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Boris Johnson busca donaciones para redecorar Downing Street

El primer ministro británico y su pareja, Carrie Symonds, se inspiran en el método empleado en la Casa Blanca y registran una entidad pública para recaudar fondos

Boris Johnson y su pareja, Carrie Symonds, en el 10 Downing Street, en 2019.
Boris Johnson y su pareja, Carrie Symonds, en el 10 Downing Street, en 2019.Peter Summers (Getty)
Rafa de Miguel

Algunas comparaciones históricas arrastran segundas intenciones. Todas las fuentes que, desde el más profundo anonimato, se refieren en los tabloides británicos a la actual pareja de Boris Johnson (56 años), Carrie Symonds (32 años), como Ana Bolena, Lady Macbeth o incluso Evita Perón, pintan así el retrato inverso del primer ministro como el Enrique VIII mujeriego y tendente al sobrepeso, el noble escocés cegado por la ambición o el carismático y populista argentino que definió un modo de hacer política. Symonds se ha convertido en un debate nacional de corto vuelo con todos los tópicos. Mujer joven y brillante de fuerte personalidad (autoritaria, caprichosa y sectaria, para los que se enfrentan a ella) se convierte en el motor y la condena de un hombre tan magnético como maleable. La que le ayuda a sacar lo mejor de sí mismo o a cometer los errores más tontos o arbitrarios.

Y uno de esos errores, en medio de una pandemia que está dejando en las ruinas la economía del Reino Unido y de sus habitantes, tiene una carga de frivolidad que resulta intolerable para muchos críticos. Johnson ha dado instrucciones a su equipo, según informaba The Daily Mail este lunes, para poner en marcha una charity (en teoría, una organización benéfica, pero también una simple entidad pública para recaudar fondos) que le ayude a renovar la decoración de su residencia privada en la planta alta del 10 de Downing Street. La pareja, que ya entró junta al simbólico edificio cuando Johnson fue elegido primer ministro en julio de 2019, pretende celebrar su boda en cuanto el coronavirus lo permita y el distanciamiento social se relaje. Mientras llega ese momento, Symonds ha decidido imponer su propio estilo y acabar con una decoración infestada de “la pesadilla de muebles de John Lewis (los populares grandes almacenes de gama alta) que dejó Theresa May (la anterior primera ministra)”, según la revista Tatler. Ha encargado un nuevo interiorismo inspirado en la naturaleza y de estricta sostenibilidad ambiental, basado en las propuestas de Lulu Lytle, una popular decoradora que bebe de las tradiciones británicas. Papel de pared con colores imposibles, tejidos elaborados, baños de mármol y muebles de mimbre.

Johnson, dicen los cronistas, se habría echado las manos a la cabeza al comprobar el coste acumulado de las mejoras en la vivienda —”absolutamente fuera de control”— , y ha encargado a su amigo David Brownlow (Lord Brownlow) que ponga en marcha una entidad pública similar a la que tiene la Casa Blanca, en Washington, para invertir en diseño interior, antigüedades y arte, que aporten prestigio y solera al edificio presidencial. Brownlow es el fundador y propietario del grupo de inversión Havisham, de reconocida afiliación conservadora, estrechos vínculos con la familia real y donante habitual del partido. Nadie duda de su capacidad para llevar a buen puerto la tarea encomendada, pero tampoco del riesgo que supone por el supuesto conflicto de interés que podría suponer cada donación, que la ley limita a 35.000 euros. “Downing Street es un complejo de oficinas que contiene, además, dos residencias oficiales [la del primer ministro y la del chancellor, o ministro de Economía]. Como ya ha ocurrido con anteriores gobiernos, necesita periódicamente de mantenimiento y remodelación”, ha dicho un portavoz del Gobierno británico sin negar la noticia. “Todo lo referente a las obras del edificio, residencias incluidas, aparece en el informe anual de cuentas y gastos”, ha zanjado.

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El número de abril de Tatler, la revista británica por excelencia sobre la realeza y el mundo de las socialités, presenta en su portada un primer plano de Symonds y el titular “Carrie´s coup” (El golpe de Estado de Carrie). El reportaje sigue las instrucciones de manual, con voces en ferviente defensa del personaje y críticas mordaces. La que fuera directora de comunicación del Partido Conservador aparece reflejada como una mujer que sabe desenvolverse en las aguas del poder, con buenos contactos y mano de hierro con sus enemigos. Fiel con sus aliados, a los que ha ayudado a subir la escalera del éxito, e implacable con personajes que ella considera tóxicos, como el genio que impulsó el Brexit y se convirtió luego en principal asesor de Johnson, Dominic Cummings. Junto a los suyos, salió por la puerta de atrás en una guerra interna en Downing Street cuya victoria final se atribuyó a Symonds. The Bow Group, una corriente del Partido Conservador que en su día tuvo notable influencia pero que hoy tiene un minoritario aire rancio, ha exigido una investigación oficial sobre el verdadero poder de una mujer que, dicen, “ni ha sido elegida por los votantes ni ostenta rango constitucional alguno que le permita nombrar cargos o dirigir la política del país sin tener que responder por sus decisiones”. En otras palabras, el fantasma de Ana Bolena.



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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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