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Los enjambres de drones náuticos de Ucrania revolucionan la guerra naval

Kiev derrota a la flota rusa en el mar Negro con una nueva táctica ofensiva basada en sus vehículos marinos no tripulados

Drones marinos diseñados y operados por el GUR, el servicio de inteligencia militar ucranio.
Drones marinos diseñados y operados por el GUR, el servicio de inteligencia militar ucranio.BRENDAN HOFFMAN / New York Times / ContactoPhoto
Cristian Segura (enviado especial)

Las potencias navales del mundo tienen los ojos puestos en Ucrania. ¿Cómo puede ser que un país que solo cuenta con un puñado de pequeños buques de guerra esté derrotando a la poderosa Rusia en el mar Negro? Con una inversión mínima, las Fuerzas Armadas de Ucrania aseguran haber inutilizado un tercio de la flota invasora en el mar Negro. Por lo menos 12 naves y un submarino han sido destruidos o dañados: son los casos de los que EL PAÍS ha encontrado pruebas visuales, aunque Kiev eleva el número a 25. Los dos últimos ataques exitosos, este febrero, hundieron la corbeta Ivanovets y el barco de desembarco César Kunikov con una táctica coordinada al milímetro con enjambres de drones náuticos.

El Ivanovets era, junto a la fragata Almirante Makarov, el navío de referencia de la flota rusa en el mar Negro desde abril de 2022, cuando un misil antibuque Neptune hundió al crucero Moskva. Los Neptune son de fabricación ucrania, pero su número es limitado, según ha admitido el Ministerio de Defensa, por la complejidad de producirlos durante la guerra debido a la gran infraestructura que requieren y la amenaza de bombardeo del invasor del centro de producción. El ejército ucranio ha priorizado reconvertir las pocas unidades con las que cuenta en misiles de medio alcance contra objetivos terrestres en Crimea, la península anexionada de forma ilegal por el Kremlin en 2014 y base de su flota en el mar Negro. Mucho más económicos y fáciles de producir son los drones bomba marinos con los que destruyó la corbeta Ivanovets y el César Kunikov.

Entre el inicio de la invasión, en febrero de 2022, y otoño de 2023, el presupuesto ucranio para producir sus drones, en localizaciones secretas bajo tierra, habría sido de 30 millones de euros. El dato lo aportaron fuentes de la OTAN a Lee Willett, investigador de la Real Sociedad Sueca de Estudios Náuticos, en un análisis publicado en noviembre de 2023. Es menos de la mitad de lo que cuesta construir el Ivanovets [70 millones de euros], según indicó el Servicio de Inteligencia del Ministerio de Defensa (GUR).

Sidharth Kaushal, investigador del RUSI (instituto británico de estudios de defensa), resumía en un informe de este febrero lo increíblemente asequible que es el montaje de estos drones —en la escala de la industria armamentística—: “Son fáciles de construir, equipados con sensores electroópticos e infrarrojos, una antena Starlink [sistema de comunicación por satélite] y otros componentes comerciales como motores de embarcaciones de recreo”.

Los expertos subrayan que los ucranios no son los primeros en desarrollar drones marinos, incluso de bajo coste y de forma casi artesanal. Los rebeldes hutíes de Yemen, por ejemplo, atacaron en 2017 la fragata saudí Al-Madinah. Pero los ucranios sí son pioneros en el uso sistemático y efectivo de estos aparatos, según un estudio del pasado octubre del centro estadounidense RAND.

Lejos queda el primer ataque ucranio con drones náuticos bomba, en octubre de 2022. Fue un ataque combinado con vehículos no tripulados aéreos contra dos fragatas (entre ellas, la Almirante Makarov) y un dragaminas en la bahía de Sebastopol. Los tres buques fueron dañados, pero pudieron ser restaurados. El nivel de eficacia por parte de las fuerzas ucranias desde entonces ha dado un salto vertiginoso. El hundimiento del Ivanovets el 1 de febrero y del César Kunikov el 14 de febrero son prueba de ello.

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Ambos ataques siguieron los mismos parámetros. Enjambres de por lo menos seis drones Magura, controlados a 300 kilómetros de distancia por las fuerzas especiales del GUR, se lanzaron contra los dos buques. En ambos casos estaban anclados en bahías cerradas, a escasa distancia de la costa. Tanto los analistas de RAND como Kaushal coinciden en que los aparatos no tripulados son más efectivos cuando no tienen objetivos en mar abierto, donde el barco tiene más capacidad de maniobra y donde el agua, más movida, desestabiliza a los drones. El César Kunikov y el Ivanovets eran objetivos inicialmente estáticos y con parte de sus vías de escapatoria cerradas por tierra firme.

Como una manada de lobos

Defense Express, medio ucranio especializado en análisis militar, detalló este febrero la táctica de estos enjambres de los Magura. Los vídeos facilitados por el GUR de los dos ataques muestran el operativo, con imágenes grabadas por los drones, que evoca al trabajo en equipo de una manada de lobos acechando a su presa.

Los drones primero intentan impactar en el timón, para que el buque pierda la capacidad de maniobrar. Lo único que le queda en ese momento a la tripulación es intentar anular a los drones con las ametralladoras a bordo. Pero los Magura pueden navegar a 40 kilómetros por hora y, como puede verse en los vídeos, los pilotos de los drones no siguen trayectorias fijas. Uno de los aparatos finalmente logra impactar en el casco del buque y es allí donde apuntarán los siguientes drones, porque infligen más daño allí donde ya se ha abierto un boquete. No solo eso, como indicaba Defense Express: los ucranios buscan precisamente los puntos donde saben que está almacenada la munición del barco, causando una mayor explosión.

Ucrania ha conseguido que la mayor parte de la flota rusa haya abandonado la península de Crimea para retroceder a Novorosíisk, en la costa rusa de la provincia de Krasnodar, a 550 kilómetros de la Ucrania libre. El GUR incluso asegura que el enemigo ha trasladado embarcaciones a Ochamchira, en la costa de Georgia, región separada ilegalmente en 2008 con la intervención militar rusa.

Pese a ello, los drones náuticos del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) consiguieron impactar en el puerto de Novorosíisk, en agosto de 2023, el buque de desembarco Olenegorskiy Gornyak. No se precisó qué aparato fue utilizado, pero el SBU opera con dos modelos bautizados como Cosaco Mamai y Bebé del Mar. Este último, que cuenta con lanzacohetes, se usó con éxito en julio de 2023 para atacar el puente de Kerch, que conecta Crimea con Rusia. Cosaco Mamai es, según expertos ucranios, el vehículo militar más rápido en servicio en el mar Negro, con una velocidad punta de 110 kilómetros por hora.

Kaushal advierte en su estudio de que es pronto para saber hasta cuándo tendrá Ucrania la ventaja de estos drones náuticos, porque la tecnología militar avanza rápido, sea en estrategia ofensiva como en defensiva. Ya en la II Guerra Mundial se desarrollaron con éxito múltiples sistemas antisubmarinos, recuerda Kaushal. Y la invasión en Ucrania ha demostrado que el Estado ruso es capaz de progresar. En el primer año de la guerra, los ucranios eran muy superiores en el uso de drones bomba y vehículos no tripulados aéreos comerciales adaptados para el combate. Rusia tiene ahora un dominio claro en este ámbito.

El investigador del RUSI concede que los drones náuticos siempre tendrán a su favor el factor sorpresa, porque son muy difíciles de detectar por los radares. Ucrania ha conseguido de momento alejar a los barcos rusos de sus aguas, abrir una nueva ruta de exportaciones marítimas y reducir la amenaza del lanzamiento de misiles de crucero Kalibr por parte de la flota del Kremlin.

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Sobre la firma

Cristian Segura (enviado especial)
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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