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Columna
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Tirad de la cadena

El espectador echa de menos que al final de las sesiones del Congreso no suene una cisterna para que se lleve hacia la alcantarilla este detritus cargado de odio ibérico que les sale del alma a algunos padres de la patria

La bancada del Gobierno escucha una intervención de Alberto Núñez Feijóo en el Congreso.
La bancada del Gobierno escucha una intervención de Alberto Núñez Feijóo en el Congreso.Álvaro García
Manuel Vicent

Al final de cada sesión de control al Gobierno en la que algunos diputados de uno y otro bando sacan lo peor que llevan dentro, como sucede en las letrinas, debería haber un ujier encargado de tirar de la cadena. El espectador echa de menos que suene una cisterna que se lleve hacia la alcantarilla este detritus cargado de odio ibérico que les sale del alma a algunos padres de la patria. Se hace necesario un nuevo cargo, el de pocero mayor del Congreso, equipado con botas pantaneras y con un mono de hule para manejarse con soltura en semejante cloaca. Muchos piensan que se trata solo de un teatro, que el Parlamento está para eso, pero esta gente a la que hemos votado parece ignorar el juego peligroso que se lleva entre manos. Su odio viene de lejos y no parece de ficción, el lobo es real, y de hecho ya está a punto de bajar a la calle. El enfrentamiento civil comienza con una labor muy bien programada de desprestigio de las instituciones democráticas. No es preciso asaltar el Congreso a caballo o con metralletas; lo puedes tomar convirtiéndolo primero en un circo y después degradarlo con gritos, amenazas, risas y reyertas de taberna y no parar hasta que el ciudadano decente llegue a la convicción de que esta institución ya no representa la soberanía nacional, de modo que mejor sería cerrarla. Ya se sabe. No todos los políticos son iguales. En el Congreso, los diputados trabajan en sus despachos y participan en las comisiones, no todo son insultos. Vale. Supongo que algunos padres de la patria al volver a casa después de la sesión del Congreso se avergonzarán ante sus hijos por el espectáculo obsceno que acaban de dar por televisión en horario infantil. La democracia es una maquinaria ciega que trabaja día y noche sacando la basura humana a la superficie. Visto cómo en España funcionan esas las bombas de achique manejadas por los distintos medios habrá que aceptar que no todo está perdido. Ignoro si encima habrá que alegrarse todavía por poderlo contar.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.
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