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Gobierno de Brasil
Columna
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Michelle Bolsonaro, con los ojos puestos en la presidencia de Brasil

Lo que ya parece claro es que la esposa del expresidente brasileño iniciará cuanto antes, posiblemente en las elecciones municipales de octubre próximo, su ingreso en la política activa

Michelle Bolsonaro
Michelle Bolsonaro, ex primera dama de Brasil, durante un evento en octubre de 2022, en São Paulo.STRINGER (REUTERS)
Juan Arias

Los sondeos políticos siguen dando a un Brasil dividido a la mitad. Lula, a pesar de sus esfuerzos y de su anunciado programa de reconciliación del país, aún no ha conseguido la unidad. De repetirse hoy las elecciones de 2022, Lula vencería a la derecha y extrema derecha por el mismo pequeño margen de entonces.

Bolsonaro, fuera de la baraja política al haber sido inhabilitado por ocho años, demostró el pasado 25 de febrero fuerza política al reunir a una gran multitud a su favor en São Paulo, donde llegó a pedir una amnistía para sus seguidores hoy condenados y encarcelados por el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasilia.

Aquella manifestación masiva en su apoyo demostró que aún con un pie en la cárcel sigue teniendo un ejército fiel a su lado que espera su amnistía para que, eventualmente, vuelva al ruedo. Solo es un sueño. Lo que no es tan imposible es que, como quedó en evidencia durante el acto de la manifestación, quien despuntó fue su esposa, Michelle, considerada una mística evangélica con dones extraordinarios y que es hoy la responsable de la política de las mujeres del Partido Liberal (PL), al que pertenecen ella y su marido.

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En el caso de que Bolsonaro quede definitivamente excluido por la justicia de la política, no cabe duda que una figura que ya destaca abiertamente como heredera del bolsonarismo mesiánico es Michelle, que no es ninguna intelectual, pero sí una gran oradora, con un cierto magnetismo entre las mujeres evangélicas. Ella era quien cada mañana temprano, en la sede del Gobierno realizaba un rito evangélico místico junto con un pastor evangélico.

Lo que empieza a estudiarse mejor es el papel que Michelle tuvo durante la gran manifestación de São Paulo. Fuera de Bolsonaro, hablaron muy pocos políticos. Pero quien abrió el acto, fue Michelle, quien habló quince minutos proponiendo para Brasil, con fuertes tintes místicos de lenguaje, un proyecto teocrático para el país, dominado por el mesianismo bíblico. “Mientras su marido clamaba por la amnistía a los golpistas, Michelle Bolsonaro usó el acto para promover otra causa: la supresión del Estado laico”, escribió Bernardo Melo Franco, columnista del diario O Globo.

El acto, que había sido organizado y financiado por el millonario pastor evangélico Silas Malafaia, tuvo su momento místico en la perorata de Michelle. Se quejó de que en el país no se podía mezclar política con religión. Y por ello “el mal ocupó el país”. Y con gran énfasis afirmó: “Ahora ha llegado el momento de la liberación. Padre, nosotros te amamos y te pedimos, que el Señor establezca su reino en Brasil”.

En el semanal Veja, Ricardo Chapola analizó el acto: “Michelle Bolsonaro es considerada dentro del PL como la principal heredera de la popularidad del expresidente Jair Bolsonaro en caso de que él continúe inelegible para las presidenciales del 2026″. Y subraya que en un sondeo reciente, Michelle en una hipotética disputa hoy con Lula para la presidencia, estaría solo a siete puntos de diferencia.

Lo que ya parece claro es que Michelle iniciará cuanto antes, posiblemente ya en las elecciones municipales de octubre próximo, su ingreso en la política activa. Si se hace realidad que el legendario exjuez de la Lava Jato, Sérgio Moro, perderá su sitio como senador, ya se habla de que Michelle podría disputar dicha vacante, como primer paso para las presidenciales.

Lo que quedó claro de su encendido discurso durante la manifestación a favor de Bolsonaro es que si ella llegara al Planalto pondría todo su énfasis de evangélica iluminada en construir un Estado teocrático, fundado en los valores de la Biblia. Lo dejó más que claro en su discurso en el que presentó al bolsonarismo como “el ejército de Dios” y añadió: “Somos un pueblo bueno que defiende los valores y principios cristianos”. Citó 38 veces a Dios y 30 menciones al Señor. Y añadió: “Nosotros [los bolsonaristas] bendecimos a Israel, en nombre de Jesús. Amén”.

Como comenta Melo Franco “no hace falta ser doctor en semiótica para entender el mensaje”. Y es que el sueño bolsonarista, desde antes de llegar Bolsonaro al poder, fue el de acabar con el actual Estado laico para abrazar uno teocrático. El mensaje de Michelle es dar la batalla en Brasil contra la laicidad del Estado”.

El discurso encendido de Michelle explica que Lula ya había previsto, con la oferta de exenciones fiscales, la recuperación de los evangélicos, dominados sobre todo por las mujeres a las que Michelle sabe dirigirse, y en tonos mesiánicos que siempre fascinan a las masas más necesitadas.

Lula no olvida que Bolsonaro ganó las elecciones en buena parte porque el misterioso atentado contra él, poco antes de las elecciones, fue explotado como una señal del cielo de que él era el elegido de Dios. Y guste o no, en Brasil, a pesar de todos sus progresos económicos y sociales, el aspecto religioso sigue siendo fundamental. Aquí no cabe el ateísmo y ni el agnosticismo tiene espacio. Basta visitar los despachos, por ejemplo de diputados y senadores, para ver como están convertidos en una especie de capilla donde aparecen objetos religiosos de todos los credos. Dios da votos. Y Michelle, la nueva estrella bolsonarista, se está revelando como una doctora en la materia.

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