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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Investigadores comprados

Los petrodólares logran para las universidades de Arabia Saudí un ficticio alto puesto en los ‘rankings’ de la investigación mundial

Universidades
Estudiantes ganadores de la Universidad King Saud, en Riad, en 2021.AEC
El País

El descubrimiento de que un puñado de profesores falsificaba su filiación académica a cambio de sustanciales cantidades en dólares ha puesto al descubierto la frenética carrera que algunos investigadores aceptan para que universidades ricas mantengan su nombre en lo alto de los rankings de las mejores universidades del mundo, según una investigación de este periódico. La empresa UP4 Institute of Sciences, creada por el matemático español Juan Luis García Guirao, actuaba a cambio de una importante comisión como mediador entre la Universidad Rey Abdulaziz e investigadores españoles altamente citados en revistas científicas con el fin de eludir su vinculación a la universidad española a la que pertenecían. La práctica fraudulenta está destinada a mejorar las posiciones de las universidades saudíes en los rankings de calidad.

Desde 2014 han sido 19 los científicos dispuestos a declarar que su lugar de trabajo principal era la Universidad Rey Saúd o la Rey Abdulaziz, cuando eran titulares o catedráticos de universidades españolas o investigadores de centros científicos nacionales. Esa afiliación falsa significa el descenso automático de la universidad propia en el ranking de Shanghái sobre la base de la lista de los Highly Cited Researchers, elaborada a su vez por la empresa inglesa Clarivate con los 7.000 científicos de todo el mundo con estudios más citados. Eso le sucedió a la Universidad de Córdoba cuando uno de estos investigadores, el químico Rafael Luque, declaró falsamente que trabaja en la Rey Saúd: cayó 150 puestos en el ranking de Shanghái, según la consultora SIRIS. El método para que Arabia Saudí quintuplique el porcentaje de Alemania, y coloque en la lista de los científicos más citados del mundo a 112 investigadores, ha dejado de tener misterio: están comprados.

Resulta completamente extravagante para el mundo de la investigación que haya profesores capaces de aparecer como coautores cada tres días en revistas científicas. La carrera enloquecida por la cantidad de publicaciones para ganar méritos académicos está detrás también de esta deformación patológica de la investigación científica. Un factor adicional que agrava el caso es la insensibilidad de profesores que no solo han cobrado dinero en detrimento de sus propias universidades en España, sino que lo hicieron a sabiendas de las condiciones de maltrato estructural de la mujer en las universidades saudíes que les pagan. La consecuencia más potente de la investigación de este periódico va más allá de los casos concretos y anima a que sean los responsables de confeccionar esos rankings —el de Shanghái depende de la Universidad Jiao Tong— quienes revisen los criterios que aplican, sobre todo porque algunas de las universidades más prestigiosas del mundo pueden ver afectado su crédito ante la causa real de los altos puestos de algunas de ellas: dinero.

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