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Planeta Futuro
Tribuna
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El desplazamiento forzado en Gaza pone en peligro el derecho humanitario

Debemos exigir responsabilidades a quienes infringen las leyes deliberadamente, usan la ayuda como arma y difaman a las organizaciones humanitarias con el objetivo de debilitar la asistencia, la protección de los civiles y las infraestructuras civiles

War Israel Gaza
Un niño duerme en un campo de desplazados de Rafah, en el sur de la franja de Gaza, el pasado 5 de diciembre.MOHAMMED SALEM (REUTERS)

Día y noche, durante los últimos dos meses, las agencias de ayuda humanitaria han pedido el envío de suministros humanitarios a la Franja de Gaza. Se nos ha colocado en una situación intolerable, la de solicitar permiso para realizar una labor que salva vidas.

La semana pasada escribí al presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas para informarle de que la capacidad de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) para seguir cumpliendo su mandato en Gaza se ha vuelto muy limitada. En mis 35 años de trabajo en emergencias complejas nunca me hubiera imaginado escribir una carta así, que predice la muerte de mi personal y el colapso del mandato que se espera que cumpla.

En esta guerra los civiles son peones y, sin embargo, la ayuda humanitaria se ha condicionado. La ayuda humanitaria se retiene o se entrega en función de agendas políticas y militares que las Naciones Unidas desconocen. Los alimentos, el agua y el combustible se utilizan sistemáticamente como armas de guerra en Gaza, al igual que la desinformación. Atacar e intentar desacreditar a organizaciones humanitarias como UNRWA es otra forma de librar la guerra y comprometer la respuesta humanitaria, debilitando aún más la protección de los civiles y de las infraestructuras civiles.

En esta guerra los civiles son peones y, sin embargo, la ayuda humanitaria se ha condicionado. La ayuda humanitaria se retiene o se entrega en función de agendas políticas y militares que las Naciones Unidas desconocen

Hamás se ha eximido de toda responsabilidad hacia la población civil. Vergonzosamente, ha declarado que toda la responsabilidad de la ayuda humanitaria a los civiles recae en la ONU. Israel ha impuesto un asedio casi total a Gaza, infligiendo un castigo colectivo a más de dos millones de personas, la mitad de las cuales son niños. Los escasos suministros que Israel ha estado permitiendo entrar en Gaza tienen poco efecto frente a las abrumadoras necesidades de toda una población.

Desde el comienzo de la guerra, Israel ha desplazado de manera forzosa a más de 1,8 millones de gazatíes de sus hogares, especialmente de las zonas del norte de la Franja de Gaza. Se trata del mayor desplazamiento forzoso de palestinos desde 1948.

Desde entonces, más de 270 personas refugiadas en instalaciones de la UNRWA han muerto y casi 1.000 han resultado heridas. La mayoría de estos refugios se encontraban en las zonas centro y sur de la Franja de Gaza, que se creían más seguras. La triste realidad es que los gazatíes no están seguros en ningún sitio: ni en casa, ni en un hospital, ni bajo la bandera de la ONU, ni en el norte, ni en el centro, ni en el sur.

Ahora que la pausa humanitaria ha terminado, ¿cuál será el destino de más de dos millones de palestinos asediados y confinados en una minúscula zona del sur de Gaza?

Ahora que la pausa humanitaria ha terminado, ¿cuál será el destino de más de dos millones de palestinos asediados y confinados en una minúscula zona del sur de Gaza?

Las Naciones Unidas y varios Estados miembros, incluido Estados Unidos, han rechazado firmemente el desplazamiento forzoso de los gazatíes fuera de la Franja de Gaza. Pero los acontecimientos que estamos presenciando apuntan a intentos de empujar a los palestinos a Egipto, independientemente de que se queden allí o sean reasentados en otro lugar.

Diezmar el norte de Gaza y desplazar a millones de gazatíes hacia el sur representan la primera etapa de ese escenario que ya se ha completado. La siguiente fase está en marcha: expulsar a la población del centro urbano de Jan Yunis y acercarla a la frontera egipcia.

Los bombardeos y el férreo asedio están volviendo a crear unas condiciones en las que sólo es posible la mera supervivencia. La privación de ayuda humanitaria es clave en este plan. Tras la destrucción del norte continúa la del sur. Sin embargo, esta vez la gente no tiene adónde ir.

Se vuelve a pedir a las agencias humanitarias que proporcionen tiendas de campaña en las denominadas “zonas seguras” o de “no combate” en el sur. Pero la realidad es que designar unilateralmente un área como “zona segura” en una situación de guerra no la hará más segura.

Para muchos palestinos, la única posibilidad de tener un futuro mejor es abandonar Gaza. A juzgar por los debates políticos y humanitarios en curso, es difícil creer que a los palestinos de Gaza desplazados hoy se les permita -o incluso estén dispuestos- a regresar a sus hogares destruidos en un futuro próximo. Si esto sigue así, y conduce a lo que muchos ya llaman una segunda Nakba, Gaza dejará de ser tierra para los palestinos.

Todavía se puede tomar un camino diferente, empezando por un alto el fuego humanitario estable que conduzca a la liberación de todos los rehenes, el firme cumplimiento del derecho internacional humanitario por todas las partes, la congelación de los asentamientos israelíes en Cisjordania y un auténtico debate sobre el futuro con una solución política negociada, que incluya un Estado palestino que comprenda el territorio palestino ocupado.

Al mismo tiempo, debe haber justicia y rendición de cuentas por las atrocidades del 7 de octubre, incluida la toma de rehenes, además de por la matanza desproporcionada de civiles y la destrucción de Gaza. Sin esto no habrá paz ni estabilidad. La Corte Penal Internacional debe investigar y juzgar las pruebas de presuntos crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio.

Los gobiernos de todo el mundo deben actuar de manera decisiva. De lo contrario, el derecho internacional humanitario se convertirá en la ley del más fuerte. Debemos exigir responsabilidades a quienes lo infringen deliberadamente, usan la ayuda humanitaria como arma y difaman a las organizaciones humanitarias con el objetivo de debilitar la asistencia, la protección de los civiles y las infraestructuras civiles.

El objetivo original de la ayuda humanitaria internacional, un concepto concebido tras la primera guerra mundial, era aliviar el sufrimiento de los civiles durante las guerras y los conflictos. Hoy, sin embargo, la ayuda humanitaria es una dimensión estratégica de la política exterior y la competencia diplomática, un instrumento de poder y guerra.

En Gaza se está manipulando la ayuda humanitaria para ponerla al servicio de objetivos políticos y militares, otra brecha entre muchas en esta guerra. La ayuda humanitaria debe mantenerse independiente e imparcial. Para ello, debemos seguir centrados en el principio de aliviar el sufrimiento de los civiles, sean quienes sean y estén donde estén.

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