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La vieja cruzada de Feijóo contra “los pactos de despacho”

El líder del PP lleva 15 años clamando por el principio de la lista más votada, pero jamás lo ha aplicado

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, este martes en la plaza del Obradoiro de Santiago. Foto: LAVANDEIRA (EFE) | Vídeo: EPV
Xosé Hermida

“No se puede reinterpretar en las oficinas de los partidos el resultado de las urnas”. Hace más de 15 años que Alberto Núñez Feijóo clama en el desierto contra lo que llama “pactos de despacho” o “pactos de perdedores”. Pocos políticos como el líder del PP han sido tan tenaces en denostar las alianzas para conformar mayorías en parlamentos o corporaciones municipales, más allá de quien haya obtenido el primer lugar en las elecciones, una constante en sistemas políticos de toda Europa, incluido el español. El “principio de la lista más votada” que ahora reivindica para el Gobierno de la nación fue también una cantinela constante en su carrera política en Galicia. Cierto que ni él ni su partido se lo aplicaron a sí mismos jamás.

Desde que en 2006 asumió el mando del PP en Galicia en sustitución de Manuel Fraga, el ahora aspirante a la presidencia del Gobierno tomó una bandera. Su reivindicación de la lista más votada era también una forma de cuestionar el nuevo Ejecutivo que se había formado en la comunidad tras un pacto entre el PSOE y el BNG para desplazar a los populares. En aquellas elecciones de 2005 que acabaron con 15 años de poder de Fraga, el PP se quedó a un escaño de la mayoría absoluta y obtuvo el 45% de los votos. Socialistas y nacionalistas, que en campaña ya habían anunciado su propósito de gobernar juntos, sumaron el 51% y 100.000 sufragios más que los populares.

Feijóo afrontó en las municipales de 2007 sus primeras elecciones al frente del partido en Galicia. Antes de la campaña, reunió a sus candidatos en una convención y los instó a que, tras la cita con las urnas, permitiesen gobernar a la formación que quedase en primer lugar. Hasta que se conocieron los resultados. En aquel momento, el PP agrupaba todo el voto de la derecha, mientras que el de la izquierda estaba dividido entre PSOE y BNG, socios en gobiernos de toda Galicia. Eso propició que los populares fuesen los más votados en las ciudades de Vigo, Santiago, Ourense y Pontevedra, pero el conjunto de la izquierda los superaba, con holgura incluso en algunos casos. Feijóo se descolgó entonces con la exigencia de que dejasen gobernar a su partido en esos ayuntamientos, a pesar de que no tenía mayoria, y llegó a proponer un entendimiento a los nacionalistas para aislar al PSOE.

Al mismo tiempo, su partido pactaba con un grupo de independientes para arrebatar al BNG, ganador de las elecciones, la alcaldía de Ponteareas, un municipio pontevedrés de 20.000 habitantes. Feijóo no solo auspició el pacto, sino que se implicó en las negociaciones. Para justificar que en este caso no se aplicase el precepto que reclamaba a los demás con tanto énfasis, el entonces líder del PP gallego argumentó que se trataba de un acuerdo con antiguos militantes populares. “Allí teníamos una escisión y a efectos de gobierno nos volvimos a unir”, sentenció.

A partir de 2009, ya como presidente de la Xunta, Feijóo siguió esgrimiendo esa “regla”, como la llamaba, para cuestionar los gobiernos conjuntos que formaban sus rivales. En la campaña de las municipales de 2011, descalificó las candidaturas independientes como grupos que “defienden intereses particulares”. Tras los comicios, permitió que su partido pactase con ellos en tres municipios para cerrar el paso a formaciones de izquierda que habían sido la primera fuerza.

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En la campaña a las locales de 2019, un candidato independiente de modales estrafalarios, Gonzalo Pérez Jácome, asomaba con fuerza en la ciudad de Ourense. El 16 mayo, el diario local La Región publicó una entrevista a Feijóo con este título: “Para Ourense sería letal tener a Jácome de alcalde”. Diez días después, los socialistas ganaban las elecciones en Ourense por delante del PP y de Jácome, situado en tercer lugar. El 4 de junio, mientras se negociaban acuerdos en municipios y comunidades autónomas que también habían votado el 26 de mayo, el entonces presidente de la Xunta estuvo en TVE y volvió a defender: “No puede ser que el partido ganador se convierta en perdedor y el que pierda se convierta en gobierno”. Esa filosofía no impidió que en la misma entrevista Feijóo respaldase las negociaciones que el PP mantenía con Ciudadanos para desplazar a las listas más votadas en el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, además de Castilla y León y Murcia. Solo 11 días después, el 15 de junio, el “letal” Jácome, tercero en las urnas, era aupado por el PP a la alcaldía de Ourense. Los populares lo apoyaron a cambio de que él les permitiese mantener en la presidencia de la Diputación Provincial al heredero de la dinastía del viejo cacique Baltar. Feijóo no puso objeciones.

En la reciente campaña, el candidato del PP sostuvo con reiteración que la imagen de la democracia española en Europa quedaría “devaluada” si el más votado en las elecciones no fuese elegido presidente del Gobierno. Al menos en un par de ocasiones puso como ejemplo Suecia, sin reparar en que el partido del primer ministro de ese país fue la tercera fuerza en los últimos comicios y acabó encabezando una coalición con la ultraderecha para quitar del Ejecutivo a los socialdemócratas, ganadores en las urnas, aunque sin mayoría.


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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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