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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un roscón para Elon Musk

Vamos a recibir el año 2023 con un Twitter imprevisible y caprichoso, más vulnerable a la desinformación y a los discursos de odio

Elon Musk y el logo de Twitter.
Elon Musk y el logo de Twitter.DADO RUVIC (REUTERS)
Carmela Ríos

A Elon Musk le vamos a pedir para Reyes un roscón con nata y un manual para un mejor conocimiento de Twitter, la red social que compró por 44.000 millones de dólares no sabemos con qué objeto (aunque empezamos a sospecharlo). Las almas cándidas tendemos a pensar que el multimillonario ha tenido poco tiempo para dedicarse a la actividad más importante dentro de una red social: la escucha activa. Se trata de un ejercicio poco lucido y algo ingrato, poco apto para tuiteros bocazas, soberbios e impacientes. La escucha requiere silencio y eso es más de lo que el amigo Elon podría regalarnos, y regalarse, para no incurrir en la sucesión de despropósitos con los que ha coronado sus primeros meses al frente de Twitter: los despidos masivos, la errática política de cuentas verificadas, la censura de periodistas o la fuga de anunciantes o usuarios.

Quizás Musk creyó que compraba una empresa de tecnología que podía rentabilizar con más tecnología, pero no es así. Sin comprender ni gestionar el componente humano, su proyecto está condenado al fracaso. El mayor tesoro de Twitter son los usuarios, los millones de personas que se han sentido durante años miembros de una comunidad, que participaban en una conversación global y en tiempo real. Muchos de los entusiastas de Twitter abandonan ahora el barco, decepcionados y molestos con el nuevo propietario, cuya interpretación de la escucha en redes sociales es lanzar macroencuestas para legitimar algunas de sus controvertidas decisiones. Paralelamente, Musk ha desplegado la alfombra roja, en nombre de la libertad de expresión, a cuentas de extrema derecha, de inspiración nazi, conspiranoicos, negacionistas de la covid o a devotos de una confrontación civil en Estados Unidos, con los que dialoga desde su propia cuenta. “¡Un hilo épico!”, tuiteaba Elon Musk el pasado lunes. El halago iba dirigido a Dmitri Medvédev, expresidente ruso y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia. Medvédev se descolgó en Twitter con un decálogo de alocadas predicciones para el mundo en 2023, como el alza del precio del petróleo, una contienda bélica entre los países europeos y una guerra civil en Estados Unidos: “La guerra civil estallará en los EE UU, California y Texas, convirtiéndose así en estados independientes. Texas y México formarán un estado aliado. Elon Musk ganará las elecciones presidenciales en varios estados tras la nueva Guerra Civil”. Para el periodista Aaron Rupa, que dos semanas antes había sufrido el cierre de su cuenta, Musk estaba, de esta forma, arrojando luz sobre una de las teorías que medios de Putin como Russia Today se encargaron de difundir machaconamente en sus redes sociales antes de que fueran suspendidas tras la invasión rusa de Ucrania.

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Asistimos, en definitiva, al enésimo revuelo provocado por el dueño de Tesla, que trató de calmar los ánimos matizando poco después que los pronósticos de Medvédev le parecían absurdos. Pero en plena guerra de Ucrania, muchos usuarios se sintieron ofendidos tras el intercambio de mensajes entre Medvédev y Musk en Twitter El excampeón mundial de ajedrez Gari Kaspárov resumió en su cuenta este generalizado malestar: “Resulta bastante patético que un funcionario estatal de una nación autoritaria donde Twitter está prohibido pueda hacer propaganda aquí. Medvédev también promueve abiertamente el terror y el genocidio rusos en Ucrania. Supongo que eso también es ‘épico” observó Kaspárov en un tuit. Vamos a recibir el año 2023 con un Twitter imprevisible y caprichoso, más vulnerable a la desinformación y a los discursos de odio. Como diría Giuliano D’Empoli los “ingenieros del caos” pueden volver a la fiesta. No son buenas noticias para el mundo ni para la normalidad de los procesos electorales que salpicarán nuestro calendario en 2023. Ahora, más que nunca, es el momento de quedarse en Twitter. Y escuchar.


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