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La guerra de Putin contra los valores occidentales: persecución LGTBI, clases de amor a la patria y lucha contra la “degeneración”

El líder ruso insiste en su discurso en dibujar una Rusia anclada en la tradición, la familia y la religión ortodoxa frente a las democracias liberales

El presidente ruso, Vladímir Putin, gesticula mientras pronuncia su discurso anual sobre el estado de la nación en Moscú, Rusia, este martes.Foto: Mikhail Metzel (Kremlin Pool Photo vía AP) | Vídeo: EPV
Javier G. Cuesta

El presidente Vladímir Putin no solo libra una guerra contra Ucrania por conquistar lo que considera “tierras históricas” de Rusia, también dice librar una batalla espiritual contra Occidente porque su visión del mundo es que este se divide en dos: “El de los valores tradicionales y el de los valores neoliberales”, como ha afirmado en el pasado, y su deber es defender a Rusia de la cultura occidental, a la que llama depravada y a la que atribuye la defensa de principios que no son exclusivos de ninguna civilización, sino derechos humanos universales. En su último discurso a la nación, el mandatario ruso ha vuelto a pintar este martes una caricatura de Occidente: “Mirad lo que están haciendo con sus propios pueblos. La destrucción de la familia y de la identidad cultural y nacional. La perversión, el abuso de los niños, incluso la pedofilia, son norma, norma de vida. Y los sacerdotes son obligados a bendecir matrimonios entre personas del mismo sexo”, ha asegurado el líder ruso en una acusación sin ninguna base.

“Que Dios los bendiga, que hagan lo que quieran. ¿Y aquí? Los adultos tienen derecho a vivir como quieran. En Rusia nadie se entromete en la vida privada y no lo vamos a hacer”, ha dicho Putin pocos meses después de que entrase en vigor una ley que prohíbe cualquier declaración pública en apoyo del colectivo LGTBIQ y que veta su mención en todo tipo de contenidos. Con la nueva legislación, ya no se considera solo “propaganda homosexual” defender al colectivo delante de los menores, como sucedía anteriormente, sino que también se extiende la censura a las conversaciones entre adultos y a la producción cultural: desde el cine hasta la literatura deben omitir las menciones a la realidad LGTBIQ bajo la amenaza de multas de miles de euros. Asimismo, las ONG rusas que trabajan con el colectivo son las únicas organizaciones cuyas direcciones aparecieron públicamente en la primera lista negra del Kremlin de los llamados agentes extranjeros.

Putin, durante su intervención este martes en Moscú.
Putin, durante su intervención este martes en Moscú. SPUTNIK (via REUTERS)

Putin, que para defender su postura ha mezclado el matrimonio igualitario con las bodas religiosas, ha aseverado que en las sagradas escrituras de todas las religiones del mundo “se dice que la familia es la unión de un hombre y una mujer”. También ha lamentado que la Iglesia anglicana explore la idea de una deidad de género neutro. “¿Qué decir? Que Dios los perdone. No saben lo que hacen”, ha añadido Putin, parafraseando una cita bíblica del propio Jesucristo.

Según Putin, la Iglesia Ortodoxa Rusa, a la que protege, “es atacada constantemente” por Occidente y Kiev. Sin embargo, no ha mencionado que la ruptura con la iglesia ucrania se deba al apoyo inflexible de la cúpula religiosa rusa al Kremlin. El patriarca Kiril afirmó el pasado año que los soldados rusos “se sacrifican en el cumplimiento de su deber militar y limpian todos sus pecados”, y dijo que Dios está de su lado.

Este giro hacia el conservadurismo ruso se consolidó en la reforma de la Constitución que impulsó el Kremlin en 2020 para blindar el poder de Putin, al permitirle prorrogar hasta 2036 su presidencia en vez de acabar en 2024, como marcaba el anterior límite. Las enmiendas introducidas en ese proceso por las autoridades establecieron también que el matrimonio es la “unión entre un hombre y una mujer” y que “la Federación Rusa, unida por una historia de mil años, preserva la memoria de los antepasados que nos transmitieron los ideales y la fe en Dios”.

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En el anterior gran discurso de Putin, pronunciado en septiembre del año pasado con motivo de la anexión de los territorios ucranios ocupados, el líder ruso ya afirmó que las sociedades europeas y norteamericanas habían adoptado “una religión inversa, el satanismo absoluto”. “¿Queremos tener, aquí, en nuestro país, en Rusia, en lugar de mamá y papá, un padre número uno, un número dos, un número tres?”, dijo en una conferencia en la que llamó al resto del mundo a oponerse a Occidente y “su democracia liberal”.

“Las élites occidentales se están volviendo locas y parece que no hay cura, pero esos son sus problemas. Nosotros estamos obligados a proteger a nuestros hijos, y lo haremos: protegeremos a nuestros hijos de la degradación y la degeneración”, insistió este martes el mandatario, que ha llevado la militarización de la sociedad a un nuevo nivel, incluidas las escuelas. Su Gobierno ha introducido este curso escolar una nueva materia, Conversación de lo importante, en cuyos manuales se insta a los profesores a enseñar a los menores que “no hay miedo a morir por la madre patria”.

Estas clases son un asunto serio para las autoridades. La madre de una niña de quinto curso de Moscú llamada Varia, de unos 10 años, recibió una llamada en octubre. Según relató al portal OVD-Info, especializado en contar los casos de represión en Rusia, la policía y el Servicio Federal de Seguridad (FSB) se presentaron en el colegio tras ser delatada la niña porque se había saltado las clases y tenía una foto con los colores de Ucrania en sus redes sociales. Ahora, el Gobierno se plantea extender la clase de los lunes de Conversación de lo importante a un encuentro con los padres de los alumnos. Asimismo, los ministerios de Educación y Defensa estudian recuperar también las clases soviéticas donde se enseñaba el empleo de armas y otra preparación para servir en el ejército.

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