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La rutina de una dieta saludable: una materia escolar urgente

Los centros están obligados a redoblar los esfuerzos para educar en temas de alimentación sana y frenar los malos hábitos

Extra Colegios 05/03/23 Comedor
Maica (Getty Images) (Getty Images)

Hace una década, el colegio público Ermitaberri (Burlada, Navarra) inició un proyecto de escuela saludable con el objetivo principal de evitar, en todo lo posible desde el centro, los factores de riesgo para el desarrollo de sobrepeso y obesidad. Una de las patas de ese proyecto es la iniciativa Almuerzos Saludables —se vio interrumpida por la pandemia, pero está a punto de retomarse— que se realiza a lo largo de todo el curso y a través de la cual el centro compra fruta en un establecimiento del propio municipio para los almuerzos de los niños de los cursos de educación Infantil y 1º y 2º de Primaria.

“Las familias están encantadas con este tipo de proyectos cuyos beneficios son innegables”, explica Iosu Urroz, director del centro, que asegura que tienen muy claro que los hábitos hay que trabajarlos para que se asienten en la vida de los alumnos. “Como se suele decir, somos lo que comemos, y es importante concienciar a los niños desde que son muy pequeños para contrarrestar esas tasas de obesidad que no dejan de aumentar, y evitar en lo posible enfermedades graves que están directamente relacionadas con la alimentación”, afirma.

Datos preocupantes

Según los datos de la Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil (Cosi), España es el tercer país con mayor prevalencia de sobrepeso y el cuarto en obesidad en una clasificación de la que forman parte 33 países europeos. Concretamente, se estima que casi el 40% de los niños españoles de entre seis y nueve años presentan sobrepeso y hasta un 16% obesidad. Los datos, obtenidos antes de la pandemia, situaban a España muy por encima de la media europea (29% de niños con sobrepeso y 12% con obesidad).

Aunque el incremento del sobrepeso y la obesidad responde a múltiples causas, desde el ámbito de la nutrición los expertos llevan años alertando de la puerta abierta a grasas, azúcares y calorías vacías que son los desayunos y meriendas. “Las horas del almuerzo y la merienda, que tan sencillas parecen, pueden convertirse por muchos motivos en una de las comidas más conflictivas del día”, señala Natalia Hospido, dietista-nutricionista y una de las coordinadoras del proyecto NutriColes, que busca acercar la nutrición saludable a escuelas y familias. La experta enumera datos del estudio Aladino 2019 para reafirmar su opinión. Según estos, el 57,5% de las familias señalan que los escolares incluyen habitualmente en el desayuno galletas, un 54,1% pan o tostadas, un 45,2% cereales de desayuno y otros cereales, y el 20,1% fruta fresca y el 12,2% bollería. “Sin duda, la merienda no es muy diferente a los desayunos, ya que se repiten elecciones y patrones de consumo”, añade.

Como sucede con muchas iniciativas como las del colegio Ermitaberri, estas terminan con el paso a cursos más avanzados. Y, aunque como apunta Iosu Urroz, “el hábito adquirido de comer fruta en el almuerzo se mantiene sin gran esfuerzo”, lo cierto es que el control del almuerzo saludable ya se vuelve más complicado. “Una vez que las familias tienen que decidir qué almuerzo preparar a sus hijos, la película puede cambiar un poco. Por ello, al comienzo de curso, en las reuniones generales, se les recuerda a las familias la importancia de seguir manteniendo estos hábitos saludables”, explica. “Es algo que no solo pasa con la alimentación, sino con la crianza en general. Parece que se pasa de tener “bebés protegidos” a tener “niños mayores a los que se da manga ancha”, reflexiona por su parte Natalia Hospido, que considera que socialmente “no existe una conciencia real” de la importancia de la alimentación para la salud.

La excusa de la falta de tiempo

Para muchas familias, en un mundo marcado por el estrés y las prisas, la falta de tiempo es el argumento principal para recurrir a productos menos saludables para desayunos, almuerzos y meriendas. “Este argumento es el que nos vende la industria y el que ha conseguido convencer a tantas familias de que comer algo rápido es incompatible con que sea saludable, pero no es cierto. Para muestra la fruta. Un plátano o unas mandarinas son fáciles de llevar en la mochila al colegio y tienen abrefácil y envase biodegradable”, apunta Natalia Hospido.

De la misma opinión es la chef Paloma Colás, que anima a echar la vista atrás, hacia nuestros padres y abuelos, y a simplificar. “Una pieza de fruta lavada, con piel y todo, es la merienda más fácil del mundo y también la mejor para la salud. Los niños aprenden de lo que ven, así que los adultos debemos sumarnos a esas meriendas y almuerzos para ir todos de la mano”, sostiene Colás, que también reniega del argumento del menor precio de los productos insanos: “Siempre hay en oferta alguna fruta de temporada que es estupenda. Por poner solo un ejemplo, un kilo de manzanas ronda los dos euros, mientras que muchos de los bollos o zumos que se usan como alternativa no saludable superan con creces ese precio”, concluye.

Jóvenes empoderados

La chef Paloma Colás ha puesto recientemente en marcha la iniciativa Paloma Colás Academy, un proyecto dirigido a las escuelas con el que pretende que los alumnos adquieran criterio en alimentación y que ganen autonomía en la cocina. Es decir, que se empoderen y se responsabilicen de su alimentación. 
“Nuestro objetivo es que los niños escojan comer de manera saludable porque son conscientes del valor que les aporta. También que sean autónomos para preparar recetas adaptadas a su edad, de forma que la cocina sea territorio de todos y que ellos también cuenten a la hora de decidir, preparar y disfrutar de los alimentos”, explica Colás, que considera fundamental transmitir a los niños la importancia que tienen las buenas decisiones en su alimentación para su salud presente y futura: “Es vital hablarles de los porqués de los ingredientes, las recetas, el origen de frutas y verduras, las variedades de alimentos y muchas otras curiosidades y conocimientos que les abran la mente y los acerquen a la comida “de verdad”. Buscamos que ellos adquieran ese criterio para decidir por sí mismos qué es lo mejor en cada momento”.

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