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‘Croissants’ de oro y hamburguesas de diamantes: así son las joyas que han conquistado a Drake o Beyoncé

A Nadine Ghosn le dijeron que nadie compraría sus arriesgadas y costosas piezas, basadas en objetos de la vida cotidiana, pero su enorme cartera de clientes y la bendición de Karl Lagerfeld le dieron la razón

La diseñadora de joyas Nadine Ghosn en la semana de la moda de París en 2018.
La diseñadora de joyas Nadine Ghosn en la semana de la moda de París en 2018.Bertrand Rindoff Petroff (Getty Images)

El pasado mes de noviembre, el rapero Drake enseñaba al mundo la que entonces era su última joya, creada para ser lucida en el videoclip de su canción First Person Shooter. El artista (el primero en superar la barrera de los 75.000 millones de reproducciones en Spotify) encargó una pieza personalizada que aunaba el título de su álbum For All The Dogs (literalmente, “para todos los perros”) con la sempiterna ostentación de las estrellas del rap: un collar y cadena de perro fabricados con dos kilos de oro blanco de 18 quilates y adornados con otros 50 de diamantes.

No ha sido la única joya de inspiración canina que el músico ha incorporado recientemente a su joyero. Un poco antes, en octubre, se dejó ver en público con una cadena algo más discreta, siempre dentro de sus parámetros: una cadena formada por eslabones en forma de huesos, también en oro blanco y diamantes. Ambas piezas son obra de la que se ha convertido en su diseñadora de cabecera, Nadine Ghosn, hija del expresidente de Nissan-Renault, Carlos Ghosn, que en 2019 huyó de la justicia japonesa por un caso de evasión de impuestos y, desde entonces, permanece en uno de los tres países de los que posee nacionalidad, Líbano.

El empresario Carlos Ghosn y sus tres hijas durante un pase de 'El diablo viste de Prada' en el festival de Deauville en 2006. Nadine es la que está en el centro.
El empresario Carlos Ghosn y sus tres hijas durante un pase de 'El diablo viste de Prada' en el festival de Deauville en 2006. Nadine es la que está en el centro.FRANCOIS GUILLOT (AFP via Getty Images)

Drake es el último personaje conocido que ha mostrado admiración por el trabajo de Ghosn, pero no el único. Beyoncé es otra de sus clientas famosas, mientras que Karl Lagerfeld también adquirió alguna de sus piezas poco después de que la diseñadora lanzase su firma en 2016, con apenas 27 años. En ese ascenso en el muy limitado mundo de la alta joyería, Ghosn se ha hecho con una exclusiva cartera de clientes a través de un sello distintivo y muy pop. Sus piezas combinan materiales preciosos con diseños basados en objetos cotidianos y que no suelen estar representados en joyas inaccesibles para quienes no superen los siete dígitos en sus cuentas bancarias. Brazaletes con forma de cadenas de bici, clips o lapiceros, anillos coronados por una pieza inspirada en los bloques de Lego o gemelos adornados con hamburguesas y patatas fritas de oro y diamantes son algunos de sus diseños más vendidos. Estos últimos son además los más baratos disponibles a través de su web: 1750 dólares, algo más de 1600 euros al cambio actual.

Esa inspiración pop también le ha llevado a desarrollar alguna colaboración sorprendente, como la que realizó con McDonald’s en 2018. Coincidiendo con San Valentín, la cadena de restaurantes de comida rápida realizó un concurso a través de redes sociales. El premio, un anillo en forma de Big Mac, rebautizado como Bling Mac en referencia al término popular bling para referirse a la joyería, valorado en unos 11.500 euros.

Estudios en Stanford, prácticas en Hermès

La segunda de los cuatro hijos de Carlos Ghosn no estaba destinada, en principio, a dedicarse a la alta joyería. Tras vivir en Japón, Francia y EE UU, donde nació, estudió economía y arte en la Universidad de Stanford, en California. De allí pasó a especializarse en el sector del lujo e hizo prácticas para Hermès en París. En esa época es cuando empezó a dar forma a una pasión de la infancia. “Desde pequeña, siempre me atrajeron las joyas”, explicó en una entrevista en la edición asiática de Tatler. “Mis hermanas pedían muñecas y libros, mientras que yo pedía pendientes”. Esa experiencia le mostró las posibilidades que existían en el mundo de la joyería. “Había muy poca gente que hiciera cosas distintas, todo era muy predecible y convencional. Como consumidora, quería llevar piezas que reflejaran mi personalidad y mi carácter, pero usando los mejores materiales”. Una visita a Líbano, donde conoció a un joyero artesano, acabó por darle la clave: aprendería la técnica allí, para después completar su formación en el Instituto Gemológico de EE UU, en California.

El brazalete que imita a una cubertería, una de las piezas más célebres diseñada por Nadine Ghosn. Está valorado en 18.350 dólares.
El brazalete que imita a una cubertería, una de las piezas más célebres diseñada por Nadine Ghosn. Está valorado en 18.350 dólares.
El anillo-hamburguesa es otra de sus creaciones más célebres. Cuesta 20.680 dólares.
El anillo-hamburguesa es otra de sus creaciones más célebres. Cuesta 20.680 dólares.

Una de sus primeras creaciones fue ese anillo en forma de hamburguesa que todavía hoy es una de sus piezas más vendidas. “Cuando se la enseñé por primera vez a mi familia, recuerdo que me dijeron que nadie iba a comprarlo”, relató a Arab News. “Pero yo tenía fe en ello y, cuando llegó el momento, se demostró que, cuando crees en algo, debes ir a por ello”. La colección entró en Colette, la tienda parisina, la que fuera centro de las tendencias mundiales de moda hasta su cierre en 2017, y de ahí saltó a los cuellos, dedos y muñecas de las celebridades.

En ese espíritu de emprendimiento, Nadine confiesa la influencia de su padre. El que fuera hombre prodigio de los negocios hasta su caída en desgracia, que ya ha inspirado varios documentales sobre su huida de Japón (en 2021 desveló que pasó media hora hasta el despegue de su avión metido dentro de una caja para transportar instrumentos) le enseñó a ser “extremadamente independiente”, explicó la diseñadora en la misma entrevista. “Ahora por fin dice que soy diseñadora de joyas, porque durante los dos primeros años tenía sus reservas”. Antes de reconocer que su empresa podía ser rentable, le dio un consejo: “Hagas lo que hagas, sé la mejor en ello. Hazte indispensable”. Parece que lo ha conseguido.

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