la ingesta de energía permanece más estable, lo que puede contribuir parcialmente a una mayor adiposidad en los adultos de mediana edad y mayores”, justifican los autores. Aunque añaden, también, que otra explicación de la caída de prevalencia en adultos mayores puede deberse al sesgo de supervivencia, ya que las personas con obesidad tienen menor esperanza de vida. “Algunos estudios también han informado que la edad influye claramente en los hábitos alimentarios, mostrando, por ejemplo, un mayor consumo de frutas, verduras o pescado entre las personas de 65 a 75 años en comparación con los participantes más jóvenes, lo que también puede explicar la ligera disminución del exceso de peso en esta edad”, exponen.

A pesar de que los hombres registran prevalencias más elevadas de obesidad y sobrepeso, las mayores desigualdades en las cifras de prevalencia asociadas a factores socioeconómicos se registraron entre las mujeres. “Un menor nivel educativo se ha asociado con peores estimadores de actividad física, especialmente entre las mujeres, así como con peores hábitos alimentarios, como un menor consumo de frutas y verduras”, explican los investigadores. Y abundan en otras razones asociadas con el género: “Las mujeres con un nivel socioeconómico más bajo siguen desempeñando un papel diferente en comparación con sus pares femeninas con un nivel socioeconómico más alto, y tienen menos oportunidades de realizar actividad física en su tiempo libre, mostrando un comportamiento más sedentario, mientras que estas diferencias de roles por nivel socioeconómico no son tan marcadas entre los hombres”.

Manuel Franco, epidemiólogo, profesor e investigador en las Universidades de Alcalá y Johns Hopkins y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, califica los resultados de sendos estudios como “muy preocupantes”. “En términos de sobrepeso y obesidad infantil, España presenta, junto con Grecia e Italia, los datos más preocupantes de toda Europa, con prevalencias de sobrepeso y obesidad cercanas al 40 %, mientras que en países como Dinamarca o la República Checa las prevalencias son exactamente la mitad”, explica el científico en declaraciones al portal Science Media Centre (SMC). En la misma línea, Manuel Tena, jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) de Obesidad y Nutrición considera que los datos reportados de obesidad infantil “van en la línea de lo que se había publicado [anteriormente en la literatura científica] y definen la persistencia de un problema que no se consigue remediar pese a los esfuerzos que se dedican” a combatirlo.

Por su parte, Luis Cereijo, investigador en epidemiología social y cardiovascular de la Universidad de Alcalá, apunta a SMC que el índice de masa corporal (IMC), que es el indicador empleado para medir el sobrepeso y la obesidad en estas investigaciones, es “una medida cada vez más contestada en el ámbito científico como indicador válido de salud, debido a diferentes elementos como, por ejemplo, que no mide el porcentaje de masa corporal o que utiliza estándares universales de clasificación que no atienden a las diferencias demográficas”. Tena advierte también de que, efectivamente, la clave no es el exceso de peso, sino de adiposidad: “No se puede sacralizar el umbral de un IMC de 25 [nivel a partir del cual se considera que una persona tiene exceso de peso] y pensar que con un IMC de 24,5 ya no tenemos ningún problema. Puedes tener exceso de adiposidad sin exceder el umbral del 25″.

Los expertos cuestionan, además, la precisión de los datos de peso y talla al ser cifras autorreportadas: “La evidencia nos dice que, cuando el IMC es identificado a partir de medidas autorreportadas, tienden a sobrestimar los valores de IMC de pacientes con bajo peso y a infraestimar en quienes tienen un mayor peso, lo que puede conllevar sesgos en las medidas utilizadas en ambos estudios”, conviene Cereijo. Tena incide también en este aspecto y explica que en el estudio Aladino, que también estudió la obesidad infantil en España, “había una exploración directa de los sujetos y ahí las cifras de obesidad era mayores”. En los estudios del ISCIII, prosigue, “al ser cifras que reportan los propios individuos, puede haber cierta infrarrepresentación del problema y que este sea aún mayor”, advierte.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.
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