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La UE acelera con la aprobación de reformas clave antes de las elecciones europeas

El pacto migratorio y el acuerdo de reglas fiscales se suman a la mano tendida a la ampliación a Ucrania como hitos de final de año

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez; y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el pasado 15 de diciembre, en Bruselas.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez; y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el pasado 15 de diciembre, en Bruselas.Virginia Mayo (AP/ LAPRESSE)
María R. Sahuquillo

La UE acelera y saca adelante dos de los asuntos nucleares para el futuro de Europa. El club comunitario dio luz verde este miércoles al texto legal que compone el pacto migratorio, un paquete de reglamentos que habían estado años congelados y que endurecen las condiciones de acogida de los solicitantes de asilo y que da un paso más hacia una Europa más blindada. Horas después, y casi en tiempo de descuento, los Veintisiete llegaron a un acuerdo político sobre el pacto de estabilidad que desabrocha unos cuantos botones de la camisa de fuerza en materia fiscal impuesta a los socios durante los años de crisis y que había estado suspendida desde la pandemia. Asuntos sustanciales bajo la batuta de España, que ha echado el resto en la recta final de su semestre de presidencia europea.

La Unión ha marcado qué modelo de Europa quiere ser, con la mirada puesta en un año 2024 que se prevé convulso a nivel mundial, con la perspectiva de las elecciones europeas del próximo junio en las que ya se teme una subida de la ultraderecha y unos comicios presidenciales en Estados Unidos en las que Bruselas teme el desembarque (de nuevo) de Donald Trump en la Casa Blanca. Y ha elegido, así, avanzar hacia una que determine de manera más dura a quién acoge pero también una Europa menos austericida. Un club comunitario, además, que ya está poniendo los baldosines para la llegada de nuevos miembros con una próxima ampliación hacia el este. Se trata de la expansión más arriesgada, tras la decisión del pasado jueves de abrir negociaciones de adhesión con Ucrania, que lleva casi 700 días resistiendo la invasión rusa, y Moldavia, que no controla la totalidad de su territorio y que se enfrenta a operaciones de influencia del Kremlin.

La Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, había depositado enormes esperanzas en la presidencia española y su semestre, el último completo; la presidencia belga, que toma el testigo el 1 de enero, será mas corta porque coincide en periodo electoral. La cúpula de la UE ha celebrado el pacto migratorio —el que ha permanecido más años estancado— como uno de los grandes logros del bloque comunitario. “Un acuerdo histórico”, ha subrayado Von der Leyen. “Se trata probablemente del acuerdo legislativo más importante de este mandato”, ha enfatizado la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola. Las organizaciones de derechos humanos, sin embargo, han criticado duramente la naturaleza del pacto. “Es históricamente malo·, ha dicho Willy Bergogné, irector de Save the Children Europa. “La prioridad era cerrar fronteras, no proteger a las personas”, ha añadido.

Pero no ha sido solo el momento temporal —a este tiempo a veces se le llama la “presidencia de oro”— sino la magnitud de los asuntos avanzados lo que les da relevancia. Lo pactado en la recta final del año confiere más peso geopolítico a la UE (en el caso de la ampliación ofrecida a Ucrania, con la idea de una Europa sin zonas grises de seguridad), le da unas reglas comunes para afrontar la migración (con más controles) y ofrece mejores cartas para afrontar la competencia global con el acuerdo fiscal (para lo que, sin embargo, aún se necesitan muchas más herramientas).

Adiós a la tierra de acogida

Conscientes de que el tema migratorio no solo es uno de los más divisivos en el club comunitario sino también de que es, en muchos Estados miembros, casi la fuente principal de la que beben los partidos de ultraderecha y populistas, la UE ha empujado para cerrar el pacto migratorio que establece una nueva arquitectura en el sistema de acogidas para reemplazar al que imperó en los años de la crisis migratoria de 2015 y que era profundamente disfuncional. Por el camino, sin embargo, la UE ha perdido una de las premisas de su fundación posteriores a la II Guerra Mundial, como tierra de acogida. Europa busca controlar de la manera más seria posible quién llega.

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En otro ángulo de la fórmula europea está el pacto de estabilidad, que marca que los Estados miembros deben apretarse el cinturón porque ya no es posible mantener el ritmo de gasto de los niveles de la pandemia pero sin volver a la austeridad que marcó la crisis y puso contra las cuerdas a países como Grecia, España o Portugal y que ha dejado profundas heridas. Las antiguas normas marcadas por el austericidio se abolen y dan paso a un marco más suave y con mayor margen de flexibilidad, aunque con ciertas concesiones a los halcones. Las nuevas reglas fiscales, acordadas tras nueve meses de debates, han obtenido el beneplácito de Alemania pero también de Francia. El pacto de estabilidad, que es algo más duro de lo que proponía la Comisión Europea, se ha diseñado bajo la mano de la ministra de Economía española, Nadia Calviño, y se ha terminado de cocinar en Berlín y Paris.

España, que ha llevado el timón de los debates entre los Estados miembros para fijar una postura común (como en el caso de las reglas fiscales) y también en la negociación con las otras instituciones comunitarias (el Parlamento Europeo y la Comisión Europea) como presidencia del Consejo de la UE, ha encontrado asuntos clave sobre su mesa. Muchos temieron que el adelanto electoral a julio (los comicios generales estaban previstos en diciembre) le hicieran perder empuje. No ha sido así y el acelerón de último momento —unido a los asuntos ya aprobados como la reforma del mercado eléctrico o varias medias medioambientales— podría ser la puntilla para que se llegue a tiempo para ratificar el pacto migratorio y para acordar antes de las elecciones europeas el texto legal final del pacto de estabilidad, que ahora debe negociar la presidencia belga con la Eurocámara y la asistencia de la Comisión Europea (en los llamados “trílogos”).

El próximo semestre será complejo, pero la UE cuenta con un factor importante: la llegada a Polonia de un Gobierno de coalición liderado por el primer ministro Donald Tusk, un conservador centrista que fue presidente del Consejo Europeo (el cargo que ahora tiene Charles Michel). Ya ha anunciado que “devuelve” a su país, que en los últimos años gobernado por los ultraconservadores de Ley y Justicia (PiS) se había convertido de alumno aventajado a socio díscolo, sobre todo en materia de Estado de derecho.

Como contrapeso para la UE que viene, falta por ver qué sucederá en Países Bajos, donde el ultraderechista y populista Geert Wilders encabezó la lista más votada en las elecciones, pero todavía no ha podido formar gobierno. Esos equilibrios políticos en el seno del Consejo Europeo marcarán las próximas políticas y también determinarán si los dos elementos históricos acordados el miércoles cristalizan.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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