España busca contra reloj reducir el derroche de agua
Los expertos y el Gobierno coinciden en que la única solución a la sequía es el ahorro de recursos hídricos
El tiempo apremia. La sequía ha teñido España de marrón y ha puesto en jaque a la agricultura y la ganadería durante este verano, uno de los más calurosos y más secos de la serie histórica, con temperaturas récord de hasta 44ºC en julio. Tanto los expertos como el Gobierno coinciden en que la solución a la escasez de agua es el ahorro de recursos hídricos y, sobre todo, reducir el consumo de algunos sectores como el agrícola, que agota el 80% de este recurso. El Ejecutivo y algunas iniciativas privadas ya buscan soluciones a marchas forzadas en tres vías, mientras el agostamiento se hace crónico: las ayudas estatales, la modernización agraria y la combinación de los métodos de mejora.
El Gobierno impulsó en mayo ayudas extraordinarias de 712,7 millones de euros a los productores agrícolas afectados por la sequía. Esta cifra se suma a los 1.380 millones que el Ejecutivo ha movilizado desde marzo de 2022 en subsidios directos a los agricultores y ganaderos para hacer frente a las dificultades de la guerra de Ucrania y de la escasez de agua.
Una de las claves es el cambio de los hábitos de consumo. El Gobierno propone que en los próximos 30 años disminuya el uso de ciertas materias primas y productos que consumen grandes cantidades de agua, como la producción de alimentos de origen animal, la cantidad de prendas de ropa que se compra o el número de dispositivos digitales que se adquiere al año.
España es el país con la mayor huella hídrica –el indicador de consumo indirecto de agua dulce– de la Unión Europea. El consumo medio es de 6.700 litros por persona al día si se junta el rastro que dejan las industrias alimenticia, textil o tecnológica, según la Fundación Aquae, una organización sin ánimo de lucro referencia en el sector. A este ritmo, uno de cada dos habitantes sufrirá de la escasez de este recurso en 2050, señala el organismo.
La modernización agraria es la segunda vía para paliar los efectos de la sequía, bajo el paraguas de la ciencia. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado proyectos para reducir el riego, como un pulverizador que ayuda a disminuir la pérdida de agua de las plantas y hace que sean resistentes a la sequía durante casi 20 días.
La Universidad Autónoma de Madrid (UAM), por su lado, ha creado un sistema para reutilizar los desechos de los cerdos –los incómodos y olorosos purines– y convertirlos en carbón, biogás y agua limpia. El proceso, denominado carbonización hidrotermal, tiene un carácter circular e impide la contaminación de las aguas subterráneas.
Agricultores de la Región de Murcia también han comenzado a utilizar sistemas de goteo digitalizados que especifican cuánta cantidad tiene y necesita una planta. Ignasi Servià, consultor en asuntos estratégicos y territoriales relacionados con los regadíos, comenta: “Queda muchísimo trabajo por hacer, pero estos sistemas muestran el avance de España”.
El coordinador de política del agua del WWF, Rafael Seiz, señala que la tercera fórmula es diversificar las fuentes de extracción, pues no hay una sola medida de ahorro o reutilización que sea suficiente para combatir la escasez de agua. “Ni la desalación, ni los embalses ni la explotación de acuíferos pueden solucionar el problema por sí solos”, sostiene. El remedio, para él, es la combinación de soluciones.
España es la cuarta potencia mundial en el uso de la desalación –el proceso por el cual se convierte el agua del mar en agua potable– con 765 desaladoras. “Son como grandes fábricas de agua”, explica Daniel Prats, investigador y docente del Instituto Universitario del Agua y de las Ciencias Medioambientales de la Universidad de Alicante.
Las desaladoras se concentran en la costa mediterránea y Canarias. La capacidad instalada de desalación en España, de cinco millones de metros cúbicos por día, podría suministrar agua para una población de hasta 34 millones de habitantes.
El presidente de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR), Domingo Zarzo, defiende que estas construcciones se deben incorporar en la planificación hidrológica y pueden servir “como alternativa a los trasvases, pues estos dependen completamente del clima”. Y añade: “Si hay sequía y no llueve, no hay agua que trasvasar”. No obstante, los elevados costes energéticos de las desaladoras y la necesidad de que se ubiquen cerca del mar impiden que sean una solución para todas las comunidades autónomas.
España tiene que reutilizar agua. La población tira más de 4.800 hectómetros cúbicos de aguas residuales recicladas al año, de los que solo se reutiliza el 10% por la falta de infraestructura y la desconfianza de la población, según muestra un informe del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. El tratamiento estándar más común es el que se hace a través de las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR), con el que se mezcla el agua residual regenerada con la de los ríos para luego llegar a la agricultura, a la industria y a los hogares.
La desventaja es que de las 3.000 EDAR que hay en el país, solo un tercio incluye un tratamiento completo para reducir la contaminación hasta límites necesarios para su uso. LIFE ReNaturWat, un proyecto en la Comunidad Valenciana que consiste en crear humedales artificiales, busca ayudar a las depuradoras a completar el ciclo con los parámetros requeridos para que el agua quede libre de químicos como el nitrógeno y el fósforo hasta en un 75%.
Los expertos coinciden en que aún queda mucho camino por recorrer. No existe una fórmula mágica, pero la sequía avanza y ya hay poco espacio para la improvisación. Los proyectos, algunos impulsados por el Gobierno y otros por empresas privadas, demuestran el esfuerzo para conseguir una solución en una carrera contra reloj en la que el cambio climático lleva la delantera.
Este trabajo forma parte de un especial sobre la sequía realizado por los alumnos de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Consulta aquí más información sobre el máster.
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