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Los aliados envían señales a Ucrania de que es improbable recuperar el territorio perdido

Cada vez más voces en Washington y en Europa advierten de que hay que garantizar la seguridad ucrania en el largo plazo, pero a cambio de asumir que Rusia ocupará parte del país

El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en una visita al frente de Zaporiyia, este domingo.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en una visita al frente de Zaporiyia, este domingo.UKRAINIAN PRESIDENTIAL PRESS SER (via REUTERS)
Cristian Segura (enviado especial)

Cuantos más meses dura la guerra en Ucrania, más difícil es que sus aliados se pongan de acuerdo en garantizar una asistencia que le permita ganar la guerra. Es sobre todo en Estados Unidos, con el desacuerdo entre demócratas y republicanos para proseguir con la asistencia militar, donde se está evidenciando que Ucrania es cada vez más débil en el escenario internacional. No pasó desapercibido el cambio en el discurso de Joe Biden, presidente de Estados Unidos, en el encuentro con su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, del pasado diciembre en Washington: “Continuaremos aportando armamento a Ucrania el tiempo que sea posible”. Hasta este momento, la promesa de Biden siempre había sido dar apoyo “el tiempo que sea necesario”.

Los países que componen el G-7 se comprometieron en julio de 2023 a establecer planes bilaterales de seguridad con Ucrania para diez años. El primer acuerdo llegó este enero, con el Reino Unido. The Washington Post soltó la bomba el 27 de enero: el plan de Biden, según fuentes de su Administración, contempla un nivel de asistencia para Ucrania que le permita frenar los avances rusos, pero descarta que sea posible recuperar el 18% del territorio ucranio en manos del Kremlin.

Desde Alemania también han llegado mensajes en este sentido. Christoph Heusgen es el director de la Conferencia de Seguridad de Múnich, foro de referencia entre gobiernos para el debate sobre conflictos militares. Heusgen fue en el pasado embajador de Alemania ante Naciones Unidas y asesor de la canciller Angela Merkel. El diplomático afirmó el 31 de enero en la televisión ARD que el final del conflicto pasa inevitablemente por una situación como la de los acuerdos de Minsk de 2015, en los que se acordó un alto el fuego entre Ucrania y los separatistas prorrusos de la región de Donbás (en el este). “Ya se tiene que estar pensando en cómo poner fin a esto, debemos llegar a una situación como la de 2015, cuando Vladímir Putin reconoció a Petro Poroshenko como presidente de Ucrania”, dijo Heusgen, y añadió: “Putin ha dicho que con este Gobierno no quiere hacer la paz. Esto debe cambiar, debe aceptar a Zelenski y este, hay que saber qué precio está dispuesto a pagar, como en Minsk. No veo otra alternativa”.

La cadena de televisión estadounidense NBC informó el pasado noviembre de que en una reunión de ministerios de Defensa, diplomáticos estadounidenses y europeos preguntaron a sus homólogos ucranios “a qué podrían renunciar para alcanzar un acuerdo de paz con Rusia”. Las fuentes consultadas por la NBC indicaron que la discusión fue especialmente “delicada”.

Zelenski no se ha movido un ápice respecto a su llamada Fórmula de Paz: el final de la guerra solo es posible si Moscú retira sus tropas de Ucrania y retorna todos los territorios ocupados. La posición oficial de los gobiernos aliados es que darán apoyo a las condiciones que exija Ucrania para negociar con Moscú. “No podemos permitir que gane Rusia”, aseguró el 20 de diciembre el presidente francés, Emmanuel Macron: “Debemos dar a Ucrania el apoyo que le permita negociar la paz en las mejores condiciones”. Admitió también que “hay países europeos que posiblemente están empezando a dudar”. El presidente polaco, Andrzej Duda, afirmó el viernes en la televisión Canal Cero que no tenía claro que la península de Crimea pudiera volver a estar bajo control de Ucrania, pero se mostró confiado en que las provincias de Donbás sí fueran liberadas.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, entran en una sala del edificio de la Oficina Ejecutiva Dwight D. Eisenhower, el 12 de diciembre en Washington.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, entran en una sala del edificio de la Oficina Ejecutiva Dwight D. Eisenhower, el 12 de diciembre en Washington. Chip Somodevilla (Getty Images)
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El problema de Ucrania es que, como ha reiterado este enero el propio Zelenski, nunca ha recibido suficiente apoyo para ganar la guerra, solo para resistir. El presupuesto de Defensa ruso para 2024 es más de tres veces superior al ucranio, contando este con las mejores previsiones de transferencia de fondos europeos y estadounidenses. El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, Valeri Zaluzhni, hizo público este jueves en la CNN un ensayo en el que esgrimía que Occidente ni tiene suficientes recursos ni contempla aportar la asistencia necesaria para hacer retroceder a las tropas invasoras. La alternativa es desarrollar una nueva estrategia de eficiencia máxima con los recursos tecnológicos disponibles, sobre todo explotando el uso de drones: “Debemos tener en cuenta una reducción de apoyo militar por parte de aliados clave, que están enfrascados en sus propias tensiones políticas. Los arsenales de nuestros socios en cuanto a misiles, defensas antiaéreas y munición para artillería están cada vez más exhaustos”.

“La amenaza de que la ayuda para Ucrania se acabe o se reduzca solo irá a más en el futuro”, escribió el 24 de enero Oleksandr Daniliuk, exasesor del Ministerio de Defensa ucranio y de la cúpula de las Fuerzas Armadas. Daniliuk publicó un artículo para el RUSI, uno de los principales institutos de estudios de defensa del Reino Unido, en el que alertaba precisamente de las voces que sugieren que se acerca el momento de negociar con Rusia: “Cualquier intento de concluir [la guerra] con un tratado de paz con Rusia, según el cual Ucrania podría sobrevivir pese a perder territorio y soberanía, sería otro acuerdo de Minsk, dando a Putin una pausa estratégica para preparar una nueva agresión”.

Académicos a favor de negociar

El semanario Der Spiegel publicó el pasado diciembre que el jefe de la cancillería alemana, Wolfgang Schmidt, puso en una reunión como ejemplo de la estrategia a seguir las propuestas del académico estadounidense Samuel Charap, investigador del grupo de estudios RAND. Charap defiende que la solución del conflicto pasa inevitablemente por asumir que Ucrania no podrá recuperar todo su territorio, y que la guerra debe terminar cuanto antes porque, de lo contrario, hay cada vez más riesgo de una escalada bélica que afecte directamente a los países de la OTAN.

Charap no es el único que esgrime posiciones similares desde el mundo académico. Anthony King, director del Instituto de Estudios de Estrategia y Seguridad de la Universidad de Exeter (Reino Unido), publicó el 29 de enero en el diario Moscow Times que la mejor posición para Ucrania “es una estrategia defensiva agresiva”. “Rusia podría quedarse la tierra que ha invadido ilegalmente, pero el precio si intenta una nueva agresión sería catastrófico. Ucrania necesita asegurar el terreno que ahora mantiene y hacer imposible que Rusia se aferre a él”, explicaba.

“Ucrania tiene derecho a la reintegración plena de sus territorios, sería lo deseable en un mundo ideal, pero, ¿es una estrategia realista para 2024?”, se pregunta King, a lo que él mismo responde: “Parece improbable. Una estrategia ucrania maximalista podría debilitar el apoyo occidental, en vez de reforzarlo”.

Corea como referente

Stephen Kotkin, profesor de la Universidad de Stanford y uno de los historiadores más reconocidos sobre la historia de Rusia y de los países que formaron su imperio, ha argumentado que la mejor opción para Ucrania es renunciar, por lo menos temporalmente, a los territorios ocupados. La tesis de Kotkin es que ha pasado “el momento de ganar la guerra” y ahora “hay que ganar la paz”. El precedente histórico más similar, según Kotkin, sería el de la península de Corea, con una parte, Corea del Sur, rica y con un modelo de democracia liberal que evidencie el aislamiento de la parte del norte. Precisamente se refirió a ello en una entrevista del 28 de enero el excomandante supremo de las fuerzas de la OTAN James Stavridis. Este almirante estadounidense, según The Hill, indicó que el momento idóneo para las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania llegará tras las elecciones presidenciales estadounidenses, en noviembre de 2024. Stavridis apuntó que, en su opinión, todo indica que el conflicto terminará con una división de Ucrania como en Corea.

Pero hay otra cuestión determinante, y es saber si Rusia está dispuesta a negociar. Fuentes del Kremlin explicaron el pasado diciembre a The New York Times y este enero a Bloomberg que Putin había hecho llegar a la Casa Blanca, a través de canales no oficiales, su interés en acordar la paz, incluso aceptando que Ucrania acceda a la OTAN. La Casa Blanca ha descartado que Moscú esté realmente interesada en abrir un proceso de negociación. En un breve ensayo publicado en enero, el general noruego en la reserva Arne Bard Dalhaug resumía lo que la mayoría de analistas de defensa concluyen: que Rusia controla la guerra, ve a Occidente debilitado y, por lo tanto, no tiene alicientes para ceder. “El Kremlin no ve ninguna razón para terminar la guerra”, subraya Bard Dalhaug, “las dudas occidentales convencen a Putin de q ue la OTAN no tiene la suficiente energía para estar implicada en la guerra como Rusia”.

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Sobre la firma

Cristian Segura (enviado especial)
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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