_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Envenenados

Cualquier crimen contra la humanidad participa en tu dieta diaria y en tus ejercicios de respiración. ¿Acaso no queda un poco de belleza en este mundo en la que refugiarse?

Un menor pasa frente a los escombros de una casa destruida por un misil en Gaza.
Un menor pasa frente a los escombros de una casa destruida por un misil en Gaza.Ibraheem Abu Mustafa (REUTERS)
Manuel Vicent

Si las noticias que recibimos cada día fueran comestibles y en lugar de ir directas al cerebro se dirigieran al estómago, bastaría con un solo telediario para morir envenenados. El estómago es muy delicado y si algo le sienta mal lo vomita; en cambio, el cerebro admite toda clase de basura, cuanto más sucia sea la casquería más le gusta. En el noticiero de las nueve de la noche durante la cena en la pantalla del televisor se ofrece la cosecha del día: una guerra de exterminio, el albañal de la pederastia eclesiástica, el estercolero de la corrupción, los insultos que se profieren los políticos con juicios y condenas emitidas desde la tripa. “La sopa está muy rica” —exclama alguien en la mesa—. Mientras la sopa te produce un ligero placer en el paladar, apartas los ojos del televisor ante la imagen de unos niños destrozados por las bombas, pero esa masacre espantosa de Gaza ya se hallaba en tu cerebro y también formaba parte sustancial de la sopa antes de enfrentarte al telediario. Las noticias son trasportadas a la velocidad de la luz por una tupida red de ondas electromagnéticas que cubren todo el espacio. Cuando respiras te estás metiendo previamente en los pulmones y en el torrente sanguíneo todas esas desgracias, catástrofes, matanzas y perversiones que luego oirás por la radio o aparecerán en una pantalla. Cualquier crimen contra la humanidad participa en tu dieta diaria y en tus ejercicios de respiración. ¿Acaso no queda un poco de belleza en este mundo en la que refugiarse? Pese a haberla compartido con un genocidio, la sopa te ha sentado muy bien; en cambio, tu cerebro ha sido envenenado hasta el fondo de la conciencia. Te creerás a salvo si antes de dormir oyes un concierto de Händel, lees unos poemas de Rilke o ves una película de Billy Wilder, pero será en vano. Las ondas electromagnéticas cargadas de desgracias invadirán tu cama y aun dormido te pasarás toda la noche inhalándolas. Transportan toda la miseria humana que los medios al despertar te ofrecerán mañana.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_