Lavrov defiende la presencia rusa en Nagorno Karabaj para “fomentar la confianza” entre Armenia y Azerbaiyán
“Occidente quiere ‘ucranizar’ a la comunidad internacional”, ha dicho el ministro de Exteriores ruso en la última sesión de la Asamblea General de la ONU, donde ha pedido el fin de las sanciones a Cuba, Venezuela y Siria
Relegado a la sesión de cierre de la 78ª Asamblea General de la ONU, reunida esta semana en la sede del organismo en Nueva York, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha intervenido este sábado ante el plenario, encajado entre los representantes de Azerbaiyán e Indonesia. En décimo lugar en el orden de discursos, en el quinto día de sesiones, el discurso de Lavrov se ha centrado en señalar los conflictos en curso en el mundo, que atribuyó, casi sin excepción, al afán neocolonialista de un Occidente “supeditado a EE UU”. Sobre la crisis internacional más candente, la de Nagorno Karabaj, ha propuesto medidas para fomentar la confianza entre Armenia y Azerbaiyán, incluidas las misiones de mantenimiento de la paz rusas en el enclave separatista armenio, donde Bakú lanzó esta semana una ofensiva. Sobre la dotación de las fuerzas de interposición, Lavrov señaló que su número “se decidirá sobre el terreno”.
Aunque el orden del día aún contempla la intervención de una veintena de los 193 países miembros de la ONU, el discurso de Lavrov ha puesto prácticamente punto final a una convocatoria deslucida por la ausencia de los jefes de Estado de las principales potencias, desde el Reino Unido o Francia a la India, y en la que la voz del sur global tampoco resonó con la intensidad que se esperaba. Con contadas referencias a Ucrania, Lavrov ha asegurado que la fórmula de la paz es “completamente inviable” y que el abandono ruso del acuerdo del Mar Negro, que permite la exportación de cereal ucranio, se debe “al incumplimiento de promesas hechas a Moscú”. “No rechazamos las propuestas [de la ONU para resucitar el acuerdo], simplemente creemos que son poco realistas”, ha declarado. Rusia se retiró en julio del pacto forjado un año antes por la mediación de la ONU y Turquía.
El incombustible Lavrov, que ocupa la cancillería rusa desde 2004, conoce muy bien la ONU: fue desde 1994 hasta ese año representante permanente de Rusia ante el organismo multilateral. El orador ha denunciado los intentos del “conjunto de Occidente” por impedir el surgimiento de “un nuevo orden mundial” definido también por “la alianza entre Rusia y China”, una idea que reiteró varias veces. El mensaje repetido de Occidente a la comunidad internacional, apuntó Lavrov, equivale a decir “cualquiera que quiera hacer las cosas sin nuestro permiso, no lo podrá hacer”. El intento de crear contrapesos en foros como la ASEAN o los BRICS, cuyos miembros “defienden su derecho a vivir en una arquitectura multipolar”, se ve sometido a juicio del Kremlin por la realidad de “la pax americana” que quieren imponer, “urbi et orbi”, Estados Unidos y Occidente, en contra de un mundo multipolar. “No queremos vivir bajo el yugo de nadie”, dijo Lavrov.
En sus contadas alusiones a la guerra de Ucrania, que ya ha pasado el ecuador de su segundo año, Lavrov denunció “los más de 170.000 millones de dólares gastados por la OTAN en apoyar a Kiev desde febrero de 2022″, así como el rechazo de la comunidad internacional -del “neocolonialista Occidente”, en sus palabras- a las propuestas rusas de distensión en 2021.
Tras un repaso a la historia de la ONU desde su fundación en 1945, sobre las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, Lavrov exigió “el fin inmediato del bloque a Cuba, el hostigamiento económico a Venezuela y las sanciones impuestas a Siria”, mientras se felicitaba por el retorno de Damasco “a la familia árabe”, en alusión a su reingreso en la Liga Árabe, así como por la mejora de relaciones entre Turquía y Siria. “Pero Occidente quiere ucranizar la comunidad internacional”, se quejó, optando por dejar que se enquisten conflictos como el israelo-palestino o el de Libia. También criticó la postura de la UE en el que enfrenta a Kosovo con Serbia, o la mediación impuesta de Bruselas en el enfrentamiento de Nagorno Karabaj.
Sobre este conflicto, Lavrov hizo especial hincapié en la defensa de la misión militar rusa. El jefe de la diplomacia rusa señaló que ha llegado el momento de adoptar medidas para fomentar la confianza entre Armenia y Azerbaiyán en el enclave separatista, y que las tropas de Moscú contribuirán a ello. El canciller ruso acusó a Occidente de intentar imponerse como mediadores entre los dos países, lo que, según él, no es necesario. “Ereván y Bakú han resuelto realmente la situación”, sostuvo Lavrov.
Hungría, más cerca del Kremlin
Como hiciera hace un año, Lavrov se reunió en la tarde de este viernes con su homólogo húngaro, Peter Szijjártó, al margen de la Asamblea, según confirmó este último al canal público de la televisión húngara M1. Fue un encuentro de cierto calado político, ya que Hungría ha criticado duramente las sanciones contra Rusia de la Unión Europea, a la que pertenece, abriendo así una fisura en el cerrado apoyo europeo a Ucrania. La bilateral ha dado sus frutos: Szijjártó visitará Moscú en octubre y durante la visita discutirá cuestiones energéticas con el viceprimer ministro ruso, Alexander Novak. “Visitaré Moscú para participar en la Semana de la Energía Rusa del 11 al 13 de octubre. Como saben, consideramos la cooperación energética como la parte más importante de nuestra interacción actual”, ha explicado el jefe de la diplomacia húngara en una entrevista con la agencia de rusa de noticias TASS tras su reunión con Lavrov. Una visita que probablemente causará resquemor en Bruselas.
El canciller húngaro no fue el único que conversó con Lavrov en los márgenes de la Asamblea General. Su homólogo iraquí, Fuad Hussein, anunció este viernes mediante un comunicado que el primer ministro, Mohammed Shia al Sudani, visitará Moscú en las próximas semanas. El anuncio siguió también a la bilateral de ambos.
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