_
_
_
_
_

¿Era el sexo así hace 60 años? El problema de ver cuerpos actuales en ficciones de época

‘Fellow Travelers’ ha recibido críticas entusiastas, pero los cuerpos esculpidos de sus protagonistas y las escenas de sexo elaborado han hecho que algunos espectadores se pregunten en qué año están realmente

Jonathan Bailey y Matt Bomer en 'Fellow Travelers', que en España se puede ver en SkyShowtime.
Jonathan Bailey y Matt Bomer en 'Fellow Travelers', que en España se puede ver en SkyShowtime.©Showtime Networks Inc./Courtesy Everett Collection / Cordon Press

“Soy tu chico, ¿verdad?”, le susurra Tim a Hawk mientras se arrodilla ante él. “Y tu chico quiere ir a la fiesta”. “¿Cuánto quiere ir?”, le pregunta Hawk mientras Tim va descendiendo por el torso de su partenaire. Entonces Tim se mete uno a uno los dedos del pie de Hawk en la boca y los lame mirándole a los ojos. “Ahora enséñame lo que realmente quiere mi chico”, le ordena Hawk.

El anterior párrafo podría ser la transcripción del comienzo de una película porno gay contemporánea. Sin embargo, la escena forma parte del primer capítulo de una serie comercial estrenada a finales de 2023. Fellow Travelers (o Compañeros de ruta, título español con el que se puede ver en SkyShowtime) cuenta la historia de amor (y sexo) entre dos hombres estadounidenses entre las décadas de 1950 y 1980. A lo largo de ocho episodios, la miniserie creada por Ron Nyswaner (Philadelphia) muestra cómo las vidas de los homosexuales cambiaron desde el “terror lila”, como fue conocida la persecución de hombres gays por parte de las autoridades durante la Guerra Fría, hasta la epidemia del SIDA y la explosión del activismo LGTBIQ+.

Basada en la novela de Thomas Mallon Los lavanda: Fellow travelers (Plata), recibió críticas tan positivas como la del New Yorker, que la considera una de las mejores ficciones del año pasado. Puede que su ingrediente más llamativo fuera la gran cantidad de escenas sexuales explícitas, hasta el punto de que un espectador se quejaba en Twitter de haberlas visto todas sin haber sintonizado la serie en ningún momento. El equipo las defendió argumentando que era necesario mostrar en todo su esplendor las relaciones entre los dos protagonistas, interpretados por Matt Bomer y Jonathan Bailey, para entender del todo su historia de amor.

“El sexo gay ha sido representado antes en la televisión y el cine, y está presente en alguna de mis películas favoritas”, comentaba el productor ejecutivo Robbie Rogers (exjugador de fútbol y pareja del creador televisivo Greg Berlanti) a Variety. “Pero creo que aquí es algo distinto. Es la dinámica de poder que va variando a lo largo de los episodios, y los personajes cambian y se adaptan, y lo hacen a lo largo de su experiencia sexual”.

Matt Bomer, todo bíceps, tríceps, pectorales, abdominales y dorsales en 'Fellow Travelers'.
Matt Bomer, todo bíceps, tríceps, pectorales, abdominales y dorsales en 'Fellow Travelers'.©Showtime Networks Inc./Courtesy Everett Collection / Cordon Press

Pero hay un detalle de que el equipo de la serie no solía hablar en sus entrevistas que sí se coló en algunas de las críticas: los musculados cuerpos de Bomer y Bailey, con las formas y dimensiones de dos hombres aparentemente adictos a crossfit, tanto es así que Vanity Fair aseguró que tenían “una cantidad anacrónica de pectorales y abdominales”. Uno ve esos cuerpos desnudos y se pregunta a qué gimnasio iban los trabajadores del gobierno de EE.UU. en los años cincuenta, y qué suplementos alimenticios tomaban (lo mismo ocurre con el periodista interpretado por Jelani Alladin).

Lo hemos visto antes, en mayor o menor medida, en muchas producciones audiovisuales de época, sin importar la era a la que nos transportaran: la Escocia del siglo XVIII en la serie Outlander, la corte británica del siglo XIX en Los Bridgerton, el período de Enrique VIII en Los Tudor o el antiguo imperio de Roma. Tanto los esbeltos cuerpos de las mujeres como los a menudo musculados físicos de los hombres nos plantean la duda: ¿eran nuestros antepasados tan atractivos, o se trata de una licencia creativa que en el mejor de los casos agrada al espectador y en el peor los arranca de la línea espaciotemporal?

Alberto Mira, escritor y profesor de cine en la Oxford Brookes University, también se planteó la cuestión al ver Fellow Travelers, y llegó a la conclusión de que “no todo en la representación va de realismo”. “De esto se quejaba el autor de un libro sobre Dioses y monstruos [película de 1998 protagonizada por Ian McKellen sobre los últimos días de James Whale, el director de la película Frankenstein de 1931]: decía que entonces los cuerpos no eran así. Y puede que haya algo de verdad en eso. Pero el cuerpo del actor es siempre un cuerpo contemporáneo, sometido a lógicas contemporáneas”. Mira defiende el derecho de la ficción a tomarse licencias, pero a la vez cita casos como el modelo Joe Dallessandro, musa de Warhol en los años sesenta y setenta, conocido por su físico hercúleo: “Sí había cuerpos así”. También invita a comparar los cuerpos que Kirk Douglas y el resto del reparto de Espartaco de Stanley Kubrick, esculturales y bronceados, con los que se puede ver en la serie Spartacus, emitida a principios de los 2010 y muy deudora de la estética hipertrofiada de la película 300. “Los cuerpos en ambas son muy distintos, pero ambos modelos de representación mienten”.

Es más que probable que los cuerpos de Bomer y Bailey no sean solo fruto de una contemporaneidad casual: puede que los productores de Fellow Travelers, así como los de los demás títulos mencionados, buscaran físicos atractivos según la norma para subir la audiencia. “Esos cuerpos son un plus de comercialidad que no tiene nada que ver con la plausibilidad”, apostilla Mira.

Matt Bomer y Jonathan Bailey en 'Fellow Travelers'.
Matt Bomer y Jonathan Bailey en 'Fellow Travelers'.©Showtime Networks Inc./Courtesy Everett Collection / Cordon Press

La idealización del cuerpo masculino en pos del placer estético no es precisamente nueva. Ya en la Grecia antigua se representaba al hombre con atributos de héroe, a menudo un semidiós de enormes formas, capaz de cumplir las más grandes proezas a juzgar por su perfección física. “El mundo clásico acostumbró a la sociedad a contemplar el físico de los atletas y de los héroes militares a través de desnudos integrales que los mostraban en el esplendor físico en estatuas monumentales en lugares preeminentes de las Polis”, explica Carlos G. Navarro, conservador de pintura del siglo XIX del Museo del Prado. “Se trataba de imágenes de poder masculino exacerbado y tenían la misión de proponerlos a la imitación ciudadana”.

Esa tradición se fue perdiendo y recuperando a lo largo de los siglos, pero también se encuentra en el cristianismo. “Sobre todo, después del Renacimiento. También es frecuente encontrar a los hombres poderosos representados como héroes o dioses, con físicos al desnudo, musculados. No faltan ejemplos sin salir del Prado, donde puedes ver a Carlos V al desnudo en la fabulosa escultura de Leoni que está en la rotonda alta de Goya”.

Tampoco el sexo se ha inventado en tiempos modernos. A veces nos enfrentamos a las ficciones de época con una mirada más puritana que las de los que las vivieron. Sirva de ejemplo el artículo que la historiadora Amanda Foreman publicaba en el Daily Express en 1998 tras el estreno de La feria de las vanidades, miniserie de la BBC basada en el clásico de William Makepeace Thackeray. “Puede parecer un poco demasiado sexy, pero todos esos senos y muslos dan en el blanco (…). Los hombres y las mujeres de la época georgiana no solo disfrutaban de una actitud fuerte en torno al sexo, sino que se deleitaban enormemente en romper las reglas impuestas por sus antepasados puritanos”.

Jonathan Bailey y Matt Bomer en 'Fellow Travelers'.
Jonathan Bailey y Matt Bomer en 'Fellow Travelers'.©Showtime Networks Inc./Courtesy Everett Collection / Cordon Press

Ese mismo período, entre el siglo XVIII y el XIX, es en el que está situada la serie de Netflix Los Bridgerton, y aunque es una reimaginación muy libre de la época (mucho se habló de su colorblind casting, en el que se mezclan diferentes etnias sin atender al realismo), su retrato de la sexualidad efervescente que rodea a los personajes es bastante fidedigno. “Aunque el sistema legal seguía siendo estricto en su regulación y restricción de lo que eran consideradas prácticas sexuales perversas, y aunque la actitud de la sociedad seguía siendo mayormente conservadora, quedaron muchas pruebas de que hubo una liberación y experimentación sexual en el territorio cada vez más urbano”, explica la historiadora Elaura Lacey, citando ejemplos como burdeles o las llamadas Molly Houses, donde se daban cita los homosexuales para tener encuentros en secreto. Eran las clases más altas, precisamente, las que protagonizan la serie de Shonda Rhimes, las que disfrutaban de una vida sexual más desprejuiciada. “Esas escenas subidas de tono son muy creíbles, incluso podrían estar rebajadas de tono para el espectador”, insiste Lacey.

Podríamos cometer el mismo error con Fellow Travelers, que muestra unas dinámicas sexuales algo sorprendentes para una pareja de hombres criados en los años treinta: escupitajos, dominación, felaciones y juegos de rol que rozan el sadomasoquismo. Rogers explicaba al respecto que el objetivo de los productores nunca fue el de impactar gratuitamente: “Cuando eres extremadamente cuidadoso con todas las decisiones que tomas en tu vida y guardas secretos y escondes algo fuera del alcance de todo el mundo, cuando por fin consigues tener esos momentos íntimos, ese sexo puede ser increíblemente apasionado o agresivo o tierno o muy emotivo”.

Mira, por su parte, no encuentra en estas prácticas algo tan extraño ni contemporáneo. “Las historias que se nos cuentan sobre el sexo hasta los años setenta dan una visión ortodoxa”, defiende. “Intenta mirarte una colección de dibujos eróticos editada por Thomas Waugh: son dibujos hechos por gente normal, no comerciales, desde inicios del siglo XX y se ven fantasías muy extremas”. De hecho, los términos sadismo y masoquismo nacieron con el psicoanálisis a finales del siglo XIX, pero tenemos un referente aún más antiguo en el marqués de Sade un siglo antes.

En fin: aceptando sus licencias en torno al físico de sus protagonistas, es probable que Fellow Travelers sea un retrato de la época más fidedigno de lo que parece. Como decía Paquita Salas: “Maricones ha habido toda la historia de la humanidad”. Y vivieron, amaron y follaron. Incluso en España, como recuerda Mira: “Sí, hubo detenciones y homofobia y miles de personas perdieron el trabajo. Pero había lugares de encuentro, y sin duda una subcultura. Acceder a ella no siempre era fácil, pero existía. La dinámica entre represión y expresión, entre prohibir o hacer, es fluida”.

Puedes seguir ICON en Facebook, X, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.

Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_