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La paradoja y el estilo
Columna
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Gracias, Belén Esteban

Anunció como a ella le gusta, sin ambages, sin medias tintas, que su voto en las elecciones generales ya no sería para su partido de siempre. Y agregó: “No me gusta compartir mi voto con otro partido. Y menos si mi partido de siempre se está uniendo a otro que agrede a personas que para mí son como hermanos, compañeros de profesión, que han sufrido y luchado mucho por sus derechos”

Belén Esteban
Belén Esteban asiste a la gala de entrega de los Premios Ídolo, el 9 de marzo de 2023, en Madrid.Francisco Guerra / Europa Press (Europa Press)
Boris Izaguirre

Volé a Mallorca invitado al preestreno del documental sobre Terenci Moix, Terenci: La fabulación infinita, que se emitirá en Filmin. En un almuerzo con miembros de la directiva del festival, el periodista y politólogo Pablo Simón aporto su opinión de que entre los factores influyentes en el resultado del 23J, estarían las declaraciones de Belén Esteban en una entrevista con Carlota Corredera.

En esa entrevista, Esteban anunció como a ella le gusta, sin ambages, sin medias tintas, que su voto en las elecciones generales ya no sería para su partido de siempre. Y agregó: “Estoy un poco indecisa porque no me gusta que se junten varios partidos. Y menos si mi partido de siempre se está uniendo a otro que agrede a personas que para mí son como hermanos, compañeros de profesión, que han sufrido y luchado mucho por sus derechos. Yo no quiero que España vaya para atrás”. Nadie se esperaba un resultado de las elecciones así, ni tampoco un posicionamiento tan sólido por parte de la Princesa del Pueblo. Simón sostiene que esas declaraciones significaron una fuerza inesperada para despertar el voto contra la ultraderecha. Y una señal desatendida. Algo que tiene más significado, más precisión, que cualquiera de los sondeos o encuestas que muchos han analizado con furor estas semanas. Para los que respiramos ahora más aliviados no queda más que escribir: Gracias, Belén Esteban.

Belén Esteban cumplirá 50 años pronto, igual que esta semana lo ha hecho Monica Lewinsky. Pueden ser princesas contemporáneas y aunque no son iguales, tienen talla similar. Ambas están marcadas por el patriarcado y por la madurez que acumula la edad. Jesulín y Clinton no comparten mucho, pero sí que representan figuras masculinas influyentes, arriesgadas y cuestionadas. Uno es matador, otro presidente. Monica pasó a la historia por ser una becaria que pudo acabar con una presidencia. Y por un traje manchado con semen presidencial. Belén trasladó su grito y su filosofía a su primogénita y a todo el país: “Andrea, ¡cómete el pollo, coño!”. Y ahora es una exitosa empresaria de gazpachos. El gazpacho puede manchar, pero está riquísimo. El paso del tiempo convirtió a ambas en iconos, que es lo que la revista People celebra en los 50 años de Lewinsky. Ellas influyen en la opinión que se cocina sobre las mujeres. A diferencia de Belén, Mónica no pudo ser madre. Ni tampoco casarse. A Mónica la traicionó una amiga, que ganó su confianza para meter en aprietos al presidente de Estados Unidos. La utilizó. La Princesa del pueblo ha expresado públicamente que no facilitaría a Feijóo ser presidente porque los derechos de sus amigos van primero.

Luego en la noche, fui entrevistado sobre mi amistad con Terenci Moix, que siempre describo como un privilegio. Una vez más, preferí recuperar ese hombre profundo, luminoso y divertidísimo que tuve la suerte de conocer. La versión, en forma de largometraje, pretende alejarse tanto de la hagiografía que termina por presentarlo más hosco, conflictivo y difícil de como yo lo recuerdo. Quizás eso haga más comercial la docuserie. Pero igual de difícil y extraordinaria fue la transformación de Ramon Moix en Terenci Moix, un hombre nacido en la parte humilde de Barcelona, a la que conquistó y transformó por su carisma y talento, por su olfato para detectar la libertad dentro de una sociedad que necesitaba referentes. Después de saltarse la valla de la lengua catalana, en la que nació y amó, liberó sus ambiciones literarias que lo llevaron al castellano y a Latinoamérica. Y así, un veinteañero que se sentía como él, en Caracas, pudo leerlo, disfrutarlo y aceptar al momento su invitación a conocerlo mejor. Fue en el 40 cumpleaños de Miguel Bosé. Le dije algo sobre una pareja de jardineros gays en No digas que fue un sueño. Y soltó: “No me extraña, porque tienes los mismos ojos que imaginé para ellos”.

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