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Ayuso apuesta por sancionar a Monasterio por su voto irregular en la Asamblea de Madrid

El PP, que controla la cámara regional, tiene en sus manos imponer una multa o suspender a la diputada por suplantar a un representante ausente

La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, interviene durante la sesión de control en la Asamblea, este jueves.
La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, interviene durante la sesión de control en la Asamblea, este jueves.FERNANDO ALVARADO (EFE)
Juan José Mateo

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha insinuado este jueves que es inevitable sancionar a la portavoz de Vox, Rocío Monasterio, por haber votado en nombre de un diputado ausente durante el pleno de la semana pasada, según el video y los registros de la sesión. Aunque la líder del PP representa al poder ejecutivo, su partido controla el legislativo gracias a su mayoría absoluta, por lo que este viernes, cuando se reúna la Mesa de la Asamblea regional, lo previsible es que se inicie una investigación “muy garantista y que debería durar varias semanas”, según ha precisado una fuente parlamentaria que cuenta con la confianza del presidente de la institución, Enrique Ossorio. Pocas veces fue más cierto que la venganza es un plato que se sirve frío. Libre de las cadenas de Vox, partido del que dependió durante dos legislaturas, Díaz Ayuso está lista para cobrarse todas sus cuentas pendientes con Monasterio. La portavoz de la extrema derecha se arriesga a una multa económica y a una suspensión como diputada de entre 15 y 30 días.

“Su vida es criticar al PP, pase lo que pase”, le ha dicho la presidenta regional a la portavoz de la oposición durante la sesión de control a su Gobierno. “Les veo un poquito descentrados. Lleva una semana bastante aciaga (...) Cada vez que se le dice cómo se está equivocando y dónde, viene con el discurso victimista”, se ha quejado. “Comete enormes errores donde no les vamos a poder ayudar”, ha subrayado.

“Si usted va por una carretera en la que tiene que circular a 80 [kilómetros por hora], y la pillan a 140, señora Monasterio, usted comprenderá que tendrá que ser multada. Lo que no se ha visto en la vida es que vote por otro diputado que se ausenta”, ha denunciado, sin especificar si el castigo será una multa o una suspensión de entre 15 o 30 días, opciones que valoran fuentes parlamentarias. Y ha ironizado: “¿Cómo puede ser que con sus escaños y los nuestros podamos reformar el estatuto de autonomía? Aunque usted volviera a ir corriendo por todos los escaños, votando, votando, votando, no podríamos”.

Estas son las claves de una polémica desatada desde el lunes, pero que hunde sus raíces mucho antes, en múltiples desencuentros desde que en 2019 Ayuso llegó al poder por primera vez. Porque por el choque de Ciudadanos y Vox vio rota el PP su racha de décadas seguidas bajando impuestos. Y por el choque entre PP y Vox se quedó Ayuso sin aprobar Presupuestos en 2023. Y por el choque entre los dos partidos hubo uno y mil conflictos en la cámara, con, por ejemplo, amagos de la extrema derecha para apoyar la investigación de las muertes en las residencias durante la pandemia (que finalmente no apoyó), o su voto afirmativo a que se fiscalizara las cuentas de Avalmadrid para esclarecer si una empresa participada por el padre de la presidenta había recibido trato de favor en la concesión de un aval y la ejecución posterior de las garantías (se concluyó, con gran polémica, que sí lo había recibido).

Lo que provoca ahora la previsible sanción de Monasterio es una ristra de hechos que culmina con su doble voto del pasado jueves. Así ocurre:

25 de enero. José Luis Ruiz Bartolomé, mano derecha de Monasterio en la cámara, deja su escaño para volver a la actividad privada. Vox tiene una semana para reemplazarle antes del primer pleno del nuevo periodo de sesiones. Tampoco es que sea urgente: el PP tiene mayoría absoluta y su presencia no cambiará nada.

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31 de enero. Un día antes de la celebración del pleno, Pablo Gutiérrez de Cabiedes renuncia a ocupar el escaño, que le corresponde por ser el siguiente en la lista electoral. Su decisión agudiza la crisis de un partido zarandeado de polémica en polémica en los últimos meses. Y así, Vox llega al pleno del día siguiente sin que su nuevo diputado, Javier Pérez, haya tomado posesión y, por lo tanto, con un voto menos y una silla vacía.

1 de febrero. Al final del pleno, el presidente de la Asamblea, Enrique Ossorio (PP), toma la palabra para hacer una advertencia antes de que arranquen las votaciones. “Antes de empezar a votar, les aclaro que un diputado, por error, ha apretado el botón de presencia en dos escaños distintos”, dice el exvicepresidente regional, que resta importancia a esa acción. La polémica, de hecho, estalla posteriormente, cuando los servicios técnicos de la Cámara detectan que se ha votado desde el escaño de Ruiz Bartolomé, que ya no es diputado y no ha sido sustituido por Vox. Es decir, que alguien ha votado dos veces.

5 de febrero. Ossorio decide abrir una investigación y todas las miradas se dirigen inmediatamente hacia Monasterio. Porque Henríquez de Luna admite en la junta de portavoces que él activó como presente dos lugares distintos. No quería que el asiento contiguo al de Monasterio quedara vacía, cosa poco estética ante las cámaras, pero finalmente volvió a su escaño. La líder es quien viene a admitir haber votado varias veces, aunque tampoco lo dice claramente.

“Son cosas de la tecnología”, se ríe durante una rueda de prensa en la que se describe apretando y desapretando botones a toda prisa para intentar apagar el escaño. Pero nadie se toma el asunto a broma en el Parlamento. Y mucho menos el PP, que ve una oportunidad ideal para cobrarse cuentas pendientes con su antigua socia, o en la oposición de izquierdas, en la que Más Madrid registra un escrito solicitando que sea suspendida como diputada durante 30 días.

Nunca había pasado igual en la Asamblea de Madrid, según detalla un portavoz de la institución. Pero sí hay precedentes fuera de la región. Por ejemplo, en el País Vasco. Allí, en 2003, el Parlamento sancionó con un mes sin poder ejercer sus derechos a Carlos Iturgaiz por haber activado el indicador electrónico de presencia en la Cámara de su compañero Jaime Mayor Oreja.

No obstante, ni siquiera las pruebas gráficas e informáticas del voto han sido suficientes para que Monasterio reconozca su culpa. Todo lo contrario. La portavoz de Vox ha eludido admitir su falta a preguntas de los periodistas, y ha responsabilizado a los servicios de la Cámara, por tener disponible el escaño para votar, y a Díaz Ayuso.

“Su obsesión”, ha dicho Monasterio este jueves sobre la presidenta; “es expulsarme a mi por intentar apagar un escaño que no tenía que estar funcionando”. Horas después, Monasterio se ha enfrentado a las votaciones del pleno sabiendo que era el centro de todas las miradas. No ha desaprovechado la oportunidad, gesticulando a cada ocasión que ha apretado el botón correspondiente.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.
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