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El PNV y EH Bildu empatan en escaños, pero Pradales podrá reeditar la coalición con los socialistas

El 21-A confirma la tendencia a la baja del PNV ­(pierde cuatro escaños), el fuerte crecimiento de su máximo rival (seis actas más) y consolida al PSE como tercera fuerza

El PNV celebra los resultados electorales vascos, este domingo en Bilbao.Foto: JAVIER HERNÁNDEZ | Vídeo: EPV
Mikel Ormazabal

Las elecciones vascas más igualadas de la historia acaban en tablas, con el PNV y EH Bildu empatados a 27 escaños. Los peneuvistas respiran aliviados porque, pese a lo que auguraban muchas encuestas, ganan en votos, siguen siendo la primera fuerza política en el País Vasco y conservarán el Gobierno revalidando su pacto con el PSE-PSOE; pero el resultado de las urnas les deja un sabor agridulce: EH Bildu dio este domingo un salto de gigante, escalando seis escaños del tirón y empatando en asientos con el partido hasta ahora hegemónico en Euskadi. “Estamos entrando en una nueva época”, ha afirmado Pello Otxandiano, el candidato de EH Bildu. Arnaldo Otegi, líder de la formación —cuyo núcleo duro, Sortu, es la marca heredera de Batasuna— calificó el resultado de “histórico”.

El pulso entre los dos partidos nacionalistas confirma así la tendencia a la baja del PNV ­(pierde cuatro escaños) y el fuerte crecimiento de su máximo rival político. La consolidación de los socialistas como tercera fuerza, con un incremento de dos escaños, les da la llave del Gobierno. El PP pasa de 6 a 7 escaños, Vox mantiene el suyo y el espacio a la izquierda del PSOE se desploma: de 6 asientos se queda en uno, que se lleva Sumar. Podemos sale del Parlamento vasco. La Cámara autonómica es la más nacionalista de la historia: 54 de los 75 escaños son de partidos que defienden la independencia de Euskadi, aunque ninguno la plantea como objetivo a corto ni medio plazo.

El PNV, con su candidato Imanol Pradales (PNV), pasa de 31 a 27 escaños y obtiene el 35,2% de los votos, manteniendo la primera posición. EH Bildu salta de 21 a 27 asientos (32,5% de los votos). Las señales de debilitamiento de los peneuvistas, que ya se detectaron en las elecciones generales de julio del año pasado —cuando el PNV sufrió una sangría de 100.000 votos y solo aventajó en 1.000 a EH Bildu— se confirman ahora.

La participación ha sido del 62,5% (sin contar aún el voto de los residentes en el extranjero), superior a la de los comicios de 2020 —que son poco representativos porque se celebraron en plena pandemia— y similar a la de 2016, pero muy lejos del 80% de 2001, récord histórico. El PNV se desinfla, pero es el mejor colocado para gobernar si, como es previsible, repite su alianza con los socialistas. “Asumimos desde ahora la responsabilidad de liderar el proceso de constituir las instituciones. La sociedad ha optado por un Gobierno vasco liderado por el PNV”, ha dicho tras acabar el escrutinio Andoni Ortuzar, presidente del PNV.

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Para EH Bildu, el nuevo ciclo político ya es una realidad. Ese sirimiri o lluvia fina a favor del cambio que viene desplegando en los últimos procesos electorales ha acabado descargando esta vez un chaparrón de votos soberanistas, como nunca antes se había dado. Los de Arnaldo Otegi vuelven a celebrar una noche mágica tras totalizar 338.000 papeletas, la cifra más alta de esta coalición en unas autonómicas (fueron 278.000 en 2012). Unas elecciones que iban a dilucidar la supremacía política en Euskadi y quién es el más fuerte en el mundo nacionalista dejan el panorama muy abierto para el futuro, cuando estas dos familias vuelvan a disputarse la hegemonía en las municipales de 2027. “Somos la primera fuerza política de Euskal Herria con más de 400.000 votos”, ha celebrado el líder de EH Bildu, que contabiliza también su peso en Navarra y en el llamado País Vasco francés.

La gran mancha de la campaña de EH Bildu —su candidato, Otxandiano, se negó a calificar a ETA como banda terrorista—no parece haberle pasado factura en las urnas. El nuevo Parlamento es, además, más nacionalista que nunca, a pesar de que el sentimiento soberanista de la ciudadanía está en mínimos, como revelan los estudios sociológicos, y no existe un deseo mayoritario de volver a los tiempos del plan Ibarretxe o de iniciar un procés a la vasca. El PNV y EH Bildu están llamados a entenderse cuando se reabra el debate sobre el autogobierno y las distintas velocidades que querrán imprimir cada uno a este proceso. En la pasada legislatura sumaban el 69% de los asientos; ahora elevan entre ambos esa representación al 72%.

Los mejores pronósticos, paradójicamente, se han cumplido también para los partidos del bloque no nacionalista. El PSE-EE y el PP no solo aguantan, sino que crecen ambos en votos y escaños. Los socialistas, con 148.000 votos (26.000 más), pasan de 10 a 12 actas y podrán hacer valer con esa representación su capacidad para decidir el nuevo Gobierno. La suma de los 27 escaños del PNV y los 12 del PSE les da la mayoría absoluta en el Parlamento, situada en 38 escaños. El resultado del candidato socialista, Eneko Andueza, es un balón de oxígeno para Pedro Sánchez tras el varapalo de las elecciones gallegas. El Gobierno podrá seguir contando con el apoyo del PNV y no ve peligrar tampoco el respaldo parlamentario de EH Bildu.

Eneko Andueza, el candidato socialista, brindó el resultado a Sánchez: “Este también ha sido su resultado”, dijo. Andueza, que en campaña garantizó que su partido solo apoyaría al PNV para gobernar, ha augurado que tras estos comicios mejorará “la vida” de los vascos, con un reforzamiento de los servicios públicos para “garantizar políticas progresistas en Euskadi”. “Que se olviden de mitos y aventuras y que piensen en la gente”, afirmó.

El PP se mantiene y Podemos desaparece

Los populares, que en 2020 concurrieron con Ciudadanos (partido que esta vez no se ha presentado a las elecciones), mejoran su registro con un parlamentario más (siete en total). Su gran baza consistía en no quedarse muy rezagados (reciben 96.000 sufragios, 36.000 más) y mantener su influencia para poder condicionar la política vasca, llegado el caso con su veto a EH Bildu, como hizo tras las municipales y forales de 2023 en Vitoria, Durango (Bizkaia) y la Diputación de Gipuzkoa. No tendrá esa llave. Vox logra resistir gracias al exiguo 3,7% de los votos amasados en Álava, donde suma 900 votos más que en 2020.

El cataclismo que se esperaba en la izquierda confederal no es total porque Sumar, al menos, conserva uno de los seis escaños que logró ese espacio político hace cuatro años; pero su poder queda reducido a la insignificancia. Podemos, que ganó las elecciones generales en Euskadi en 2015 y 2016, desaparece de la Cámara. Su base social ha huido en estampida y engrosa ahora las filas electorales de EH Bildu y el PSE-EE.

Bizkaia hace nuevamente de salvavidas del PNV, donde ha logrado tres representantes más que su principal oponente. En cambio, Gipuzkoa se confirma como el territorio vasco más independentista, con dos escaños de ventaja de EH Bildu. En Álava vence la izquierda abertzale (8 de Bildu frente a 7 del PNV).

“Hemos obtenido unos resultados impresionantes. Pocas personas habrían imaginado hace cuatro años que hoy estaríamos aquí. Casi hemos aumentado en 100.000 votos. El mapa político ha cambiado en los tres territorios”, ha dicho Otxandiano.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.
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