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Columna
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Lo de Ana Redondo y Valladolid

Las redes juzgan con dureza a la nueva ministra de Igualdad antes de que haya comenzado a ejercer

Irene Montero (derecha) entrega la cartera de igualdad a la nueva ministra, Ana Redondo, el martes.
Irene Montero (derecha) entrega la cartera de igualdad a la nueva ministra, Ana Redondo, el martes.Claudio Álvarez
Nuria Labari

“¿En serio lo mejor que tiene el Partido Socialista Obrero Español para ser ministra de igualdad es una concejala de Valladolid?”, lamenta Jorge Martínez Santana, estudiante de Ciencias Políticas, en X. Pudiera parecer que su tuit es un insulto a concejales o vallisoletanas, pero su único propósito es menospreciar a Ana Redondo, la nueva ministra de Igualdad, que está recibiendo ataques desde todos los frentes en X. Se le acusa, no solo de ser de Valladolid, sino también de no tener redes sociales, de no ser famosa o de no ser famosa entre las feministas famosas… Pero, por encima de todo, el reproche más duro es el de ser ministra de Igualdad. Ninguna otra ministra o ministro ha despertado tanta agitación por el hecho de serlo.

Y tiene sentido. Porque la ministra de Igualdad es aquella mujer que ostenta el poder legítimo para imponer la igualdad entre todas las personas. Y digo imponer y no proponer, porque la igualdad de género es ese asunto de sentido común que jamás se instaura por lógica y menos aún por costumbre, ese vicio cultural que algunos conservadores llaman naturaleza. De modo que el trabajo de una ministra de Igualdad exige redistribuir los privilegios de género con todos los instrumentos legales a su alcance. Es una ardua tarea porque los privilegios de género se adhieren a la piel de quien los disfruta más que el dinero a la cartera de su dueño. Así, a una ministra de igualdad competente la odiarán todos los hombres cisgénero que no quieran ceder sus privilegios a las mujeres cis que los reclaman, pero también la odiarán aquellas mujeres cis que no quieran ceder los suyos a las mujeres trans… Es por eso, porque todo el mundo tiene papeletas para odiar a la ministra de Igualdad, que la mayoría se ha puesto a criticarla antes incluso de conocerla.

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Así denunciaba la reportera Noemí Trujillo @nlopeztrujillo en X: “La hipervigilancia sobre una mujer que ni ha empezado como ministra de Igualdad y que ya os ha decepcionado”. Y añadía: “Se puede reconocer el legado feminista de Montero en muchos aspectos y no despreciar a quien no ha tenido oportunidad de hacer”. Y así Trujillo tocaba otro asunto espinoso para Redondo: la herida política que lleva encima por suceder a Irene Montero. Una herida que puede costarle nuevos enemigos. En concreto, hombres y mujeres que, aun estando dispuestos a derribar todos los privilegios de género, no toleran que Podemos pierda los suyos. Tal podría ser el caso de tuiteros como @FonsiLoaiza, doctor en medios de comunicación, que ha compartido una imagen de Redondo en una procesión de Semana Santa —viral en X después del nombramiento— con el siguiente mensaje. “Ana Redondo, nueva ministra de Igualdad en sustitución de Irene Montero”. El problema, claro está, no es la fe que profese Ana Redondo. Lo que parece sugerir Fonsi es que sin una ministra de Podemos corremos el riesgo de que el poder de la Iglesia se imponga al del Estado. “Lejos de prejuzgarla [aunque ya lo esté haciendo], esta imagen me chirría un poco. La iglesia es el estamento más patriarcal que existe y antifeminista. Espero sea un acto puntual”, sentencia Eva Mercury. Aunque no queda claro si el acto puntual se refiere a no ser de Podemos, a ser creyente o a ser ministra. ¿O se referirá a lo de Valladolid? Y por mi parte entrego mi voto a Redondo, a quien no conozco de nada. Lo más feminista me sigue pareciendo juzgar a las mujeres por su trabajo y dejar de prejuzgarnos de una vez.

Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.
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