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George Santos, el congresista republicano por Nueva York que se inventó partes de su currículo, imputado penalmente

El legislador deberá comparecer este miércoles en un juzgado de Nueva York, según la CNN, que ha adelantado la noticia

María Antonia Sánchez-Vallejo
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El congresista republicano George Santos, el 27 de abril en el Capitolio de Washington.ANNA MONEYMAKER (Getty Images via AFP)

Fiscales federales han presentado cargos penales contra el representante neoyorquino George Santos, el republicano que ganó un escaño en las elecciones de medio mandato de noviembre y cuyo asombroso patrón de mentiras e invenciones ha dejado atónita a la opinión pública. La noticia ha sido adelantada por la CNN, que cita a tres personas cercanas al caso.

Se espera que Santos comparezca este miércoles ante el tribunal federal del distrito este de Nueva York, donde se habrían presentado los cargos, si bien un portavoz de la fiscalía declinó hacer comentarios. También rehusaron pronunciarse al respecto portavoces de la fiscalía de Brooklyn, del Departamento de Justicia y del FBI, además del abogado del congresista.

La naturaleza exacta de los cargos no se conoce aún, pero el FBI y los fiscales de integridad pública del Departamento de Justicia en Nueva York y Washington han estado examinando acusaciones por declaraciones falsas en los documentos de financiación de la campaña de Santos, así como, probablemente, otras por falsear o inventar detalles de su currículum académico y profesional. Santos fue elegido en representación de un distrito que incluye partes de Long Island y Queens. Ha sido investigado en múltiples jurisdicciones, así como por el Comité de Ética de la Cámara de Representantes.

Destacados demócratas, a los que se han unido algunos republicanos neoyorquinos, han pedido a Santos que dimita por acusaciones que van desde comportamiento delictivo durante la campaña electoral, como fraude en la recaudación, hasta pequeñas mentiras de tipo personal para blanquear o inflar su currículo que se remontan a más de una década.

Viéndose en el disparadero, el congresista se hizo a un lado a finales de enero de las dos comisiones de la Cámara de Representantes que le había tocado integrar, mientras los medios seguían sacando sus trapos sucios, algunos tan rastreros como supuestamente estafar a un veterano de la guerra de Irak el dinero recaudado en redes para tratar a su perro moribundo. También fabuló acerca de una supuesta agresión sufrida por él y su pareja a plena luz del día en el centro de Manhattan. Un antiguo compañero de cuarto diagnosticó su comportamiento al señalar que Santos sufre “delirios de grandeza”, los mismos que le hicieron inventarse un patrimonio millonario, una sufrida historia familiar como descendiente de supervivientes del Holocausto o una formación académica superior a los estudios que cursó.

Santos ha sido acusado de infringir las normas de financiación de campañas, violar las leyes federales sobre conflictos de intereses y organizar un fraude con tarjetas de crédito, entre otros delitos y faltas a cuál más chocarrera: una de las últimas es el supuesto robo de un perro en una granja amish. El congresista ha admitido haber hecho algunas afirmaciones engañosas sobre su educación y su situación financiera, pero sigue negando las acusaciones más graves y se ha negado en redondo a entregar su acta del Congreso.

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Desde un punto de vista jurídico, los cargos no afectan a su condición de congresista. Nada en los requisitos de la Constitución para desempeñar ese cargo electo impide que las personas acusadas o condenadas penalmente puedan ejercer sus funciones, salvo las prohibiciones de la 14ª Enmienda para ciertas conductas de traición cometidas después de que el representante haya jurado su cargo, informa la CNN.

Sin embargo, si es condenado por un delito que podría acarrearle una pena de dos o más años de prisión, las normas de la Cámara le ordenan no participar en las votaciones en el hemiciclo ni en las de las comisiones, como las dos de las que, cautelarmente, se retiró Santos mientras duraba la investigación.

Santos deja un rastro de fabulaciones tras de sí, que va del Brasil de su familia materna a los supervivientes del Holocausto y sus descendientes, muchos de los cuales viven en el distrito por el que fue elegido y han pedido poco menos que su cabeza por fabular con un acontecimiento tan grave, pues se sienten engañados por sus supuestos vínculos judíos. También ha levantado ampollas entre el colectivo LGTBIQ, por la doble vida que llevó durante años casado con una mujer para encubrir su homosexualidad.

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