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Dominic Cummings se revuelve contra Boris Johnson y revela presuntas ilegalidades en Downing Street

El ideólogo del Brexit y ex asesor del político británico le acusa de intentar frenar una investigación interna

Dominic Cummings sale de su domicilio, en Londres, el pasado 17 de marzo
Dominic Cummings sale de su domicilio, en Londres, el pasado 17 de marzoHollie Adams (getty images)
Rafa de Miguel

Los fantasmas del Brexit regresan del pasado para acosar a Boris Johnson. El ideólogo de la campaña para la salida del Reino Unido, Dominic Cummings, que el primer ministro contrató como asesor al entrar en Downing Street, ha decidido vengarse de su antiguo jefe con un comunicado bomba en el que acusa al político de presuntas ilegalidades y de intentar frenar una investigación en el seno del Gobierno.

Johnson cometió el jueves el “error” de apuntar directamente a Cummings como responsable de la filtración de los mensajes de texto intercambiados entre el primer ministro y el empresario James Dyson. El inventor de los revolucionarios aspiradores que llevan su nombre se ofreció a construir, al principio de la pandemia, los respiradores artificiales que la sanidad británica necesitaba con urgencia. Pero exigió a su amigo, cuyo móvil personal tenía, que ni la compañía ni los trabajadores fueran gravados fiscalmente. Dyson, ardiente defensor del Brexit, había trasladado ya su producción y sede social a Singapur. “Yo te lo arreglo”, le contestó Johnson. El escándalo de los mensajes llevó a la oposición laborista a exigir una investigación parlamentaria, pero Downing Street se limitó a poner en marcha una investigación interna. Cuando horas después, un portavoz del Gobierno indicó directamente a los medios que el primer ministro estaba convencido de que Cummings estaba detrás de la filtración, estalló la caja de los truenos. El ex asesor de Johnson, un hombre tan inteligente y brillante como conflictivo, abandonó abruptamente Downing Street el pasado noviembre después de una serie de enfrentamientos con la pareja del primer ministro, Carrie Symonds. Desde entonces, había permanecido callado.

En un comunicado que ha hecho público en su blog personal, Cummings reconoce que Johnson le reenvió parte de los mensajes que intercambió con Dyson, pero que ninguno de ellos eran los que se han publicado ahora. Su rabia contenida, sin embargo, le ha llevado a explayarse en una serie de acusaciones que ponen al primer ministro en una posición comprometida. En primer lugar, el ex asesor hace referencia a otra filtración que en su momento fue muy comprometida para el Gobierno. El pasado octubre, el diario The Times adelantó que Downing Street se disponía a imponer a la población británica un segundo confinamiento. Era el reconocimiento de un fracaso en la gestión de la pandemia que iba a caer como un mazazo sobre una ciudadanía atemorizada. “Todas las pruebas apuntaban a que el responsable era Henry Newman [asesor especial en el Gabinete de Johnson] y otros en su oficina”, asegura Cummings que le dijo el alto funcionario al frente de la investigación. “El primer ministro estaba muy enfadado con este hallazgo, y me dijo poco después: ‘si Newman es el filtrador tendré que despedirle, y esto me supondrá muchos problemas con Carrie, porque son muy buenos amigos. ¿Quizás podemos pedir al secretario del Gabinete que ponga fin a esta investigacion?”, acusa en su texto Cummings a Johnson.

Nunca se hizo pública una conclusión definitiva de esas pesquisas internas. Downing Street y el propio Johnson se limitaron a dejar claro a la prensa que ni Cummings, ni su ayudante Lee Cain, habían tenido algo que ver con el asunto. Un desenlace con el que el primer ministro quiso Zanjar el embrollo, pero que dejó mal sabor de boca a su polémico asesor.

Y hay más. Cummings deja traslucir en su comunicado su desprecio hacia la falta de profesionalidad con que se estaban haciendo las cosas en el Gobierno. Recuerda el episodio de la redecoración del apartamento privado de Johnson, un empeño personal de su pareja, Symonds, para el que se creó una fundación especial, similar a la que opera en la Casa Blanca estadounidense. El propósito era vestir de una apariencia de preservación de edificios históricos lo que era simplemente un modo de recaudar donaciones de empresarios amigos para amueblar la casa del primer ministro. “Le dije que sus planes de obtener donantes secretos para la redecoración [del apartamento] no eran éticos, eran estúpidos, posiblemente ilegales, y que quebraban todas las reglas existentes respecto a la transparencia de donaciones políticas, si se empeñaba en proceder de ese modo”, explica Cummings en su blog.

Downing Street intentó en ese momento arreglar el fiasco con un comunicado público que aseguraba que Johnson había pagado de su propio bolsillo todas las reformas.

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Asegura el exasesor que no hablará con la prensa para dar más detalles de sus acusaciones, pero que está más que dispuesto a comparecer ante el Parlamento para responder a todas las preguntas que quieran formularle los diputados. “Es triste ver lo bajo que han caído el primer ministro y su equipo en lo que se refiere a los niveles de competencia e integridad que este país se merece”, concluye Cummings.

La número dos del Partido Laborista, Angela Rayner, reaccionaba a las nuevas revelaciones con dureza: “El Gobierno lleva 24 horas dando tumbos entre intentos de encubrimiento y chapuzas. Los conservadores están peleándose entre ellos como ratas dentro de un saco, y deslizándose cada vez más en un lodazal sórdido. Muestran de este modo un descorazonador desprecio hacia el país”.

En las últimas horas, Downing Street ha sido incapaz de ofrecer una respuesta a las acusaciones de Cummings.


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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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