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Kendall Jenner, los 25 años de la Kardashian más trabajadora

La mayor de las hijas de Kris y Caitlyn Jenner es una de las modelos mejor pagadas pero busca alejarse de la exposición mediática de sus hermanas

Kendall Jenner, en el desfile de Versace celebrado en Milán (Italia) en febrero de 2020.
Kendall Jenner, en el desfile de Versace celebrado en Milán (Italia) en febrero de 2020.ALESSANDRO GAROFALO (Reuters)
María Porcel

Este 3 de noviembre es un día marcado en rojo en el calendario de los estadounidenses, que celebran las elecciones presidenciales para elegir a su próximo líder. Pero también es una fecha señalada para la familia que se ha convertido en la nueva realeza del país, que acumula millones —de dólares, seguidores y acérrimos enemigos—. Los Kardashian celebran hoy que Kendall, una de las benjaminas de su clan, llega al cuarto de siglo.

Kendall Jenner es la quinta de los seis hijos de Kris Jenner. Después de los cuatro que tuvo junto a su primer marido, Robert Kardashian (Kourtney, Kim, Khloé y Rob), Kenny, como la llaman cariñosamente, es la mayor de las dos (Kylie es 20 meses menor) que tuvo con Caitlyn, antes Bruce, Jenner. La joven alcanza los 25 años, una edad en la que su vida es muy distinta de la de su generación. Está lejos de las aulas universitarias, los puestos de becaria y los primeros y precarios pasos en el mundo laboral. Lleva más de un lustro convertida en una de las modelos más importantes del mundo, y toda una vida como una célebre estrella de la telerrealidad, una carga de la que parece preferir escapar.

Las primeras apariciones de Kendall la mostraban sonriente, espigada y pecosa, casi siempre bajo el cuidado de su padre y con la compañía de su hermana menor. Aquello era 2007 y las dos eran apenas figurantes en Las Kardashians, el reality show familiar que lanzó a todos a la fama y que logró crear un nuevo tipo de celebridad, y cuyo final definitivo anunciaron hace un par de meses.

La niña Kendall creció bajo los focos, con desparpajo y tranquilidad ante las cámaras. Algo que la ayudó a lanzarse al ruego mediático sin miedo, a empezar a llenar por sí misma tiempos en el programa y, cada vez más, portadas en las revistas. Aquella pequeña creció hasta alcanzar los 179 centímetros, adquiriendo medidas de modelo que la hicieron dar un salto profesional que pocos esperaban más allá de unos desfiles benéficos o unas fotos bonitas. En 2012 su incipiente éxito le hizo dejar el instituto y terminar sus estudios desde casa, centrada en su trabajo.

Ahora, Kendall es todo un nombre propio que ha llegado a convertirse en la modelo mejor pagada del mundo, tanto en 2017 como en 2018. En 2009 empezó a aparecer en revistas, pero 2014 fue su gran año, cuando empezó a hacer campañas profesionales, desfiló para Marc Jacobs en Nueva York o para Chanel en París y cuando acudió por primera vez al festival de Cannes o a la gala del Museo Metropolitano de Nueva York. Entonces, con solo 19 años, medio escondida detrás de su hermana Kim y ataviada con un vestido blanco palabra de honor, parecía más una debutante que la supermodelo que llegaría a ser. Pero pronto llegaría la explosión: en noviembre de ese año firmaría su primer gran contrato, con la casa cosmética Estée Lauder, y un año después llegaría su confirmación desfilando en el mayor espectáculo de moda (entonces) del mundo, el show de lencería de Victoria’s Secret, donde también debutó una de sus mejores amigas, Gigi Hadid. Desde entonces no ha parado.

Más rica que sus hermanas, en cuanto a fama también se ha puesto a su altura y ha llegado a tener el curioso título de “Modelo más buscada en Google del mundo”. Acumula 141 millones de seguidores en Instagram (y otros 22 en Facebook y 30 más en Twitter), lejos aún de los 191 de Kim y de los 199 de Kylie, pero bastantes más que los 122 de Khloé y los 102 de Kourtney, o los de sus padres: Kris tiene 37 millones de followers y Caitlyn, 10,5.

Un nivel de exposición brutal que ella misma ha tratado de aplacar con trabajo, trabajo y trabajo, lejos de los focos del reality y cerca de los de fotógrafos profesionales y campañas de moda (ha sido imagen de Versace, Miu Miu, Longchamp, Givenchy, La Perla, Balmain, Calvin Klein, Fendi, Mango...). Pese a abrirse acerca de su ansiedad, sus inseguridades físicas o del toc que sufre, su edad y su fama no le han evitado los tropezones. Fue célebre un criticado anuncio de Pepsi que frivolizaba la lucha antirracista y que tuvo que retirarse inmediatamente.

Su ropa, sus gestos, sus publicaciones en redes, su propia familia... la ponen en el ojo del huracán cada cierto tiempo, quiera ella o no. Poco dada a dar entrevistas —o a contar algo en ellas—, si algo la ha marcado ha sido el cambio de su padre de Bruce a Caitlyn, un gesto valiente por el que afirma que es su “héroe” pero que, como también confesó, había sido muy duro en los primeros tiempos. “Con el cambio de género de mi padre, nuestra relación creció”, reflexionaba para la revista People hace unos meses, cuando se cumplían cinco años de que Caitlyn se decidiera a hacerlo público. “Finalmente pudo ser honesta conmigo, podíamos hablar de emociones más profundas que ella estaba viviendo entonces. Fue un gran paso”, aseguraba, añadiendo: “Gracias a la valentía de mi padre, he aprendido a amar lo que amo y a no estar avergonzada por ello. Ella ha sido mi rol a seguir desde que puedo recordar [...]. Es tan valiente que aspiro a serlo así algún día”.

Este Halloween, sus fiestas y disfraces —el primero, de ella misma de niña junto a su hermana Kylie; el segundo, de Pamela Anderson en Barb Wire (1996)— le han pasado factura. Porque, vestida con el segundo como excusa por Halloween, organizó una gran fiesta de cumpleaños con decenas de invitados famosos, de sus hermanas a Justin Bieber o Sofia Richie, sin distancia social ni mascarillas. Hay quien afirma que, al llegar al hotel hollywoodiense donde tuvo lugar el evento, se hacían test rápidos de covid a los asistentes. Pero no hay excusa suficiente para librar de la polémica a un miembro del clan Kardashian, por muy distinto de los suyos que quiera ser.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

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