_
_
_
_
_
PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Doce meses de incertidumbre: nadie, ni Sánchez, conoce el calendario político

La primera incógnita es si el PSOE es capaz de aprobar la ley de Amnistía sin nuevas concesiones a Junts

Sol Gallego
Nicolás Aznárez
Soledad Gallego-Díaz

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó esta semana que no tiene intención de adelantar las elecciones generales, previstas para 2027. Ningún gobernante diría otra cosa nueve meses después de haber acudido a las urnas, pero la decisión final sobre la duración de esta difícil legislatura no dependerá exclusivamente de su voluntad, dado que no dispone de mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, sino que está a expensas de amplios acuerdos de izquierdas y nacionalistas. Todo dependerá de un cúmulo de circunstancias aún por definir. Es difícil que nadie, incluido Sánchez, tenga hoy claro el calendario político de los próximos 12 meses. El margen de actuación para unos y otros es muy estrecho, y la incertidumbre, incluido el caso García/Ábalos, muy grande.

La primera de todas las incógnitas, inmediata, es saber si el PSOE es capaz de sacar adelante, antes del próximo 7 de marzo, la ley de Amnistía, sin ninguna nueva concesión a Junts. Carles Puigdemont dispone de un nuevo dato para aumentar la presión sobre los necesitados socialistas. Repentinamente, el Partido Popular le ha ofrecido el indulto para todos aquellos independentistas catalanes a los que no alcanzó la medida de gracia aprobada por el Gobierno de Sánchez en junio de 2021. Es decir, incluido el propio expresident, huido de la justicia española. En mitad del debate sobre la ley de Amnistía, el PP ha hecho suyo el espacio de los indultos.

La decisión de Alberto Núñez Feijóo se dio a conocer en mitad de la campaña electoral gallega y el éxito indiscutible alcanzado por el Partido Popular en esos comicios convalidó la sorprendente maniobra. Al revalidar la mayoría gallega, el presidente popular puede ya acudir a unas futuras elecciones generales —o presentar una moción de censura— con los indultos plenamente incorporados a su programa y sin debate interno alguno.

Si quieres apoyar la elaboración de periodismo de calidad, suscríbete.
Suscríbete

En cualquier caso, la oferta de indultos acerca, sobre el papel, la posibilidad de que el Partido Popular se plantee, tras las elecciones europeas del próximo mes de junio, una moción de censura contra Pedro Sánchez. Sobre todo, si esos comicios europeos vuelven a dejar en una posición de debilidad al PSOE. Los acuerdos que mantienen a Sánchez en La Moncloa son frágiles y lo serán aún más tras las elecciones vascas, en las que los riesgos no dependen tanto del resultado que obtenga el Partido Socialista de Euskadi, sino de las alianzas posteriores. Se supone que el PSE apoyará antes un Gobierno vasco con el PNV que con su principal oponente, Bildu. Pero los votos de Bildu son también necesarios para el PSOE en el Congreso y, en ese momento, quizás subirán de precio.

Según el análisis que hizo el propio presidente en la reunión de la Ejecutiva Federal de esta semana, tanto los malos resultados de las últimas elecciones municipales y autonómicas, que dejaron reducido a su mínima expresión el poder territorial del PSOE, como el de las elecciones gallegas se deben a la debilidad de la estructura del partido, carente de “liderazgos fuertes” en las comunidades autónomas. Es un análisis seguramente correcto, pero, de alguna forma, debilita su propio liderazgo interno por no haber sabido atajar el problema en los seis años que lleva al frente del PSOE. Sus detractores, incluso, le responsabilizan de haberlo profundizado al imponer candidatos en algunas de esas federaciones.

En el mejor de los casos, el Gobierno entraría en otoño con un presupuesto aprobado y con muy difíciles negociaciones para sacar adelante cualquier otra ley. En el peor, haciendo frente a una moción de censura que Feijóo tendría que negociar con Junts (dando por seguro que Vox no podría negarse a echar a Sánchez del Gobierno). El presidente tiene en su mano algunas herramientas para reforzar su liderazgo, como la remodelación del Gobierno dando por fin entrada a voces socialistas potentes. Tiene un amplio margen porque, tras las últimas elecciones, mantuvo sin tocar a los 12 ministros que ocupaban las carteras más importantes. Pero tiene también en contra el creciente ataque de socialistas a los que sólo su ciego rechazo visceral a Sánchez les está impidiendo aflorar dentro de su partido una crítica verdaderamente eficaz.

Apúntate aquí a la newsletter semanal de Ideas.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_