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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Euskadi también se mueve

El protagonismo de Bildu en campaña favorece su tendencia ascendente y lo sitúa a 2,5 puntos porcentuales del PNV

Arnaldo Otegi EH Bildu
Arnaldo Otegi celebra los resultados electorales de EH Bildu, la noche del pasado domingo.Javier Hernandez
El País

La pugna por la hegemonía del espacio nacionalista en Euskadi ha vivido en las elecciones municipales del domingo pasado una nueva vuelta de tuerca. El mapa local incorpora cambios relevantes en el voto, aunque presumiblemente no en el reparto del poder, que confirman una tendencia persistente y equiparan cada vez más a las dos fuerzas en liza: la derecha del PNV y la izquierda independentista de Bildu. El PNV obtiene solo el cuarto lugar en la capital vasca, Vitoria, que gobernaba desde 2015, y queda en segundo lugar en las Juntas Generales de Gipuzkoa, en ambos casos con victoria de Bildu, que también queda primero en numerosos municipios de tamaño medio. La coalición abertzale reduce a apenas 2,5 puntos la distancia que le separa del PNV frente a los 12 de hace cuatro años, mientras socialistas y populares mejoran ligeramente —los socialistas en San Sebastián y los populares en Bilbao y Vitoria—, y Podemos pierde posiciones a marchas forzadas sin que Vox pueda escapar de la irrelevancia.

El protagonismo nacional de Bildu durante los primeros días de la campaña puede haber tenido un efecto inmediato en sus resultados del pasado domingo. La rápida rectificación en relación con las listas con condenados por delitos de sangre fue bien acogida de forma mayoritaria. La persistencia del PP y Vox en su sobreactuación mediática, con falsedades incluidas, pudo contribuir a movilizar a la derecha en el ámbito español, pero también favoreció el proceso, imperfecto e insuficiente, de normalización de Bildu en la sociedad vasca y reforzó el crecimiento apuntado ya en las autonómicas de junio de 2020. Entonces fue segunda fuerza política, con el 27% de los votos, por detrás del 39% del PNV, pero por delante del 13% de los socialistas vascos.

El liderazgo de Alberto Núñez Feijóo en el PP puede estar detrás de la mejora de sus resultados (parecida a la que ha tenido en Cataluña) con relación a cuatro años atrás, aunque sigue lejos de los techos de los tiempos de José María Aznar y de Mariano Rajoy en 2011. Esa ligera mejoría le ha impedido crecer al PNV, que acusa su desgaste gubernamental, encajonado entre un PP que ha resistido y los gestos que favorecen una nueva imagen de Bildu, desde la indumentaria desradicalizada de sus candidatos (muchas veces candidatas) hasta la apuesta por el discurso de la izquierda feminista, social y ecologista por encima de la dimensión identitaria. Ha logrado también una fidelidad del voto juvenil que no tiene rastros ya de afinidad histórica con ETA y penaliza sobre todo a Podemos, incapaz de mantener al electorado que tuvo, y que hoy está en Bildu, y corroído también por disputas internas y públicas. Tampoco la fuerte abstención ha perjudicado a Bildu y posiblemente su imagen en Euskadi ha salido fortalecida por contraste entre su actitud colaborativa con el Gobierno de coalición en España frente a la sistemática negativa que PP y Vox han practicado en esta legislatura.

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Sin embargo, el importante auge de Bildu no cambiará sustancialmente la fisonomía del poder en las tres capitales ni en las diputaciones vascas. Previsiblemente, el resto de fuerzas mantendrán a Bildu fuera del gobierno de las instituciones en que puedan impedirlo mientras no llegue una autocrítica que consolide plenamente la ruta democrática de la coalición abertzale y evite graves errores como los cometidos en la confección de las listas. Los contactos ya iniciados entre PNV y PSE pueden confirmar esta profilaxis institucional que sigue siendo síntoma de las dificultades de salir de un proceso traumático tras el fin del terrorismo, aunque hayan pasado más de cinco años desde la disolución de la banda armada.

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