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Una vida menos por minuto: las crisis actuales estancan los progresos contra el sida

El informe anual de la ONU ofrece datos “aterradores” sobre VIH: en el último año 650.000 personas murieron por el virus, y 1,5 millones se contagiaron. Es el descenso más lento desde 2016

Un cartel en Simonga, un pueblo de Zambia, dice: "Conoce tu estado VIH".
Un cartel en Simonga, un pueblo de Zambia, dice: "Conoce tu estado VIH".Jon Rawlinson (CC)
Lola Hierro

En peligro. Tal es el título que encabeza el recién publicado informe sobre el estado de la pandemia de sida en el mundo, este 27 de julio. Lo emite anualmente la Agencia de las Naciones Unidas para la lucha contra el VIH, Onusida, que es la autoridad mundial en la materia. Cada año, en verano, actualiza la información, y este último no deja lugar a interpretaciones. “Los nuevos datos son aterradores. Los avances han sido titubeantes, los recursos han disminuido y las desigualdades han aumentado. Una inversión y una acción insuficientes nos están poniendo a todos en peligro: nos enfrentamos a millones de muertes y a millones de nuevas infecciones si seguimos en la trayectoria actual”, ha advertido Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Onusida, durante una rueda de prensa previa a la 24ª Conferencia Internacional del Sida, que se celebra desde este viernes en Montreal (Canadá).

El nombre elegido por la ONU reconoce que el giro es muy preocupante en la pandemia del sida, debido a las crisis más crecientes, en concreto, la covid-19 y la guerra de Ucrania. Cada minuto del año pasado se contagiaron cuatro personas y falleció una más por causa directa o indirecta. O, lo que es lo mismo: se produjeron alrededor de 1,5 millones de nuevas infecciones por VIH y perdieron la vida 650.000 personas, pese a que ya existen tratamientos y herramientas eficaces para detectar y detener el virus. En el caso de los contagios, se trata de un 3,6% menos que en el periodo anterior, si bien supone el menor descenso anual desde 2016. Las muertes también descienden, pues son 30.000 menos que en 2020. Y, en total, ya son 38,4 millones de personas las que conviven con esta infección.

Son descensos, pero en una lucha que se libra a un ritmo demasiado lento y desigual, porque hay grupos de población y regiones donde las cifras empeoran en vez de mejorar. Por eso, Matthew Kavanagh, director ejecutivo adjunto de Onusida que atendió a algunos medios de comunicación antes de la publicación del informe, califica las novedades como “contundentes” y “preocupantes”. Y las muertes, como evitables.

Entre los hallazgos más comentados está el aumento de infecciones en Europa del Este –Ucrania es el segundo país de Europa con mayor incidencia, después de Rusia–, Asia Central, América Latina, Oriente Medio y el Norte de África, es decir, en casi todas las regiones del mundo. Es más, en Asia-Pacífico, que es la más grande y poblada, los datos muestran por primera vez que las nuevas infecciones están aumentando cuando antes disminuían. “Las infecciones están aumentando en muchos países y comunidades como Filipinas, Congo, Sudán del Sur y otros... En África oriental y meridional, donde se encuentra la mayoría de las personas seropositivas, el rápido progreso de los años anteriores se ha ralentizado considerablemente en 2021,” advirtió Kavanagh. Los contagios solo han descendido en África Occidental y Central y en el Caribe, pero incluso aquí la respuesta se ve amenazada por una creciente escasez de recursos.

En Asia-Pacífico, que es la región más grande y poblada, los datos muestran por primera vez que las nuevas infecciones están aumentando cuando antes disminuían

Ese “en peligro” del que alerta la ONU tiene que ver con la posibilidad, cada año más real, de que la humanidad no consiga las metas marcadas en la Agenda 2030. Se trata de la estrategia 90-90-90, y significa que, para dentro de ocho años, el 90% de quienes padecen VIH debería conocer su condición; que el 90% de ellos debería estar en tratamiento, y que el 90% de los que lo están deberían tener una carga viral indetectable y, por tanto, no contagiar. Pero si se mantiene el ritmo actual, el número de nuevas infecciones anuales superará los 1,2 millones en 2025, año en el que la ONU se ha fijado el objetivo de que haya menos de 370.000 nuevos casos. “Juntos, los líderes mundiales pueden acabar con el sida para 2030, como prometieron, pero debemos ser francos: esa promesa y la respuesta están en peligro”, ha declarado Byanyima. “En demasiados países y comunidades vemos un número creciente de nuevas infecciones cuando lo que necesitamos es un rápido descenso. Podemos cambiar la situación, pero ante esta emergencia, la única respuesta segura es la audacia”.

Durante los dos últimos años, es decir, desde la irrupción de la covid-19, los servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento se interrumpieron en muchos países. Ya se notó el impacto en el informe del año anterior, y en este aún se perciben a pesar de que el azote del coronavirus haya disminuido. “Los recursos se han reducido y ahora hay millones de vidas en peligro”, ha advertido el experto de la ONU. Las gráficas y números del informe reflejan el rápido progreso que se vivió en las últimas décadas en la batalla contra la enfermedad, pero también cómo esos avances se han ralentizado en 2021.

Las más afectadas por la pandemia de VIH son, una vez más, las mujeres y las adolescentes, y sobre todo en África subsahariana. Cada dos minutos, una mujer joven o una menor de edad se contagió. Ellas tienen tres veces más posibilidades de contraer el virus que los niños y hombres de su misma edad y se debe en gran parte a la interrupción de los servicios esenciales de prevención y tratamiento durante la pandemia de covid-19. En los periodos de confinamiento y de restricciones de movilidad, millones de niñas quedaron fuera de la escuela y de los centros de salud y planificación familiar, y eso propició un aumento de los embarazos adolescentes y de la violencia de género.

Casi la mitad de los menores de edad (48%) que padecen VIH no tiene acceso a los medicamentos que les salvarán la vida

Hay otro colectivo especialmente vulnerable en el que la prevalencia de la infección ha aumentado en el último año: los hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres. Por ejemplo, en El Salvador, entre 2019 y 2021, la prevalencia casi se duplicó, y se multiplicó por ocho entre las personas transgénero por causas directamente relacionadas con las interrupciones de los servicios.

El tercer grupo más vulnerable a la enfermedad es la infancia. En 2021 no se dio ningún progreso en el tratamiento para niños, y mientras, casi la mitad de los menores de edad (48%) que padecen VIH no tiene acceso a los medicamentos que les salvarán la vida. Según los datos más recientes, la brecha en la cobertura del tratamiento entre los niños y los adultos está creciendo en lugar de reducirse.

El número de personas en tratamiento siguió aumentando en 2021, pero más lentamente de lo que lo ha hecho en más de una década. Y aunque tres cuartas partes de todas las personas seropositivas tienen ahora acceso al tratamiento antirretroviral, aproximadamente 10 millones de personas no lo tienen todavía.

¿Cuál es la buena noticia?

“Tenemos buenas noticias: hemos visto una notable resistencia en medio de la crisis, en la acción contra la pandemia”, anunció Kavanagh. Y se ha referido a las fuertes inversiones por parte de varios gobiernos nacionales, del Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del sida (Pepfar), y del Fondo Mundial en la lucha contra el VIH, la malaria y la tuberculosis (The Global Fund) entre otros.

También se han observado descensos significativos en nuevas infecciones, incluso en plena pandemia, en países como Sudáfrica, Nigeria y la India, donde hay una elevada incidencia. Pero estos programas también corren un riesgo importante debido a la crisis financiera. De hecho, en 2021 los recursos internacionales fueron un 6% inferiores a los de 2010, a pesar del aumento de las necesidades.

Si bien es cierto que la financiación nacional para enfrentarse a esta pandemia había crecido significativamente en los Estados de ingresos bajos y medios, durante los últimos dos años ha disminuido. Por una parte, muchos de los países afectados se enfrentan a una crisis financiera interna debido a la guerra en Ucrania, la pandemia de covid-19 y otros problemas. Y mientras, los pagos de la deuda de los países más pobres del mundo han alcanzado el 171% de todo el gasto en atención sanitaria, educación y protección social juntos, lo que les complica la tarea de destinar recursos a la batalla contra el VIH. “Esto está ahogando la capacidad de los países para responder al sida. Ya lo estamos viendo”, ha indicado el experto.

La respuesta al VIH en los países de renta baja y media se queda ahora en 8.000 millones de dólares (7.800 millones de euros) por debajo de la cantidad necesaria en 2025, y la ayuda procedente de donantes bilaterales distintos de los Estados Unidos ha caído en un 57% durante la última década. “Cuando el apoyo internacional ha sido más necesario, la solidaridad mundial se ha estancado. Los líderes no deben confundir la enorme luz roja de advertencia con una señal de stop. Este debe ser el momento de una oleada de apoyo internacional”, ha reclamado Byanyima. El año pasado, en la Asamblea General de la ONU, los líderes mundiales acordaron una hoja de ruta para acabar con el sida para 2030. Pero solo con compromiso y financiación será posible cumplirla.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Es periodista y desde 2013 trabaja en EL PAÍS, principalmente en la sección sobre derechos humanos y desarrollo sostenible Planeta Futuro, y coordina el blog Migrados. Sus reportajes han recibido diversos galardones. Es autora del libro 'El tiempo detenido y otras historias de África'. Desempeña la mayor parte de su trabajo en África subsahariana.

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