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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La red social, ante la ley

Los fiscales de EE UU acusan a Meta de dañar a sabiendas la salud mental de los adolescentes

Un niño mira utiliza una aplicación de Meta en su teléfono.
Un niño mira utiliza una aplicación de Meta en su teléfono.Matt Cardy (Getty Images)
El País

La Fiscalía de Estados Unidos ha conseguido armar un gran caso contra la compañía tecnológica Meta por el daño que provocan en los menores sus productos, dos de las redes sociales más populares del planeta: Instagram y Facebook. Los fiscales generales de 41 Estados, tanto demócratas como republicanos, presentaron el martes en California una demanda de 233 páginas en la que detallan cómo estas redes han contribuido a la crisis de salud mental entre los jóvenes. “Meta se ha aprovechado del dolor de los niños diseñando intencionadamente sus plataformas con características que les manipulan y convierten en adictos”, denunció la fiscal general de Nueva York, Letitia James.

Los problemas de salud mental entre los jóvenes y su relación con la tecnología llevan en el punto de mira de académicos y sanitarios desde hace una década. Algoritmos, notificaciones y filtros refuerzan el mismo mecanismo psicológico que las tragaperras. Muchos estudios ven una correlación clara entre el éxito de dispositivos como los teléfonos inteligentes y plataformas como las redes sociales (Facebook se lanzó en 2004 y fagocitó Instagram en 2012) y el deterioro psicológico que años después sufren los menores. Sobre todo las chicas: los Centros para el Control de Enfermedades de EE UU informaron a comienzos de este año de que en 2021 casi un tercio de las adolescentes estadounidenses pensaron seriamente en suicidarse, un aumento de casi el 60% en 10 años. El debate académico sobre si la correlación es de causa-efecto está lejos de resolverse. Muchos especialistas consideran difícil demostrar que la culpa del malestar juvenil la tenga pasar el día enganchado a Instagram. Pero los propios datos de Meta confirman esa hipótesis. Una extrabajadora de Facebook, Frances Haugen, reveló que la compañía era consciente de que sus plataformas generaban ese daño psicológico. “Cuando se sentían mal con sus cuerpos, Instagram las hacía sentirse peor”, señalaba un informe de la empresa de 2020.

Aun así, Meta intentó lanzar en 2021 Instagram Kids para captar a los menores de 13 años, una iniciativa solo frenada por la indignación social y la advertencia de los fiscales. La sola existencia de ese proyecto es una prueba más del argumento que constituye la espina dorsal de la actual demanda: Meta prioriza su beneficio sobre la salud pública. Como sus rivales TikTok, X o YouTube, Meta se alimenta de los ojos que la miran. Su modelo de negocio es mantener atentas a la pantalla a todas las personas posibles todo el tiempo posible. Su lema original era “muévete y rompe cosas”, y en la carrera de la economía de la atención no renuncia a nada. Aunque por el camino se rompan cosas. Durante años le amparó el vacío legal que rodea muchos aspectos de la revolución tecnológica. Hay que celebrar que, aunque lentamente, la justicia también se mueva.

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