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El ‘maidán de la taiga’ censurado por el Kremlin

Putin ignora la oposición a un gigantesco vertedero en el norte ruso

Pilar Bonet
Anna Stepánova, con la multitud concentrada al fondo, se dirige a las autoridades rusas.
Anna Stepánova, con la multitud concentrada al fondo, se dirige a las autoridades rusas.Pilar Bonet

Vladímir Putin, contestó a preguntas de sus conciudadanos en una sesión de más de cuatro horas con conexiones directas por toda Rusia. Pero, el jefe del Estado no vio ni escuchó a los rusos acampados en la taiga, junto a la remota estación de ferrocarril de Shies (en la región de Arjánguelsk), para evitar con su presencia la construcción de un gigantesco vertedero destinado a la basura de Moscú, la metrópoli incapaz de separar y reciclar sus residuos domésticos.

No solo el jefe del Estado permaneció inaccesible a las reivindicaciones del maidán de la taiga el pasado jueves. El nombre de Shies fue censurado además en la transcripción oficial de la cita del presidente con la sociedad, colgada en la página oficial de web del Kremlin. La omisión de Shies es todo un síntoma del desencuentro entre una sociedad que exige la solución de problemas prácticos reales y una dirección política que no sabe darles una respuesta eficaz y clara.

En la noche del 19 al 20 de junio, en el campamento de Shies se concentraron cerca de mil personas para dirigirse al jefe del Estado en el marco del programa “línea directa”. Esta corresponsal fue testigo. Con los cuerpos entumecidos por la lluvia y la humedad, los acampados, llegados sobre todo de la provincia de Arjángelsk y la república de Komi, pero también de otras regiones rusas, se agruparon en el pantano en la mañana del 20 de junio para dirigirse a Putin. Ninguna de sus tres intervenciones colectivas para hacerse oír llegó a la sesión comunicativa entre el presidente y la sociedad. Es más, una alusión a Shies formulada por Roberto Panchvidze, un bloguero con más de 10 millones de seguidores, fue censurada en el protocolo oficial de la trasmisión (aunque no del vídeo) colgado en la página de web del Kremlin. Panchvidze, a quien le fue permitido acceder al presidente, dijo que la ley que castiga la falta de respeto a la autoridad (firmada por Putin en marzo pasado) ha sido utilizada en los últimos días contra seis personas de la provincia de Arjánguelsk, entre ellas una mujer multada por comentar noticias sobre el basurero de Shies. Según Panchvidze, la mujer acusó a los dirigentes de haberse vuelto “totalmente descarados”. En otras ocasiones, con un gran gesto presidencial, Putin paró iniciativas impopulares por razones ecológicas (en el Baikal por ejemplo), pero esta vez el jefe del Estado no hizo uso de sus prerrogativas y el “milagro” no llegó a Shies. Respondiendo a los temas ecológicos, que le fueron planteados, afirmó que Rusia produce anualmente 70 millones de toneladas de residuos domésticos, que desde la época soviética se acumulan en los polígonos. “Y nadie se ocupó nunca de esto como era debido”, dijo. “Es un enorme problema”, admitió. "Espero que podamos poner orden en el futuro próximo y, pese a que la basura no es aparentemente un tema atractivo, yo también lo iré vigilando”, afirmó.

El 20 de junio, el campamento de Shies dirigió tres mensajes colectivos a las autoridades rusas. Su escenificación, en los tres casos, fue liderada por mujeres. El primero lo leyó la activista Anna Stepánova frente a los ciudadanos agrupados junto a un montón de grava. “Hace seis meses hubiéramos estado de acuerdo en cerrar el polígono”, dijo Stepánova. “Ahora exigimos” prosiguió. Siguieron las reivindicaciones: archivar el proyecto, investigar las irregularidades y actuaciones ilegales de sus promotores y del servicio de seguridad de la compañía constructora, así como de la policía e interrumpir los procesos contra los activistas”. Stepánova, de 39 años, regenta un hotel para animales domésticos en Plesetsk, el distrito cerrado donde se ubica el cosmódromo del mismo nombre. Por su implicación en la industria militar, tanto Plesetsk, como Severodvinsk, centro de construcción de submarinos atómicos para la Flota Rusa, son zonas de acceso restringido en la provincia de Arjánguelsk (589.900 kilómetros cuadrados o una superficie mayor que Francia, y 1,2 millones de habitantes).

En Shies había activistas tanto de Plesetsk como de Severodvinsk, localidad ésta donde las protestas contra otro polígono de residuos domésticos, han dado fruto y han obligado al gobernador de Arjánguelsk, Igor Orlov, a buscar otra ubicación para el vertedero destinado a la localidad constructora de submarinos nucleares.

Orlov se niega a apoyar una ley que prohíba el traslado de basura de una región a otra. Pillado entre las exigencias de Moscú, que promete transferir miles de millones de rublos por aceptar los residuos, y los irritados ciudadanos, el gobernador ha alegado que, en ese caso, se vería privado de la posibilidad de transportar la “enorme cantidad” de residuos radioactivos y tóxicos generados por la industria militar de la provincia. "Si intento resistirme, la basura más peligrosa se quedaría aquí y no tengo medios para elaborarla”, dijo Orlov recientemente.

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Tras la intervención de Stepánova, los acampados se encaramaron a una cordillera de grava preparada para el futuro vertedero y formaron una cadena humana de unos 400 metros de longitud en la cresta. Y allí, en ruso, entonaron la misma melodía, que ya en 2004, hace 15 años, cantaban en ucraniano los concentrados en el Maidán de Kiev (lo que se llamó la “revolución naranja”) en contra de unas elecciones amañadas. “Todos unidos, somos invencibles”. Cuando Putin había comenzado ya a dirigirse a la ciudadanía en Moscú, en Shies se efectuó la grabación que hoy puede verse en YouTube, con el telón de fondo del campamento y las decenas camiones de los constructores del polígono esperando instrucciones (irse o continuar trabajando) junto las vías de tren. Los activistas, se dirigieron a Putin. En primera fila una pancarta con el lema “Pomorie ne pomoika” (Pomorie -como se llama a la región costera del mar Blanco- no es un basurero). Svetlana Babenko explicó que la construcción sobre el pantano de Shies llevará a una catástrofe ecológica en la región de Arjanguelsk y la vecina región de Komi. “Esto puede extenderse también a la región de Bahrens y a países de Europa. Por eso nos dirigimos a todos y les decimos que aparten las manos de Shies”, afirmó. En la lista de reivindicaciones figuraba esta vez el cese del gobernador y la vuelta al sistema de elecciones directas de los órganos representativos en Arjanguelsk y la república de Komi.

“Si nosotros no defendemos Shies, perderemos nuestro Norte y si perdemos nuestro Norte, no podremos hacer renacer a Rusia”. La multitud aplaudió y coreo de nuevo: “Aparten las manos de Shies”.

El vertedero de Shies ha movilizado al norte ruso y sobre todo a dos territorios vecinos de Arjanguelsk y la república de Komi, que tiene 416.744 kilómetros cuadrados y algo más de 840.873 habitantes. La cohesión del movimiento en contra de los planes de Moscú hace temer a algunos la aparición de tendencias separatistas. Sin embargo, el campamento por un “norte limpio” parte de posiciones patrióticas. A su entrada, hay banderas de diferentes organizaciones e incluso de países, como Cuba o Francia, plantadas como fruto de iniciativas individuales. En el caso de Cuba, la bandera pertenecía a un activista para el que el campamento debía ser “una isla de la libertad” como para él fue Cuba. En el caso de Francia en honor de un activista de doble nacionalidad golpeado por el servicio de seguridad de las constructoras, según explicó Alekséi Ganíchev, uno de los organizadores del campamento. En la mañana del 20 de junio, la multitud acogió con aplausos y vítores el alza de la bandera rusa, a una altura superior a todas las demás. Si no se había alzado antes, nos dijeron, era porque se tardó en encontrar el mástil adecuado.

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Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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