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Columna
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Es bueno contar las cosas

Una ficción sobre el atentado del 11-M que “reventó” España hace 20 años recibe aplausos hasta en X

Pol López, como Emilio Trashorras, y Roberto Gutiérrez como Gabriel Montoya Vidal, en una imagen de 'Nos vemos en otra vida'.
Pol López, como Emilio Trashorras, y Roberto Gutiérrez como Gabriel Montoya Vidal, en una imagen de 'Nos vemos en otra vida'.Diego López Calvín
Rebeca Carranco

Las historias extraordinarias han dado muchos disgustos al periodismo. El bueno ejemplar, el malo diabólico, el desgraciado trágico… Relatos increíbles que en realidad son mentira. La lista es interminable: Enric Marco, la víctima del Holocausto que nunca lo fue, Alicia Esteve (o Tania Head), la superviviente de los atentados de las Torres Gemelas que no estuvo ahí, la falsa cura para Nadia, Manel y los 35 años que no pasó en coma o el niño de ocho años heroinómano e inventado que le valió un Pulitzer a Janet Cooke.

Hay fórmulas contra el embrujo del relato perfecto. La primera, cierta desconfianza a los finales redondos, los personajes sin fisuras y las narraciones heroicas. Y después, aproximarse y contrastar. Si de cerca tampoco existen matices, malo. Porque el villano nunca se mira al espejo y se ve a sí mismo como tal, recuerda el periodista Patrick Radden Keefe, especialista en contar en profundidad temas difíciles, como el papel de la estirpe de los Sackler en la crisis de los opiáceos en Estados Unidos ―El imperio del dolor― o las batallas internas del IRA ―No digas nada (ambas de Reservoir Books)―.

El riesgo evidente de esa aproximación es la empatía, que puede convertirse en “la manifestación buenista del noble sentimiento de la compasión”, como dice el doctor en filosofía Gregorio Luri. El equilibrio es complicado: acercarse mucho para contar la verdad, pero distanciarse lo suficiente para no justificar hasta la peor de las monstruosidades. Cierta “resistencia a comprenderlo todo muy bien, porque comprenderlo todo es perdonarlo todo”, que reza un recorte de una columna sin atribuir, tuiteada por el periodista Miguel Ángel Jimeno.

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Este fin de semana ha pasado en X algo un poco raro. Y es que una de esas historias complejas, contada de cerca, y que encima trata del pasado reciente y atroz de España, no está siendo linchada. Al menos, por ahora. La serie de ficción Nos vemos en otra vida, sobre la trama asturiana que proporcionó los explosivos a la célula yihadista que atentó hace 20 años en Madrid, se ha estrenado entre aplausos, también en el reino de Elon Musk. “Una serie impecable sobre una de las caras más estremecedora del 11-M. Una adaptación fiel y respetuosa, explorando vidas desgraciadas con un casting excepcional. Una ficción que no blanquea, sino que impacta”, resume el usuario Christian Arroyo.

Los hermanos Sánchez-Cabezudo relatan cómo la vida apática de delincuentes comunes, sin más futuro que las rayas de coca en el coche, la música máquina y las tardes de porros y videojuego, explica su colaboración en el peor atentado de la historia de España. Todos ellos liderados por Emilio Suárez Trashorras, condenado a 34.715 años por cooperar en el asesinato de 192 personas. Que además interpreta fabulosamente, según aclamación popular tuitera, Pol López.

Solo unos pocos entienden la obra como un intento de “dibujar a la trama asturiana como unas pobres víctimas de sus circunstancias”. O a medio camino entre un “trabajo interesante”, pero que deja “de pobrecito” al protagonista, Gabriel Montoya Vidal, condenado por transportar una mochila con explosivos de Avilés a Madrid con 16 años.

“Yo no sé si España está preparada para una ficción sobre el atentado que nos reventó, que nos atravesó. ¿Vosotros creéis que sí?”, plantea el periodista de la SER Aimar Bretos, en un clip difundido en X. Uno de los directores, Jorge Sánchez-Cabezudo, responde citando a Manuel Jabois cuando Montoya, cuya entrevista ha servido de base para la serie, le preguntó si “merecía la pena” explicar su historia, que para qué servía: “Porque es bueno contar las cosas. Las cosas hay que contarlas”.

Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.
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